La gesti¨®n de la ciencia en los acuerdos de investidura
Las propuestas que se han puesto encima de la mesa no permiten atisbar ni las reformas, ni el progreso prometido para las estructuras organizativas de la pol¨ªtica cient¨ªfica
La jornada del debate de investidura no ha sido un gran d¨ªa para la ciencia; apenas un p¨¢rrafo gen¨¦rico de buenas intenciones en el discurso del candidato y ausencia casi total de menci¨®n en las intervenciones.
Sin embargo, el acuerdo PSOE-Cs para un "Gobierno Reformista y de Progreso¡± incluye un Pacto por la Ciencia (p¨¢ginas 28-29), con cinco puntos ya incluidos de la propuesta inicial del PSOE. Dos son meras declaraciones (¡°promover un amplio acuerdo¡± e ¡°impulsar las inversiones¡±), mientras otro parece comprometer un plan para ¡°incorporar con criterios de excelencia a 10.000 investigadores¡±. Aunque no echan las cuentas, esa medida supondr¨ªa un aumento del gasto acumulado al final de los cuatro a?os de m¨¢s de mil millones de euros; una media de 300 millones m¨¢s cada a?o, casi tanto como la convocatoria anual de proyectos de I+D reci¨¦n autorizada por el Consejo de Ministros en funciones.
El plan para ¡°incorporar con criterios de excelencia a 10.000 investigadores¡± supondr¨ªa un aumento del gasto acumulado al final de los cuatro a?os de m¨¢s de mil millones de euros
Se compromete tambi¨¦n en el Acuerdo ¡°la Reforma del Estatuto de la Agencia Estatal de Investigaci¨®n". La Agencia (AEI) se cre¨® el pasado 27 de noviembre, aunque su puesta en funcionamiento parece estancada, dado que el plazo legal para su constituci¨®n (dos meses) ha vencido; adem¨¢s, la inminente convocatoria de proyectos arroja m¨¢s dudas sobre la situaci¨®n. La pregunta es si reformar el Estatuto (el Real Decreto) antes de poner en marcha la AEI es razonable, eficaz o podr¨ªa llegar a ser contraproducente; debate in¨²til si la par¨¢lisis actual se prolonga.
He defendido que, a pesar de las limitaciones del dise?o y las cr¨ªticas merecidas a los Gobiernos por su retraso, si se quer¨ªa despolitizar la gesti¨®n de la ciencia quiz¨¢s era razonable dejar que la AEI comenzara su andadura y, en todo caso, reforzar su independencia de la pol¨ªtica. El Acuerdo dice que la Agencia debe responder al modelo del European Research Council (ERC). ?Supondr¨ªa esto aplicar el modelo administrativo y de gesti¨®n? o ?el modelo de gobernanza?
Si se quiere una mayor autonom¨ªa de la ciencia, tener en el ¨®rgano de gobierno de la AEI (el Consejo Rector) tantos altos cargos gubernamentales parece chocante, pero en el actual estancamiento pol¨ªtico y con el vigente contexto normativo (Ley de R¨¦gimen Jur¨ªdico del Sector P¨²blico y la derogada Ley de Agencias) dif¨ªcilmente se podr¨¢ cambiar radicalmente dicha composici¨®n.
Adem¨¢s, seg¨²n este marco jur¨ªdico, todas las Agencias deben transformarse (incluido el CSIC). Abordar esta reforma ahora podr¨ªa extender la incertidumbre pol¨ªtica general a la financiaci¨®n de la ciencia, mantendr¨ªa los criticados modos de gesti¨®n actuales, e incluso abrir¨ªa la posibilidad de empeorar el funcionamiento administrativo y presupuestario (si al final se transformase en simple organismo aut¨®nomo). Alternativamente, otras propuestas m¨¢s reformistas podr¨ªan ser una ley espec¨ªfica de creaci¨®n de una nueva entidad (agencia o fundaci¨®n p¨²blica) o utilizar alguna de las entidades p¨²blicas ya existentes, pero todo supondr¨ªa m¨¢s retrasos. ?Por qu¨¦ no acuerdan entre todos los partidos pol¨ªticos que han defendido el pacto por la ciencia en la campa?a, desbloquear la situaci¨®n, poner en marcha la Agencia, dotarla de autonom¨ªa de gesti¨®n y garantizar su independencia y despolitizaci¨®n?
Las estructuras y ¨®rganos de la Agencia importan, pero tambi¨¦n debatir sobre los instrumentos, sobre la financiaci¨®n a la ciencia y los procedimientos de gesti¨®n que permitan reformar la cultura organizativa de la financiaci¨®n competitiva de la investigaci¨®n. Con relaci¨®n a esto no se dice nada.
El segundo punto de la propuesta de Acuerdo plantea ¡°crear el Consejo para la Ciencia y la Innovaci¨®n, presidido por el presidente del Gobierno¡±. No se dice si ser¨¢ un ¨®rgano asesor o un ¨®rgano decisor del m¨¢ximo nivel.
Si es una estructura decisoria para visibilizar el compromiso del Gobierno con la ciencia hay que recordar que las estructuras singulares suelen ser poco operativas y, adem¨¢s, pueden entrar en contradicci¨®n con la necesaria autonom¨ªa de la ciencia (frente a la pol¨ªtica). Aznar presidi¨® la Comisi¨®n Interministerial de Ciencia y Tecnolog¨ªa (CICYT) sin grandes avances reales. Actualmente, la Comisi¨®n Delegada del Gobierno para Pol¨ªtica Cient¨ªfica y Tecnol¨®gica la preside la vicepresidenta; si se propone que lo haga el presidente del Gobierno parece m¨¢s un cambio cosm¨¦tico. Se necesita mayor claridad en la delimitaci¨®n de funciones y competencias, para evitar una simple oscilaci¨®n en el p¨¦ndulo administrativo, trazo estructural de la inestabilidad que castiga a la pol¨ªtica cient¨ªfica desde hace a?os.
Si se tratase de un simple consejo asesor, quiz¨¢ se querr¨ªa traspasar el actual Consejo Asesor de Ciencia, Tecnolog¨ªa e Innovaci¨®n, adscrito a Econom¨ªa, a la Presidencia del Gobierno. La pregunta es: ?qu¨¦ ganar¨ªamos con separar el Consejo Asesor del ¨®rgano de gesti¨®n de la pol¨ªtica de financiaci¨®n de la I+D y sobrecargar m¨¢s la agenda del presidente? Esto nos lleva a otra pregunta sin respuesta: ?Se mantendr¨¢ la actual separaci¨®n ministerial entre la gesti¨®n de la pol¨ªtica de I+D y la pol¨ªtica de universidades?
Lamentablemente, de estos temas no hay debate p¨²blico, ni privado
Asunto distinto ser¨ªa la designaci¨®n de un Asesor Cient¨ªfico del Presidente, como en otros pa¨ªses (Estados Unidos, Reino Unido, M¨¦xico, etc¨¦tera), para ayudar a consolidar la visi¨®n cient¨ªfica en todas las pol¨ªticas p¨²blicas. Esto s¨ª que ser¨ªa una novedad y ayudar¨ªa a dar peso al conocimiento cient¨ªfico en la vida pol¨ªtica, pero preservando la autonom¨ªa de la gesti¨®n de la ciencia de las interferencias de la pol¨ªtica ordinaria.
Lamentablemente, de estos temas no hay debate p¨²blico, ni privado, al menos que yo sepa, y las propuestas que se han puesto encima de la mesa no permiten atisbar ni las reformas, ni el progreso prometido para las estructuras organizativas de la pol¨ªtica cient¨ªfica. Tampoco, desafortunadamente, hemos tenido la suerte de que la ¡°revoluci¨®n en el nombramiento de los cargos¡± propuesta por el candidato y que afectar¨ªa a m¨²ltiples ¨®rganos del Estado, alcanzase a las instituciones de gesti¨®n de la ciencia (por ejemplo, al director de la propia Agencia Estatal de Investigaci¨®n, al presidente del CSIC o de otros Institutos P¨²blicos de Investigaci¨®n de relevancia). As¨ª pues, de momento, algunas buenas intenciones, escasa precisi¨®n y claridad de iniciativas; en definitiva una notable ausencia de la ciencia en el debate p¨²blico y pol¨ªtico de estos d¨ªas.
Luis Sanz Men¨¦ndez es profesor de investigaci¨®n del CSIC, y ha sido presidente del Comit¨¦ de Pol¨ªtica Cient¨ªfica y Tecnol¨®gica de OCDE (2007-2015), aunque estas opiniones no comprometen, ni son responsabilidad, del CSIC.
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