?Cuba s¨ª, yanquis tambi¨¦n!
La visita de Obama ser¨¢ in¨¦dita por muchos motivos. Uno de ellos: por primera vez los cubanos no estar¨¢n ¡®obligados¡¯ a insultar a un presidente de Estados Unidos
Los cubanos son proclives a la mofa. Siempre lo fueron, pero esta cualidad se potenci¨® a partir de 1959, a?o de la llegada de Fidel Castro al poder. Poco despu¨¦s, la geopol¨ªtica entrar¨ªa en tromba en la vida privada, lo que supon¨ªa que el presidente de cualquier potencia mundial pod¨ªa convertirse en enemigo personal, visceral y dom¨¦stico, y como tal, ser¨ªa insultado. En la cocina o en la plaza de la Revoluci¨®n.
De esa pasi¨®n no escaparon ni los l¨ªderes sovi¨¦ticos. Tras la resoluci¨®n de la crisis de los misiles, conocida en Cuba como la crisis de octubre, despu¨¦s de que Nikita Jruschov y John F. Kennedy alcanzasen un acuerdo a espaldas de Fidel Castro, una turbamulta sali¨® a las calles m¨¢s o menos indignada a cuestionar la virilidad del presidente sovi¨¦tico: ¡°?Nikita, mariquita, lo que se da no se quita!¡±, gritaban a paso de conga. Por supuesto, lo que reclamaban eran las ojivas nucleares que estaban siendo desmanteladas en las costas de Cuba.
Pero el blanco de las afrentas m¨¢s sonoras eran los presidentes estadounidenses. Por lo general, el primer vituperio, el oficial, lo lanzaba el comandante desde una tribuna y tras ¨¦l se acumulaban las versiones populares. El ¨¦xodo del Mariel en 1980 se tradujo en una lluvia de improperios para el presidente James Carter: ¡°Carter, loca, a Cuba no se toca¡±, ¡°Carter, lechuza, te cambias por un pitusa¡± (unos vaqueros). A?os despu¨¦s, a Ronald Reagan se le dedicaban estos c¨¢nticos por las calles de La Habana: ¡°?Ae, ae, la chambelona, Reagan no tiene madre porque lo pari¨® una mona!¡±. Bill Clinton, adem¨¢s de zarandeado por su conducta sexual, fue el protagonista de un chiste muy popular en los noventa. Un borracho llega dando tumbos hasta una pared, coge una tiza y empieza a escribir una pintada contra el Gobierno: ¡°?ABAJO F¡! Pero antes de que pueda terminar el nombre (Fidel) es sorprendido por la polic¨ªa:
¨COiga, ?y usted qu¨¦ iba a escribir ah¨ª?
El borracho, pillado, intenta arreglarlo:
¨CAgente, ?c¨®mo era que se escrib¨ªa: Clinton o Flinton?
La visita de Obama ser¨¢ in¨¦dita por muchos motivos. Uno de ellos es que los cubanos por primera vez no est¨¢n obligados a insultar a un presidente de Estados Unidos. Y tampoco parece que est¨¦n deseando hacerlo. ¡°La gente lo est¨¢ esperando y la visita puede ser apote¨®sica¡±, opina el ensayista cubano Iv¨¢n de la Nuez, que cree que el cambio de registro se debe en parte a la actitud de Obama. ¡°Ha sido el primer presidente estadounidense que ha hablado directamente a los cubanos, no al Gobierno de Cuba ni a los lobbies de Miami¡±.
De la Nuez estaba en La Habana el 17 de diciembre de 2014 cuando se anunci¨® el deshielo. ¡°De inmediato los medios cubanos rebajaron su ret¨®rica habitual y en menos de 24 horas Estados Unidos pas¨® de ser ¡®el enemigo del Norte¡¯ a ¡®el pa¨ªs vecino¡±. Tambi¨¦n empezaron los chistes en la calle: ¡°Yo estaba en el hospital y, si no hab¨ªa suficientes balones de ox¨ªgeno, enseguida alguien saltaba: ¡®?Tranquilo, que esto lo va a resolver Obama!¡±.
Por aquellos d¨ªas la artista pl¨¢stica Tania Bruguera fue retenida en la isla. Y all¨ª permaneci¨® durante ocho meses sin pasaporte. El motivo fue intentar realizar una performance consistente en abrir un micr¨®fono para que los transe¨²ntes opinaran sobre el restablecimiento de las relaciones. ¡°Tu obra es contrarrevolucionaria, en ella parece que no queremos ser amigos de Estados Unidos¡±, le espet¨® el presidente del Consejo Nacional de las Artes Pl¨¢sticas haciendo uso de lo que parece ser el nuevo argumentario oficial. Antes del 17 de diciembre, Bruguera tambi¨¦n era contrarrevolucionaria, pero justo por las razones opuestas.
Ante la perplejidad de los cubanos, las calles de La Habana se reparan a toda velocidad para recibir al exenemigo, y ya hay quien adivina la ruta de Obama siguiendo el trazado de las obras: ¡°Capitolio, paseo del Prado, el Malec¨®n y Quinta Avenida¡±, pronosticaba una habanera al canal Univisi¨®n. ¡°A ver si se anima y viene a mi casa para que vea la realidad¡±, terciaba otra. Esta vez los cubanos esperan con m¨¢s chistes que insultos. ¡°Y con menos drama que las generaciones anteriores¡±, apunta De la Nuez, que detecta ¡°ciertos espacios de libertad en medio del caos del poscomunismo¡±. Los cubanos se saben tocados por algunas virtudes: disponen de uno de los mejores o¨ªdos musicales del mundo y son r¨¢pidos cambiando el paso. Ya se disponen a bailar al son de la nueva consigna: ¡°?Cuba s¨ª¡, yanquis tambi¨¦n!¡±.
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