Mark Zuckerberg, gur¨² tambi¨¦n de estilo de vida

La pel¨ªcula La red social no le hizo ning¨²n favor a Mark Zuckerberg. Le cont¨® a la audiencia lo que desde hac¨ªa tiempo se rumoreaba en los alrededores de Silicon Valley: el fundador de Facebook era una persona poco sociable. ?l, que quer¨ªa poner en contacto a todo el mundo, ten¨ªa una torpeza innata para las relaciones. Pero una obsesi¨®n excesiva por su negocio.

Zuckerberg ten¨ªa 19 a?os cuando cre¨® Facebook y 23 cuando consigui¨® sus primeros 1.000? millones de d¨®lares. En sus primeros pasos en Silicon Valley se le admiraba por esos logros y ¨¦xitos, pero no por su actitud o estilo de vida. Sin embargo, algo cambi¨® hace siete a?os. Sustituy¨® de su c¨ªrculo a Sean Parker, creador de Napster, por Bill Gates. Y comenz¨® un proceso de autoayuda para mejorar su vida personal que ha ido compartiendo en Facebook, y, al final, ha revertido en su empresa. Hoy es el sexto hombre m¨¢s rico del mundo con unos 41.000 millones de euros.

Desde 2009, cada a?o, anuncia un nuevo prop¨®sito. Primero fue usar corbatas a diario; despu¨¦s, aprender chino; solo comer los animales que mata ¨¦l mismo; programar cada jornada; conocer una nueva persona al d¨ªa (fund¨® Internet.org); escribir una carta de agradecimiento diaria. En 2015 mont¨® un club de lectura con el objetivo de leer dos libros al mes. Y este a?o se ha propuesto correr 365 millas (587 kil¨®metros) y construir un mayordomo virtual.

Seg¨²n un art¨ªculo reciente de The New York Times, todos estos desaf¨ªos le han convertido en un gur¨² de estilo de vida. Al menos, entre algunos hombres. ¡°Entiendo que haya gente que se vea inspirada por ¨¦l, pero esa gente no vive (f¨ªsica o mentalmente) muy lejos de Silicon Valley¡±, opina Pablo Honey, director creativo asociado de la agencia R/GAL en Nueva York, donde dirige proyectos y experiencias innovadoras para marcas de lifestyle y moda.

En la Costa Oeste de EE?UU, hay muchos que siguen y se apuntan a los retos anuales del magnate tecnol¨®gico. O se buscan otros, inspirados por ¨¦l. Su club de lectura no funcion¨® como ¨¦l esperaba, pero su esp¨ªritu filantr¨®pico (tras el nacimiento de su hija, anunci¨® que donar¨¢ el 99% de sus acciones de la red social a lo largo de su vida) se ha contagiado. Juan Querol, cofundador de Certicalia y valenciano residente en San Francisco desde hace unos meses, confirma que el estilo de vida asumido por Zuckerberg es una tendencia visible en la zona. ¡°Es el millonario de nuestra generaci¨®n que no ostenta y pretende pasar desapercibido a pesar de su ¨¦xito. Es un perfil habitual por aqu¨ª¡±, dice.

Icono de un ¡®look¡¯ casual

Su privacidad es lo que m¨¢s le preocupa al fundador de Facebook (compr¨® las casas alrededor de la suya en Palo Alto y una isla en Haw¨¢i). Su ropa, casi uniforme, tambi¨¦n le da un aire de normalidad. Camiseta gris, vaqueros y sudadera de capucha. Siempre. Aunque ¨¦l dice que es por ahorrar tiempo y centrarse en lo importante: el mundo. ¡°Me parece v¨¢lido que hagas lo opuesto a lo que la moda dictamina y te expreses tal como eres¡±, dice Pablo Honey, socio de la marca de ropa masculina Pelotari Project.

Quiz¨¢ este punto dentro de su proceso de cambio es el que m¨¢s se ha internacionalizado. ¡°Zuckerberg ha impuesto un estilo c¨®modo y casual con el que miles de j¨®venes se sienten identificados¡±, comenta Mario Su¨¢rez, periodista especializado en tendencias. ¡°Siempre fue as¨ª, aunque ahora quiz¨¢ use marcas m¨¢s ecol¨®gicas y sostenibles¡±, apunta.

Honey, por su parte, cree que probablemente el empresario empez¨® sus resoluciones como una forma de cambiar sus malos h¨¢bitos. ¡°Supongo que debido al estr¨¦s o a un contexto personal que ya no es el de un veintea?ero. Todos pasamos por ah¨ª¡±, a?ade. ¡°Lo interesante es que no hace apolog¨ªa de ellas y que ponen de manifiesto los riesgos de la vida hiperconectada y el estr¨¦s excesivo que padecemos en la industria tecnol¨®gica y creativa¡±, asegura Honey.

Ir¨®nicamente, el creador de la red social con m¨¢s usuarios en el mundo quiere desconectarse y que nos desconectemos. Pero s¨®lo unas horas al d¨ªa.