Capacidad de renuncia

No son pocas las ocasiones en las que alguien se me acerca para, excus¨¢ndose, dibujarme su d¨ªa a d¨ªa y explicarme la imposibilidad de cocinar por falta de tiempo, ya fuera porque no le pilla cerca de casa ninguna tienda con productos de calidad o, simplemente, por falta de inter¨¦s. Lo cierto es que nos hemos acostumbrado a tener a mano comida elaborada, disponible en cualquier lugar y a cualquier hora del d¨ªa. Y, por si fuera poco, a buen precio. Para que esto sea posible, nuestras sociedades han desplegado todo un entramado de industrias que anticipan elaboraciones y que hacen que los alimentos se conserven el tiempo suficiente desde que se manufacturan hasta su consumo, as¨ª como para que los costes no se disparen. Una gran parte de los ciudadanos de Occidente no deben preocuparse de la alimentaci¨®n como sustento b¨¢sico. Tenemos la posibilidad de optar por un sinf¨ªn de alternativas a la hora de comer, desde restaurantes de todo tipo de precio y perfil en la oferta hasta una red de suministro que abarca el mercado tradicional y los grandes almacenes.

Si existiese un modelo de alimentaci¨®n id¨®nea, el paradigma ser¨ªa aquella elaborada con productos locales y de calidad, libres de qu¨ªmicos, confeccionada al momento pero con el tiempo suficiente para respetar los pasos y procesos, sin desentenderse de la tradici¨®n culinaria y el placer, adem¨¢s de garantizar que se trata de platos saludables y baratos. La contrariedad suele darse en que si deseamos algo ecol¨®gico, sube el precio de la cesta de la compra, y si aspiramos a cocinar como lo hac¨ªan nuestras madres y abuelas, debemos pasar medio d¨ªa buscando los ingredientes y otro medio cocin¨¢ndolos.

Presa de cerdo

La presa de cerdo ib¨¦rico es una pieza que se sit¨²a entre el cabecero del lomo y la paleta, como si fuera el hombro del cerdo. Es una carne que aporta unas 238 kilocalor¨ªas por 100 gramos de porci¨®n y un alimento rico en prote¨ªnas. Tambi¨¦n contiene vitamina B1. Entre sus minerales destacan el potasio, el hierro y el zinc.

As¨ª que en muchos casos todo se reduce a adquirir los productos en lugares pr¨®ximos a nuestro domicilio, ahorrando tiempo y dinero, y elaborar una cocina de ensamblaje, lo que se traduce en recalentar algo ya precocinado. Todos reconocemos cu¨¢l es el ideal alimentario, pero constantemente nos topamos con motivos para no concluirlo. Obviamente cada uno es muy libre de decidir en qu¨¦ invierte su dinero y su tiempo. Hace unas semanas, estaba de viaje y me vi en la necesidad de tener que echarme un s¨¢ndwich al est¨®mago. El envoltorio recog¨ªa los siete componentes de los que estaba formado: pan integral, pollo, beicon, queso edam, mayonesa, lechuga y huevo.

Una frase indicaba: ¡°El 50% de nuestros proveedores disponen de certificado ISO medioambiental¡±. Esta garant¨ªa pretende validar la manera en que una empresa ha reducido su impacto ecol¨®gico. Por otro lado, al leer la lista de ingredientes, la cosa se complicaba un poco m¨¢s: 30 elementos diferentes m¨¢s 23 aditivos, entre emulgentes, conservantes, correctores de la acidez, antioxidantes, colorantes, estabilizantes, acidulantes y potenciadores de sabor.

As¨ª son las cosas: si se compra y se cocina, hay que invertir horas y euros, pero al menos se sabe qu¨¦ se come. Sin embargo, si uno no quiere o no puede ocuparse de su alimentaci¨®n y la deja en manos de otros, probablemente renuncie a los productos naturales, a la calidad, al buen gusto o a todo ello a la vez. Con lo que eso puede comportar, por supuesto. Entre ambas opciones hay que saber a qu¨¦ estamos dispuestos a renunciar. Porque la vida es una toma constante de decisiones. Y las que afectan a la alimentaci¨®n se cuentan, desde luego, entre las importantes. Porque, despu¨¦s de todo, somos lo que comemos.

Presa con uvas

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