Consumo colaborativo, ?econom¨ªa a escala humana?
Por Amaya Apestegu¨ªa, de la OCU
El consumo colaborativo es una alternativa al consumo tradicional. Antes cuando necesit¨¢bamos un producto o servicio, la ¨²nica soluci¨®n era comprarlo a una empresa. Ahora podemos conseguir lo que necesitamos gracias a un sistema que pone en contacto a particulares para intercambiar, compartir, colaborar, contratar, vender o donar. Nos hemos dado cuenta de que no tiene sentido acumular bienes que no necesitamos, cuando les podemos sacar partido cedi¨¦ndoselos a otras personas a cambio de dinero, tiempo o reciprocidad.
Es un sistema complementario muy prometedor para los que buscamos otras formas de consumir, m¨¢s humanas y menos derrochadoras, que sin embargo ha saltado a los medios a trav¨¦s de la pol¨¦mica por los supuestos impactos negativos en t¨¦rminos de competencia desleal y distorsi¨®n del mercado de trabajo de una parte de la econom¨ªa colaborativa, la llamada ¡°econom¨ªa bajo demanda¡±.
Las plataformas son eficientes, porque consiguen generar muchas transacciones con pocos trabajadores, pero esto crea tensiones en un mercado de trabajo que se est¨¢ transformando hacia una sociedad de freelances, y hay grandes debates como el de Uber-taxistas sobre si hay que defender la eficiencia a toda costa.
En aspectos medioambientales, la reutilizaci¨®n de productos disminuye la presi¨®n sobre la producci¨®n global y las materias primas, pero no est¨¢ claro que no haya un efecto rebote debido a un hiper-consumo m¨¢s barato. Por otro lado, las posibilidades de crear una econom¨ªa a escala humana, de persona a persona, colisiona con la apropiaci¨®n de los valores de colaboraci¨®n y transformaci¨®n por parte de grandes plataformas sin evidencias que lo sustenten, lo que se est¨¢ empezando a llamar ¡°collaborative washing¡±.
Para analizar en profundidad sus efectos en los usuarios y la sociedad, la OCU y otras tres organizaciones de consumidores europeas, junto al grupo de investigaci¨®n Cibersomosaguas (UCM) y a Ouishare, ha estado investigando el fen¨®meno y acaba de publicar los resultados en un informe que se puede descargar libremente: ¡°Colaboraci¨®n o negocio: del valor para el usuario a una sociedad con valores¡±.
La primera parte del estudio ha analizado la satisfacci¨®n, problemas y motivaciones de m¨¢s de 8.600 usuarios europeos. La principal conclusi¨®n es que la satisfacci¨®n es elevada, con notas superiores al 8 sobre 10, y que no hay diferencias significativas en la satisfacci¨®n de experiencias de consumo colaborativo promovidas entre conocidos (vecinos, compa?eros de trabajo, asociaciones¡) o entre desconocidos contactados a trav¨¦s de las plataformas.
Los problemas del 3% de usuarios insatisfechos de la encuesta no son de excesiva gravedad, si bien no suelen hacer nada para solucionarlos. Es cierto que cuando hay un conflicto con un particular no podemos acudir a la legislaci¨®n de consumo porque est¨¢ pensada para proteger a la parte m¨¢s d¨¦bil en la relaci¨®n con las empresas, pero seg¨²n la encuesta de la OCU, la mayor¨ªa de los usuarios insatisfechos ni siquiera lo eval¨²an negativamente a trav¨¦s de los sistemas de reputaci¨®n virtual (puntuaciones y comentarios) presentes en la mayor¨ªa de plataformas.
Las principales motivaciones para acercarse al consumo entre particulares son razones econ¨®micas (ahorrar y ganar dinero), y pr¨¢cticas (flexibilidad de horarios, facilidad de uso, variedad), pero no son las ¨²nicas. Muchos usuarios se acercan a los estilos de vida colaborativos para promover la econom¨ªa entre personas. Compartir experiencias y conocer gente, reducir la presi¨®n sobre el medioambiente y ayudar a otros con lo que no necesitan, son motivaciones secundarias pero m¨¢s humanas que ayudan a explicar el alto nivel de satisfacci¨®n de este modelo.
Una parte pionera del estudio se centra en identificar indicadores para empezar a medir el impacto real del consumo colaborativo en la econom¨ªa, la sociedad y el medioambiente, pero aunque avanza algunos resultados muy interesantes (alta eficiencia, modelos de gesti¨®n centralizados, importante porcentaje de actividades no monetizadas, etc.), se topa con una escasa participaci¨®n por parte de las plataformas, bien porque no est¨¢n generando datos tan detallados o por razones de confidencialidad.
El mayor valor del estudio es que consigue diferenciar tres grandes grupos de plataformas en funci¨®n de las interacciones que facilitan entre sus usuarios en su p¨¢gina web. Esta clasificaci¨®n va m¨¢s all¨¢ de la actividad que realicen (transporte, alojamiento, segunda mano...), porque plataformas que se dedican a la misma actividad consiguen generar interacciones diferentes entre sus usuarios. Es decir, no es tan importante qu¨¦ hacen sino c¨®mo lo hacen.
Las puntuaciones obtenidas para 55 plataformas europeas diferentes en los cuatro grandes par¨¢metros analizados (usabilidad y funcionalidad, confianza y reputaci¨®n virtual, reglas de uso para los usuarios, y huella en la comunidad¡), se han sometido a un an¨¢lisis factorial que ha dibujado tres grupos diferentes de plataformas:
-
Las orientadas a la transacci¨®n: su objetivo es facilitar intercambios pr¨¢cticos, ¨²tiles y sencillos entre sus usuarios. Son modelos que se basan en poner en contacto oferta y demanda. Muchas de estas plataformas ofrecen servicios simples, como los mercados de segunda mano, que introducen dinamismo en la econom¨ªa sin necesidad de desarrollar complejas identidades virtuales.
-
Las orientadas a la conexi¨®n de usuarios en redes. A menudo internacionales y muy bien dise?adas, fomentan redes de relaciones basadas en intereses comunes y en la reputaci¨®n digital. Son las que mejores puntuaciones consiguen en todos los criterios salvo en ¡°comunidad¡±. Permiten interacciones colaborativas din¨¢micas, eficientes y basadas en la confianza. Se basan en los principios de la interconexi¨®n de redes individuales, y en la promoci¨®n del capital social de los usuarios como una nueva moneda. Sin embargo, sus prestaciones t¨¦cnicas no implican necesariamente la promoci¨®n de "colaboraci¨®n o cultura comunitaria". Por el contrario, ofrecen recursos de alta calidad para que los usuarios alcancen metas individuales.
-
Las que est¨¢n orientadas a la comunidad y se plantean objetivos como mejorar la cohesi¨®n social o promover h¨¢bitos de consumo m¨¢s sostenibles. Tienen las puntuaciones m¨¢s altas en ¡°comunidad¡±, pero tambi¨¦n buenos resultados en las otras categor¨ªas. Tienden a centrarse en el desarrollo de mejores conexiones sociales para crear comunidades fuertes construidas a menudo sobre pr¨¢cticas sostenibles y de ayuda mutua. Es f¨¢cil encontrar en esta categor¨ªa iniciativas locales, con pagos no monetizados y sin ¨¢nimo de lucro.
Con los datos de este estudio en la mano, queda claro que el consumo colaborativo nos ofrece herramientas para una vida m¨¢s f¨¢cil: es ¨²til, pr¨¢ctico y eficiente. Tambi¨¦n vemos que dentro de este movimiento hay un abanico de opciones muy amplio, desde las m¨¢s pragm¨¢ticas que solucionan un intercambio puntual, pasando por las redes en que cada usuario desarrolla su ¡°reputaci¨®n virtual¡± como un capital social, hasta las m¨¢s transformadoras que realmente contribuyen a creaci¨®n de comunidades y a una humanizaci¨®n de la econom¨ªa.
El consumo colaborativo es un movimiento nuevo, interesante y sugerente, que conecta con un ciudadano informado y con capacidad de decisi¨®n, con muchas ganas de consumir de otra manera. Est¨¢ en nuestra mano elegir las opciones que m¨¢s nos convengan en cada momento y que m¨¢s nos convenzan por nuestros valores y nuestro estilo de vida. Esa es la verdadera revoluci¨®n, tener opciones para hacer las cosas de otra manera. A peque?a escala. A escala humana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.