De Nixon a Rajoy: mil maneras de perder en pol¨ªtica
La historia de la pol¨ªtica est¨¢ llena de perdedores despreciados como Nixon, o de derrotados dignos, como John McCain o Adolfo Su¨¢rez
En la pol¨ªtica lo normal es perder y la norma es sobrevivir. La clave, y lo que los pol¨ªticos prefieren que no se estudie demasiado, es c¨®mo se concilian estos dos polos. ¡°Ser un perdedor pol¨ªtico es algo lleno de matices, no se puede utilizar de un modo absoluto¡±, explica el profesor de Politolog¨ªa de la Universidad Carlos III de Madrid Pablo Sim¨®n. Tambi¨¦n el periodista Manuel Jabois considera la polisemia del t¨¦rmino: ¡°Me parece m¨¢s perdedor el pol¨ªtico que llega al poder y no logra cumplir sus promesas electorales que el derrotado¡±. La veterana periodista Victoria Prego, testigo clave en la Transici¨®n, afirma que perdedor es el que se queda fuera de la escena: ¡°Hay algunos que son coyunturales y otros m¨¢s estructurales¡±, matiza.
El m¨¢s medi¨¢tico y memorable ejemplo de pol¨ªtico derrotado es Richard Nixon. Primero fue en las elecciones de 1960, en las que no logr¨® la presidencia que todo el mundo aseguraba que ganar¨ªa ¨¦l y no John F. Kennedy. Trabajador abnegado y hombre perseverante donde los hubiera, Nixon no s¨®lo logr¨® ser el primer derrotado en repetir como candidato a la Casa Blanca, sino que gan¨® las elecciones de 1968 y fue reelegido cuatro a?os m¨¢s tarde. Pero la historia termin¨® ah¨ª. En 1974, el caso Watergate le oblig¨® a dimitir. Se convirti¨® as¨ª en el primer presidente estadounidense que sal¨ªa con vida de la Casa Blanca sin acabar un mandato. Su despedida, inc¨®moda, sin precedentes ni protocolo, dej¨® sin embargo una imagen ic¨®nica. Nixon le dec¨ªa adi¨®s a su equipo en el jard¨ªn de la Casa Blanca, frente a un helic¨®ptero que iba a llevarle de vuelta a la vida de civil. En la escena, retransmitida por la televisi¨®n nacional, se ve a Nixon vacilar un segundo frente al helic¨®ptero, como asumiendo que los legados se resumen en im¨¢genes y este iba a ser el suyo. Entonces se vuelve a su personal, lanza la mano derecha al aire con el gesto de la paz y, al recibir un aplauso, repite el gesto con las dos manos. Su adem¨¢n de amargura se derrite en una sonrisa. Ha perdido como nadie, pero, por otro lado, nadie ha perdido como ¨¦l.
John McCain no fue un candidato muy exitoso a la Casa Blanca, pero como derrotado no tuvo parang¨®n. Todo empez¨® la misma noche electoral, cuando pronunci¨® un discurso que le convirti¨® en uno de los pol¨ªticos m¨¢s queridos de Washington
Una derrota incluso puede ser un paso para entrar con letras doradas en los libros de historia. El primer presidente de nuestra actual democracia, Adolfo Su¨¢rez, hoy da nombre al aeropuerto de Madrid, pero en su d¨ªa nunca gobern¨® con mayor¨ªa absoluta, y el acoso y derribo que sufri¨® durante sus a?os en el poder le precipit¨® a una dimisi¨®n ignominiosa. No tanto como Nixon, pero¡ ¡°Fue denostado por todos, pero el paso del tiempo hizo que ocupara el puesto que merec¨ªa en las primer¨ªsimas filas de la historia de Espa?a¡±, asegura Prego. Sim¨®n lo explica m¨¢s a fondo: ¡°En el libro Anatom¨ªa de un instante, que disecciona el 23-F, Javier Cercas utiliza el concepto de h¨¦roes en retirada. Son aquellos que se ven obligados por las circunstancias a hacer un acto de traici¨®n¡±. Casi siempre, a estos h¨¦roes les salva el paso del tiempo. ¡°El mito pol¨ªtico se construye desde la nostalgia, cuando la figura ya no puede hacer da?o¡±, asegura. Esto mismo ocurri¨® con el canciller Helmut Kohl, que lider¨® el proceso de unificaci¨®n alemana; tras la derrota y dimisi¨®n del partido, en 1998, empezaron a lloverle reconocimientos, como el Premio Pr¨ªncipe de Asturias o el de Ciudadano de Honor Europeo.
Tambi¨¦n el senador de Arizona John McCain sea probablemente m¨¢s c¨¦lebre hoy que antes de perder la carrera a la Casa Blanca ante Barack Obama en 2008. En realidad fue m¨¢s popular tras la derrota que en campa?a: nada m¨¢s conocer los resultados, el entonces candidato republicano se dirigi¨® a los medios con militar entereza y pronunci¨® un memorable discurso de despedida. ¡°El ¨¦xito [de Obama] merece todo mi respeto por su talento y perseverancia¡±, comenz¨®. ¡°Pero, el que lo haya logrado alimentando a la vez las esperanzas de tantos millones de estadounidenses que err¨®neamente cre¨ªan no tener poder alguno a la hora de elegir a un presidente en EE UU es algo por lo que le admiro profundamente¡±. Sonoros aplausos. Posteridad ganada. McCain acababa de salvar el obst¨¢culo m¨¢s inmediato que amenaza a un perdedor: el castigo por ostracismo. La exclusi¨®n que le espera a las personas inc¨®modas para las instituciones. Un miedo que en Espa?a es pr¨¢cticamente desconocido. Los perdedores condenados al destierro pol¨ªtico son un rara avis en nuestro pa¨ªs, aunque la memoria de Victoria Prego s¨ª da con un ejemplo: ¡°La derrota del Partido Liberal [que se fund¨® y disolvi¨® dos veces a partir de 1977]; aunque Joaqu¨ªn Satr¨²stegui [su fundador y presidente] asumi¨® su derrota, sus ideas acabaron triunfando¡±. Finalmente, el Partido Liberal fue absorbido por una de las complejas agrupaciones de partidos pol¨ªticos de la Transici¨®n. Su historia es una excepci¨®n en el p¨¢ramo y Pablo Sim¨®n conoce el motivo por el que los pol¨ªticos tienden a perpetuarse: ¡°Apartar al l¨ªder de los partidos hist¨®ricos en nuestro pa¨ªs requiere casi de una conspiraci¨®n interna¡±.
El tiempo puede hacer que quien nos pareci¨® un perdedor pase a ser un m¨¢rtir. ¡°Adolfo Su¨¢rez fue denostado por todos, pero el paso del tiempo hizo que ocupara el puesto que merec¨ªa en las primer¨ªsimas filas de la historia de Espa?a¡±, explica Victoria Prego
El l¨ªder apartado, no obstante, tiene sus salidas. Muchos optan por reciclarse, mudarse a un nuevo campo donde nadie los ha derrotado todav¨ªa. ¡°A menudo los candidatos estadounidenses perdedores abrazan determinadas causas y utilizan su prestigio para promoverlas¡±, apunta Sim¨®n. Se refiere a renacidos como Jimmy Carter, galardonado con el Nobel de la Paz por su servicio a causas humanitarias. Otro perdedor reconvertido, tambi¨¦n galardonado con el Nobel de la Paz, fue Al Gore. Derrotado por George W. Bush en 2000, emple¨® su prestigio para defender la causa medioambiental y protagoniz¨® el documental Una verdad inc¨®moda. La cinta se llev¨® un Oscar y es hoy ejemplo de todo lo bueno que se puede lograr tras una derrota.
Espa?a es, una vez m¨¢s, una excepci¨®n a la norma. ¡°Hay casos de pol¨ªticos nacionales que se han dedicado luego a sus negocios, como Abel Matutes¡±, recuerda Prego haciendo un esfuerzo. Nuestros l¨ªderes, asegura, no son intercambiables: ¡°Esos movimientos surgen en sociedades civiles fuertes, poderosas y activas, pero nos falta mucho por madurar en democracia¡±. Sim¨®n reconoce como habitual la asunci¨®n de puestos tecnocr¨¢ticos europeos, como Joaqu¨ªn Almunia, candidato socialista que sucedi¨® a Felipe Gonz¨¢lez para las elecciones de 2000 y fue derrotado en las elecciones contra Aznar. ¡°No sabemos qu¨¦ presidente habr¨ªa sido, pero s¨ª estamos todos de acuerdo en que le fue muy bien al frente de la cartera de Competencia en la Comisi¨®n Europea¡±, opina Prego. Pero no lo suficiente como para que, cuando uno escribe Almunia en el buscador de Google, aparezca el pol¨ªtico antes que el exportero del Arsenal del mismo apellido.
¡°A pesar de su dimisi¨®n, Varoufakis no me parece un perdedor. Es un pol¨ªtico muy de portada de Rolling Stone, de fans, pero no todo es salir en el escenario con el micr¨®fono. Hay que discutir decretos con funcionarios encorbatados¡±, cuenta Manuel Jabois
Yanis Varoufakis fue un ministro de Finanzas cuyas ideas pol¨ªticas nunca llegaron a aplicarse ni mucho menos a salvar a su pa¨ªs, Grecia, de un corralito. Poco despu¨¦s, dimiti¨®. A pesar de lo dram¨¢tico de su final, pocos le consideran un fracaso como gestor p¨²blico. ¡°Varoufakis, en realidad, no me parece un perdedor¡±, opina Jabois. A su modo de ver, el exministro acab¨® devorado por el personaje que los medios dibujaron de ¨¦l: ¡°Es un pol¨ªtico muy de portada de Rolling Stone, de fans, pero no todo es salir al escenario con el micr¨®fono. En pol¨ªtica tambi¨¦n hay un despacho con un ej¨¦rcito de funcionarios encorbatados con los que discutir decretos, y Varoufakis contrasta¡±.
Si la derrota es negra y la victoria, blanca, la resistencia es gris. La historia pol¨ªtica, desde Winston Churchill, que se puso al frente de la Inglaterra de la II Guerra Mundial tras 15 humillantes a?os en los que fue considerado un activo t¨®xico en pol¨ªtica, est¨¢ llena de nombres cuyo ¨¦xito se bas¨® en la perseverancia. Ah¨ª s¨ª que tiene Espa?a ejemplos a raudales. ¡°Aznar, Rajoy, Felipe Gonz¨¢lez¡ Todos repitieron candidatura. Es una regla no escrita: si est¨¢s al frente de los dos grandes partidos, tarde o temprano te llegar¨¢ la oportunidad¡±, cuenta Sim¨®n. De ah¨ª que la emergencia de nuevas formaciones haya atascado tan profundamente el sistema pol¨ªtico vigente. Tanto Pablo Iglesias (Podemos) como Albert Rivera (Ciudadanos) resultaron perdedores en las elecciones generales del 20 de diciembre, pero han logrado que sean el PP y el PSOE los que parezcan derrotados.
La resistencia es la norma en la pol¨ªtica espa?ola. Aznar, Rajoy, Gonz¨¢lez... Todos repitieron candidatura ¡°Es una regla no escrita: si lideras uno de los dos grandes partidos, tarde o temprano te llegar¨¢ tu oportunidad¡±, analiza el polit¨®logo Pablo Sim¨®n
Espa?a ha empezado 2016 pol¨ªticamente paralizada. Mientras, los dirigentes de los principales partidos juegan a un juego de percepciones para parecer ganadores y no dejarse encuadrar como perdedores. El presidente en funciones, Mariano Rajoy, es quien suma m¨¢s papeletas para ambos t¨ªtulos. ¡°Si consigue burlar el asedio casi judicial de su partido y se sienta de nuevo en la Moncloa, ser¨¢ un ganador premium¡±, calcula Manuel Jabois. Pedro S¨¢nchez, secretario general del PSOE, por su parte, tiene que lidiar con la imagen de que es el gran perdedor en las urnas. ¡°Los medios y su propio partido le han colocado en ese lugar. Ha sacado el peor resultado del PSOE y, sin embargo, es el mejor situado para gobernar¡±. Iglesias, mientras, se ha autoproclamado ganador desde su irrupci¨®n en la pol¨ªtica. ¡°Pide la luna, y como no se la van a dar, quiz¨¢s se pueda quedar con un par de nubes¡±, ironiza Jabois.
S¨®lo un candidato a la presidencia se ha declarado perdedor: Alberto Garz¨®n, l¨ªder de Izquierda Unida. Y precisamente eso lo ha convertido en un peque?o ganador. ¡°En Ciencia Pol¨ªtica se habla del efecto underdog, la compasi¨®n que inspira un candidato o partido cuando se sabe con seguridad que perder¨¢¡±, explica Sim¨®n. Al final, Garz¨®n fue el pol¨ªtico m¨¢s apreciado en las redes sociales durante la campa?a. ?l gan¨® perdiendo, como los derrotados que al final de la pel¨ªcula demuestran que la victoria que cuenta es otra. Al fin y al cabo, no hay nada m¨¢s honesto, humano y raro que un perdedor sin concesiones. Alguien que mira alrededor y lanza su mano al aire con el gesto de la paz.
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