Sin tiempo para morir

Tenemos una idea equivocada de la vejez y tal vez tambi¨¦n de la vida. O la tenemos de la vida y por eso tambi¨¦n de la vejez. Cuando nos dicen que una persona mayor ha muerto sola, imaginamos a?os de amargura antes de llegar al final, con las manos sobre el regazo, sin hacer nada m¨¢s que ver pasar el tiempo, cuando quiz¨¢ lo fueron del mayor disfrute de su vida, pues por fin ese hombre o esa mujer pudo dedicarse a lo que le daba la gana, en compa?¨ªa de sabios, artistas y cient¨ªficos a los que no le un¨ªa m¨¢s trato que el del esp¨ªritu.

Conozco a bastantes personas de m¨¢s de 80 a?os que gozan de cierta salud y que, en lugar de pasarse el d¨ªa en el ambulatorio porque les ha salido una verruguilla en el p¨¢rpado derecho, se vuelcan en menesteres que otros consideran in¨²tiles, pero que a ellos les elevan por encima del tiempo y de cualquier mal que les aqueje. Pueden al fin dedicarse al estudio del arte oriental y cubren cuadernos con selvas de bamb¨² y flores de albaricoque de una delicadeza poco com¨²n. O hacen retratos al ¨®leo de sus nietos, que posan con paciencia, pues por suerte estos pintores tard¨ªos dan sus pinceladas a la Modigliani o a la Soutine.

O releen a Kafka, a Dostoievski y a Musil, con lo que apenas duermen, pues, aunque disponen de todo el d¨ªa, quieren aprovechar hasta la noche. O tocan a Bach y a Schumann en el piano de la residencia, para deleite de sus compa?eros. O investigan con el mismo entusiasmo sobre las nuevas bater¨ªas de grafeno que sobre el rom¨¢nico en Huesca. Tambi¨¦n los hay que, mientras plantan unos cebollinos, a¨²n se emocionan ante el paisaje. Cuando me dicen que una persona mayor ha muerto sola, imagino muchos momentos felices hasta llegar al ¨²ltimo. Tal vez me equivoque. Ojal¨¢ no. Por ellos y porque tambi¨¦n yo sue?o con una vejez como ¨¦sa. Sin tiempo para morir.

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