Pr¨®xima estaci¨®n, La Meca
El primer AVE del desierto, en manos de empresas espa?olas, es una carrera de obst¨¢culos Recorremos el futuro trayecto del tren en el coraz¨®n de la tierra santa del islam
El beduino se present¨® el d¨ªa de Navidad, cuando los constructores espa?oles a¨²n montaban su campamento en medio del desierto pedregoso. ¡°V¨¢yanse. Esta tierra es m¨ªa¡±, les avis¨® blandiendo su rifle. Con sus camellos y sus cabras, los beduinos han sido durante siglos los ¨²nicos pobladores de esta llanura de lava volc¨¢nica que se extiende entre monta?as peladas y en verano hierve a 50 grados. Pero en el erial inveros¨ªmil que separa La Meca de Medina, las dos ciudades m¨¢s santas del islam, el paisaje est¨¢ cambiando con rapidez. Los espa?oles han llegado para trazar un camino de hierro sobre el que empiezan a cabalgar m¨¢quinas furiosas como una tormenta de arena.
Los beduinos ya no son aquellos guerreros que, bajo el mando de Lawrence de Arabia, saboteaban los primeros trenes del desierto trazados por el invasor otomano. Sus rifles han salido a relucir alguna vez m¨¢s estos meses en discusiones con los constructores espa?oles del AVE de La Meca. Los pobladores del desierto se quejan de que las v¨ªas invaden territorios por donde han conducido sus animales durante generaciones. ¡°Y a pesar de todo, en general son gente muy hospitalaria, con la que se puede hablar¡±, tranquiliza el ingeniero salmantino Alberto del Arco. ¡°Poco a poco se van convenciendo. Les decimos que con el tren tambi¨¦n ellos podr¨¢n ir m¨¢s a menudo a los lugares santos¡±.
Para facilitar el tr¨¢nsito de los camellos les han construido pasos elevados. Pero algunos beduinos prefieren cortar la alambrada que a¨ªsla la v¨ªa. Por ah¨ª cuelan a sus animales, que prosiguen junto al ferrocarril la incesante b¨²squeda de cualquier asomo de vegetaci¨®n. Los camellos apenas se inmutan ante el paso de las m¨¢quinas que prueban y afianzan las v¨ªas. Siguen husmeando bajo las piedras, corretean paralelos a los ra¨ªles o se quedan mirando con perplejidad. Los responsables de las obras han aprendido trucos: si te llevas a una cr¨ªa de la madre que comanda la manada, detr¨¢s ir¨¢n ella y el resto de los que imped¨ªan el paso en la v¨ªa para reanudar su parsimoniosa marcha por el desierto. En las ¨²ltimas pruebas con las locomotoras de Talgo que Renfe ha desplazado a Arabia fueron arrollados un par de camellos. ¡°A uno lo arrastramos un kil¨®metro¡±, cuenta un trabajador. Un problema m¨¢s que resolver.
La construcci¨®n del AVE de La Meca, un megacontrato de 6.736 millones de euros que se llev¨® un malavenido consorcio de 12 empresas espa?olas, es un gran desaf¨ªo t¨¦cnico. Y tambi¨¦n ¨Cy sobre todo¨C una labor de ingenier¨ªa diplom¨¢tica y cultural. El primer tren de alta velocidad del mundo trazado en un desierto no solo atraviesa un paisaje inh¨®spito, donde el tiempo se petrific¨® hace siglos, sino sinuosos trayectos urbanos como el de Yeda, una ciudad a orillas del mar Rojo que desperdiga sus cuatro millones de habitantes a lo largo de 50 kil¨®metros. Por ah¨ª el tren serpentear¨¢ a trav¨¦s de viaductos levantados entre los edificios. Un 15% del recorrido transcurre por desierto de arena, cuya acumulaci¨®n junto a los ra¨ªles es todav¨ªa un reto contra el que luchan las dos constructoras espa?olas de la v¨ªa, Copasa y OHL. Por alguna raz¨®n que nadie de los espa?oles acierta a explicar, los saud¨ªes, adem¨¢s, no quieren t¨²neles, y eso alarga las obras en ciertas zonas.
Las empresas trabajan junto a los santos lugares del profeta Mahoma, donde es f¨¢cil ofender sensibilidades con un gesto mal medido. Copasa logr¨® una dispensa especial para actuar dentro del recinto de Medina, considerado haram (sagrado) y, por tanto, prohibido a los no musulmanes. El permiso de La Meca, m¨¢s delicado, est¨¢ a¨²n pendiente. Para acabar la l¨ªnea es necesario adentrarse varios kil¨®metros en el haram. Los espa?oles planean aislar un corredor para tapar los trabajos y que nadie piense que se comete profanaci¨®n.
Las empresas han tenido que pedir una dispensa especial para trabajar en zonas sagradas de La Meca y Medina, prohibidas a los no musulmanes
Desde la adjudicaci¨®n, en 2011, del mayor contrato de obra civil que gestiona Espa?a en todo el mundo, el AVE de La Meca ha copado muchas p¨¢ginas de peri¨®dico y casi nunca por motivos de los que enorgullecerse. El Gobierno de Zapatero patrocin¨® la fusi¨®n de dos consorcios empresariales espa?oles que optaban al suculento proyecto de la monarqu¨ªa saud¨ª. El resultante fue un conglomerado de 12 compa?¨ªas encabezadas por las p¨²blicas Renfe y Adif ¨Cque gestionar¨¢n la l¨ªnea y las estaciones¨C en el que tambi¨¦n est¨¢n Talgo y los grupos ACS y Abengoa. El nuevo consorcio ha sido un campo de batalla, con varios cambios en la direcci¨®n, reproches mutuos y codazos para ganar protagonismo. Al fondo, los saud¨ªes nunca han dejado de presionar para que las obras no se retrasen, varias veces en forma de ultim¨¢tum. Quieren cuanto antes el tren, pensado sobre todo para trasladar a los 2,5 millones de musulmanes de todo el mundo que durante dos semanas al a?o acuden para el Hajj, el periodo de la gran peregrinaci¨®n.
En medio de este embrollo, las locomotoras de Talgo ya se han probado surcando el desierto a 230 kil¨®metros por hora. M¨¢s de la mitad de la doble v¨ªa, de ida y vuelta, est¨¢ construida y conectada, 259 kil¨®metros de un total de 449. Si el grupo saud¨ª-chino que edifica la plataforma cumple sus plazos ¨Calgo bastante improbable¨C, la l¨ªnea estar¨ªa concluida a finales de a?o. ¡°Hemos alcanzado un ritmo de construcci¨®n que es un r¨¦cord mundial¡±, presume el ingeniero Del Arco. ¡°Han sido 160 kil¨®metros desde octubre de 2014, 19 a la semana¡±. Del Arco es el director de producci¨®n de las obras de Copasa, empresa gallega que invit¨® a El Pa¨ªs Semanal a visitarlas. Tanto ¨¦l como el m¨¢ximo responsable de la construcci¨®n, el manchego Jaime D¨ªaz, tienen amplia experiencia en el AVE en Espa?a y se declaran frustrados por la mala imagen que ha adquirido el proyecto: ¡°Estamos demostrando que podemos exportar todo el know how espa?ol en este terreno, esta es una gran oportunidad para vender al mundo la marca Espa?a. Y estamos cumpliendo. Pero solo se habla del AVE de La Meca por cosas negativas¡±.
A los campamentos de construcciones prefabricadas que se han montado en el desierto llegan r¨¢pido las noticias de Espa?a. En diciembre, el diario digital El Confidencial revel¨® una carta del responsable de los ferrocarriles saud¨ªes ¨Cel ministro de Transportes hab¨ªa hecho lo propio un a?o antes¨C amenazando con rescindir el contrato si no se logra una soluci¨®n para que la arena no invada las v¨ªas. M¨¢s recientemente trascendieron nuevas dispu?tas en el consorcio por el intento de Renfe y de Adif de repartir entre todos algunos sobrecostes, uno de los asuntos que m¨¢s tensiones provocan. Los responsables de las obras est¨¢n al tanto, pero los trabajadores bastante tienen con su labor, aislados del mundo, bajo un sol inhumano y espor¨¢dicas tormentas de arena que convierten el d¨ªa en noche. Han estado dos a?os sin ver la lluvia, hasta el pasado octubre. Y todo en un pa¨ªs sin cines, donde est¨¢ estrictamente prohibido el alcohol y las mujeres no pueden salir solas. Algunos espa?oles llevan en sus m¨®viles una aplicaci¨®n que avisa de las horas de los cinco rezos diarios ¨Cvar¨ªan cada jornada¨C, cuando la vida se paraliza y no hay donde comer ni comprar nada.
El campamento central de Copasa tiene a 150 kil¨®metros la ciudad m¨¢s cercana, Medina, en su mayor parte vedada a los que no profesan la fe isl¨¢mica. La empresa ha desplazado a unos cien trabajadores espa?oles, no solo t¨¦cnicos, tambi¨¦n obreros especializados. Los puestos de pe¨®n los ocupan paquistan¨ªes y bengal¨ªes, que se encargan en todo el pa¨ªs de los trabajos manuales rechazados por la poblaci¨®n local. La mayor¨ªa de los espa?oles no salen del campamento. All¨ª tienen gimnasio, cantina y sala de juegos. Borja Pombo, un gallego que trabaja en el suministro de alimentos, no va ni a la playa, y eso que las hay con espl¨¦ndidas aguas turquesa. ¡°Est¨¢n muy lejos y te cobran 20 euros¡±, dice. A casi 300 kil¨®metros, la ciudad portuaria de Yeda, una extra?a sucesi¨®n de neones, tiendas de lujo y descampados repletos de escombros o de basura, pasa por ser la de costumbres m¨¢s relajadas del pa¨ªs. Las diversiones populares son ir a los centros comerciales o sacar de paseo deslumbrantes coches deportivos. ¡°As¨ª que preferimos quedarnos en el desierto¡±, coincide Diego Sim¨®n, que fabrica traviesas y ha dejado en Galicia a su esposa y a su hijo. ¡°Esto es duro, trabajamos seis d¨ªas a la semana, pero yo cobro el triple que en Espa?a y all¨ª es dif¨ªcil encontrar trabajo¡±, justifica. Cada dos meses, la empresa les costea dos semanas de vacaciones en casa. En Arabia, con el techo y la comida pagados, no tienen apenas gastos.
Tras una singladura por el Mediterr¨¢neo y el canal de Suez, en el puerto de Yeda han atracado en los dos ¨²ltimos a?os buques cargados de locomotoras espa?olas, m¨¢quinas austriacas o ra¨ªles brit¨¢nicos. Entre las complejidades del proyecto, la de los suministros no ha sido una cuesti¨®n menor. Copasa ha optado por importar las m¨¢quinas y los ra¨ªles, y en el campamento del desierto ha levantado sus propios talleres para construir 800.000 traviesas y soldar los 240 kil¨®metros de doble v¨ªa que le corresponden. Con lo que no hay problema es con el mineral. Est¨¢ por todas partes y fue f¨¢cil abrir una cantera para obtener dos millones de toneladas de balasto, el empedrado que hace de lecho a los ra¨ªles. La empresa gallega es de las que se han lanzado al mercado internacional para compensar el hundimiento de la construcci¨®n en Espa?a. Su parte del contrato suma 640 millones de euros. ¡°Hacerlo bien es muy importante para nuestra proyecci¨®n¡±, sentencia su director general, Jos¨¦ Luis Sarabia. Tambi¨¦n ser¨¢ la encargada del mantenimiento de las v¨ªas durante 12 a?os. ¡°Por eso somos los primeros interesados en solucionar el problema de la arena¡±, se?ala el ingeniero Jaime D¨ªaz. ¡°Es un tema que se ha sobredimensionado, porque solo afecta a una parte peque?a de la l¨ªnea. Hemos construido muros para contener la arena y en esas zonas situamos la v¨ªa sobre placa de hormig¨®n para facilitar la limpieza. Si no bastara, la soluci¨®n se perfeccionar¨¢¡±.
Una imponente silueta del tama?o de un estadio de f¨²tbol despunta al horizonte, en medio de la nada, a 100 kil¨®metros de Yeda. Es una de las cinco nuevas estaciones, todas con el mismo dise?o de Norman Foster, arquitectura contempor¨¢nea fusionada con motivos cl¨¢sicos ¨¢rabes. Costar¨¢n unos 1.500 millones de euros, seg¨²n han publicado medios saud¨ªes. El principal beneficiario del contrato es el potente grupo constructor Bin Laden, de los hermanos del infame terrorista. Habr¨¢ dos estaciones en Yeda, una en La Meca, otra en Medina y esta que surge perdida en el desierto, en una ciudad que por ahora es poco m¨¢s que una maqueta. Se llama Kaec ¨Cacr¨®stico de King Abdullah Economic City¨C y est¨¢ proyectada para dos millones de habitantes.
Las megaconstrucciones florecen en el reino saud¨ª, un viaje continuo en el tiempo desde escenas casi medievales hasta skylines futuristas. En Yeda se est¨¢ levantando el que ser¨¢ el edificio m¨¢s alto del mundo, una torre de un kil¨®metro. Los santos lugares se prestan bien a los negocios, como qued¨® claro en 2012 con la construcci¨®n del rascacielos de 600 metros que acoge un gigantesco hotel al pie de la gran mezquita de La Meca. El AVE es parte de todo eso. Su prop¨®sito principal, transportar a los peregrinos que durante el Hajj entran por el aeropuerto de Yeda y se desplazan ¨Chasta ahora en autobuses¨C a las dos ciudades santas. A Renfe le espera una papeleta formidable. ¡°En dos semanas, dos millones y medio de pasajeros; 160.000 al d¨ªa. Un tren que ir¨¢ a 300 km/h cada cuatro minutos. Solo los japoneses han logrado algo as¨ª¡±, comenta Jaime D¨ªaz.
Cerca de Medina, un ni?o aplasta su nariz contra la ventanilla de un coche atestado para mirar con asombro el paso de una m¨¢quina sobre los ra¨ªles. ¡°Muchos aqu¨ª no han visto nunca un tren¡±, explican los t¨¦cnicos espa?oles. Unos cientos de kil¨®metros m¨¢s al norte a¨²n se pueden rastrear las ruinas del viejo ferrocarril otomano. Dej¨® de funcionar en 1916, derrotado por la guerrilla beduina que comandaba el ingl¨¦s Thomas Edward Lawrence.
elpaissemanal@elpais.es
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