La memoria de los ¨¢rboles
La naturaleza lleva una contabilidad exacta del tiempo
El cuerpo humano no registra la fecha de sus heridas. Examinando la cicatriz de tu pierna, la ciencia no puede determinar en qu¨¦ a?o te ca¨ªste de la bicicleta; la biopsia no revela la antig¨¹edad de un c¨¢ncer. Los cuerpos de los ¨¢rboles, en cambio, recuerdan las glaciaciones, las plagas, los incendios o terremotos: todos y cada uno de los intentos de invasi¨®n que han sufrido a lo largo de sus vidas. Esa informaci¨®n est¨¢ grabada con precisi¨®n en sus anillas conc¨¦ntricas. La dendrocronolog¨ªa es la ciencia que estudia esas fiables bases de datos. Fue fijada como disciplina acad¨¦mica por A. E. Douglass, fundador en 1937 del Laboratorio de Investigaci¨®n de los Anillos de los ?rboles en la Universidad de Arizona, que todav¨ªa sigue siendo el m¨¢s importante del mundo.
Pero que un ¨¢rbol no nos impida ver el bosque: lo importante es que Douglass cre¨® escuela. Sus m¨¦todos enseguida se expandieron hacia la arqueolog¨ªa (muchas construcciones primitivas estaban hechas con madera), la hidrolog¨ªa (los ¨¢rboles tambi¨¦n registran los flujos de agua) y sobre todo la climatolog¨ªa (las plantas son puertas de acceso a las cuatro estaciones de cada uno de los ¨²ltimos cientos o miles de a?os pasados). Son muchas las universidades norteamericanas y del resto del mundo con departamentos especializados en dendrocronolog¨ªa. En el Cono Sur hay dos de gran prestigio: el Instituto Argentino de Nivolog¨ªa, Glaciolog¨ªa y Ciencias Ambientales, con sede en Mendoza, Argentina, y el Laboratorio de Dendrocronolog¨ªa de la Universidad Austral de Chile. All¨ª se descubri¨® que, tras la norteamericana Pinus longaeva, con hasta 4.500 a?os de vida, el alerce es la especie m¨¢s antigua del mundo: les permiti¨® reconstruir las temperaturas en la zona de los ¨²ltimos 3.622 a?os.
?Son los ¨¢rboles la piedra Rosetta que permite traducir el idioma de la naturaleza? En Suiza ¨Cterritorio neutral¨C se encuentra el Instituto Federal para la Investigaci¨®n en Bosques, Nieve y Paisaje, que impulsa diversos archivos, como la Bibliograf¨ªa de dendrocronolog¨ªa, que indexa m¨¢s de 11.000 referencias en la materia, y el Glosario multiling¨¹e de dendrocronolog¨ªa, que traduce 351 t¨¦rminos especializados a media docena de idiomas. Le pregunto a su creadora, Mich¨¨le Kaennel, c¨®mo fue la gestaci¨®n de ese diccionario: ¡°Por cada idioma reun¨ª equipos de hasta 50 profesionales de distintas disciplinas y trabajamos en red, asesorados por los m¨¢ximos expertos internacionales¡±, explica. El a?o pasado fue comisaria de una exposici¨®n sobre el bosque f¨®sil que se ha encontrado en plena ciudad de Z¨²rich: ¡°Con 13.000 a?os, justo tras el retiro de los grandes glaciares alpinos, es el m¨¢s antiguo y mejor conservado de este tipo¡±.
Observando microsc¨®picamente esas anillas congeladas en el tiempo se puede acceder a un registro anual de la historia y de la prehistoria. ¡°Pr¨®ximamente, vamos a publicar en Nature un art¨ªculo con datos muy sorprendentes sobre un acontecimiento de la historia de Europa que nos han revelado las anillas de los ¨¢rboles¡±, comenta entusiasmada. La escritura tiene unos 5.000 a?os de vida. Pero mucho antes de que los seres humanos invent¨¢ramos alfabetos, la naturaleza llevaba una contabilidad exacta del tiempo dibujando c¨ªrculos en la le?a y la savia. En ese idioma est¨¢ escrito el aut¨¦ntico Antiguo Testamento: cada una de las antiguas glaciaciones y diluvios e incendios.
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