El falso ascetismo de Steve Jobs
El libro 'Menos es suficiente' analiza el espacio m¨ªnimo que se necesita para vivir y alerta sobre el peligro de la tecnolog¨ªa
Hay una escasez de la que no se habla y sin embargo define nuestra era: la escasez de atenci¨®n. La propicia el estado de distracci¨®n permanente que impulsan los cada vez m¨¢s sofisticados medios de comunicaci¨®n. ¡°Distracci¨®n productiva¡±, lo llama el arquitecto italiano Pier Vittorio Aureli (1973) en su ensayo Menos es suficiente (Gustavo Gili), que acaba de traducirse al castellano. El libro analiza el espacio m¨ªnimo que se necesita para vivir, pero tambi¨¦n alerta sobre el peligro al que nos aboca la tecnolog¨ªa enganch¨¢ndonos a trabajos sin horario. Este profesor de Yale y de la Architectural Association de Londres denuncia adem¨¢s el da?o causado por el falso ascetismo de Steve Jobs.
La cr¨ªtica se basa en que la forma de vida que implica todo lo que Jobs ayud¨® a concebir y producir no tiene nada que ver con la que ¨¦l llev¨®. Aureli razona a partir de una imagen legendaria del cofundador de Apple en su casa. Estamos en 1982. Tiene 27 a?os y abundante pelo. Hace cinco que es millonario. Mira al objetivo sin gafas, sentado en el suelo. La casa est¨¢ vac¨ªa. ¡°Estaba soltero: todo lo que necesitaba era lo que aparece en la foto¡±, explic¨® el fundador de la marca que, tras su muerte, logr¨® los mayores beneficios de la historia (48.800 millones de euros en 2015). A su bi¨®grafo Walter Isaacson le confirm¨® sus prioridades: ¡°Mi vida es sencilla. Tengo una familia y tengo Apple y Pixar. No hago mucho m¨¢s¡±.
Es significativo que dos mundos como Apple y Pixar se describan como poco. Steve Jobs, la pel¨ªcula dirigida por Danny Boyle con guion de Aaron Sorkin, abunda en esas contradicciones de un Jobs interpretado por Michael Fassbender. Al final, el ascetismo de la escuela alemana de Ulm se convirti¨® en un estilo ¨Cuna vestimenta cercana a los electrodom¨¦sticos Braun de Dieter Rams¨C aplicado a Apple de la mano del dise?ador Jonathan Ive.
A Aureli se le podr¨ªa discutir que la casa de Jobs en Los Gatos (California) era un lugar m¨¢s sobrio que austero. Basta con volver a mirar la foto ¨Cuna instant¨¢nea que ha sido objeto de imitaci¨®n constante en la Red¨C. La vivienda estaba efectivamente vac¨ªa, pero los magn¨ªficos ventanales, la madera del suelo o la moldura junto a la chimenea delatan el espacio burgu¨¦s de 1.350 metros que en realidad era. As¨ª, no sabemos si Jobs fue un hombre sencillo, pero podemos afirmar que, por lo menos, quiso parecerlo.
Diana Walker, la fot¨®grafa que lo inmortaliz¨® esa tarde en su casa, fue la retratista de la Casa Blanca para la revista Time durante dos d¨¦cadas. Por sus objetivos pasaron las vidas cotidianas de varios presidentes: de Reagan a Clinton. Tambi¨¦n la de Steve Jobs. Hagan una b¨²squeda en Internet. En todos sus retratos p¨²blicos Jobs aparece con poco. En casi todas las fotograf¨ªas personales est¨¢ sentado en el suelo. Descalzo, con la famosa taza de t¨¦. Generalmente viste vaqueros, con frecuencia su legendario jersey de cuello de cisne negro y solo en las fotos de juventud aparece junto a ordenadores.
La tecnolog¨ªa a la que Jobs dedic¨® su asc¨¦tica vida es la que ha interrumpido dr¨¢sticamente en nuestra existencia cualquier posibilidad de control sobre uno mismo. La era digital afronta ese dram¨¢tico descenso en nuestra capacidad de concentraci¨®n. No es que la distracci¨®n sea mala, lo que Aureli ve peligroso es que hayamos convertido esa distracci¨®n en otra forma de producci¨®n ¡°dedicando cada fracci¨®n de nuestra vida a trabajar¡±. As¨ª, aunque recurre al poeta Friedrich H?lderlin para recordar que ¡°donde hay peligro crece tambi¨¦n lo que nos salva¡±, concluye que ¡°la esquizofrenia de emparejar los recortes al Estado de bienestar con el est¨ªmulo al consumo individual define nuestro universo¡±. La innovaci¨®n vac¨ªa de valores humanos es una de sus consecuencias.
elpaissemanal@elpais.es
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