Las sombras de la conciencia
El descubrimiento de que Lech Walesa espiaba a sus compa?eros es una noticia de esas que dejan un sabor a cenizas en la boca
El descubrimiento de nuevos documentos que parecen demostrar que Lech Walesa fue un informante de la polic¨ªa secreta comunista y que, a¨²n peor, espiaba a sus propios compa?eros de los astilleros es una de esas noticias lastimosas que te dejan un sabor a cenizas en la boca. Y no porque suponga para m¨ª algo inesperado ni el derrumbe de un mito: nunca me cay¨® bien Walesa y adem¨¢s lo de su pasado de chivato era algo que se rumoreaba desde hac¨ªa a?os. No, lo desolador no es que este tipo de cosas sean sorprendentes, sino que, lamentablemente, no lo son. Lo triste es que ocurren demasiadas veces y forman parte de la compleja mezquindad del ser humano.
El asunto de Walesa me ha recordado otro destape ilustre, el de la escritora de Alemania del Este Christa Wolf, autora de magn¨ªficas novelas. Partidaria del r¨¦gimen en su juventud, se fue haciendo m¨¢s y m¨¢s cr¨ªtica con los a?os, aunque sin abandonar el marxismo. Durante mucho tiempo, antes y despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro, fue un referente ¨¦tico en la sociedad alemana. Hasta que en 1993 se empezaron a abrir los archivos de la Stasi, la aterradora polic¨ªa secreta de la RDA, y se descubri¨® que Wolf hab¨ªa trabajado para ellos como informante de 1959 a 1961. El hallazgo cay¨® como una bomba; al contrario de lo que sucede con Walesa, de Wolf nunca se hab¨ªa rumoreado nada. No parece que su carrera como chivata fuera un ¨¦xito; en los papeles, la propia Stasi tilda a Christa Wolf de informante ¡°reticente¡±. Adem¨¢s se dir¨ªa que el resto de la vida de la escritora fue tan verdadero como parec¨ªa; s¨ª se fue distanciando del r¨¦gimen, s¨ª fue haci¨¦ndose m¨¢s y m¨¢s cr¨ªtica, s¨ª sufri¨® cierta represi¨®n por ello. Quien no tenga alg¨²n error en su vida, que tire la primera piedra. Pero, claro, lo malo, lo indecente, es atribuirse un lugar de pureza ideol¨®gica teniendo todo eso callado a las espaldas. Tras la ca¨ªda del Muro, Wolf perdi¨® una oportunidad de oro para intentar explicar lo inexplicable, a saber, c¨®mo gente buena e inteligente es corrompida o chantajeada o seducida por un sistema pol¨ªtico aberrante para llegar a prestarse a una mezquindad de ese tipo. Quiz¨¢ Wolf, pese a ser tan cr¨ªtica y aguda en sus libros, no hubiera llegado como persona a condenar del todo el r¨¦gimen totalitario en el que hab¨ªa vivido, lo cual ya me parece bastante execrable. Ya se sabe que las novelas suelen ser mejores que los escritores, sobre todo si son autores de talento.
Ya se sabe que las novelas suelen ser mejores que los escritores, sobre todo si son autores de talento
Se dir¨ªa que el caso de Walesa es peor. Su colaboraci¨®n ser¨ªa m¨¢s tard¨ªa, m¨¢s extensa, m¨¢s grave. ?l ha vuelto a negarlo todo, pero sus explicaciones resultan confusas: reconoce vagamente un ¡°error¡±, haber firmado un papel a la polic¨ªa, en fin, un relato poco convincente. Ahora bien, sin duda fue un personaje esencial en el proceso de democratizaci¨®n de su pa¨ªs. Qu¨¦ extra?os, qu¨¦ parad¨®jicos, qu¨¦ confusos somos los seres humanos. Y qu¨¦ malignos, qu¨¦ trituradores de las voluntades son los sistemas totalitarios, que son, me parece, el perfecto caldo de cultivo para este tipo de dobleces. Una de las pel¨ªculas que m¨¢s me han gustado de todas las que he visto es La vida de los otros (2006), de Florian Donnersmarck, en donde se hace justamente lo que Wolf no hizo: explicar c¨®mo un sistema policial tir¨¢nico como el de Alemania Oriental envilece y destruye a las personas, c¨®mo les arrebata su dignidad y les convierte en chivatos. C¨®mo, aparentando ser cr¨ªticos con el r¨¦gimen, y quiz¨¢ sinti¨¦ndolo de verdad en su coraz¨®n, terminan delatando a su propia gente y convirti¨¦ndose en la sombra enferma de lo que son.
?Y por qu¨¦ llega alguien a traicionarse a s¨ª mismo de ese modo? Debe de haber infinidad de respuestas, tantas como sombras tiene la conciencia. Por miedo, por ejemplo; son reg¨ªmenes desp¨®ticos que pueden hacerte la vida imposible. Pero probablemente sea m¨¢s eficaz tentar a los sujetos; ofrecerles dinero (al parecer hay recibos de pagos firmados por Walesa) y, sobre todo, alg¨²n tipo de poder. Es decir, concederles premios, una carrera mejor, ascensos; pero tambi¨¦n el poder de viajar y salir al extranjero, o incluso el de ser un poco disidente sin acabar en la c¨¢rcel. Y, en el caso de los artistas, el poder de cultivar su creatividad m¨¢s libremente. Ah, qu¨¦ tentador para un buen escritor, para un buen pintor, para un cineasta, para todos aquellos creadores que, conscientes de su talento, saben que no van a poder desarrollarlo a causa de la censura del r¨¦gimen salvo si colaboran con ¨¦l a escondidas. Y as¨ª es, en fin, como se convierte uno en un miserable: con la excusa de la propia obra o de decir abiertamente cr¨ªticas que no le perdonar¨ªan a ning¨²n otro. Perverso, ?no? Todav¨ªa saldr¨¢n m¨¢s casos de este tipo a la luz, estoy segura. La contradicci¨®n humana es infinita.
@BrunaHusky
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