Palabras nuevas
Me gusta recordar a Nancy Reagan como la anfitriona de la Casa Blanca que permiti¨® a John Travolta bailar con Diana de Gales y que se fotografiaba con Mr. T.
?Otra semana m¨¢s sin gobierno, manteniendo esa sensaci¨®n, entre relajadita y estimulada, como la que te deja una buena sesi¨®n de yoga! Sinti¨¦ndonos muy ¡°compi yogui¡±, el t¨¦rmino empleado por la Reina y que hemos conocido al desvelarse un intercambio de mensajes entre ella y Javier L¨®pez Madrid, un s¨²bdito investigado por varias razones. La Reina ha impuesto una nueva moda y ya en varios gimnasios de Madrid imparten clases compi yogui. Lamentablemente, aquella amistad termin¨® en una lesi¨®n confirmada ahora por la Casa del Rey.
Yo tambi¨¦n tengo compis yoguis: libros buenos. Cinco esquinas, la nueva novela de Mario Vargas Llosa, es uno de ellos. Lo que m¨¢s me gusta de esta es que no est¨¢ escrita por un Nobel sino por un hombre ya sin edad. Porque la novela, m¨¢s que contempor¨¢nea, es pr¨®xima, vital, como escrita por un joven con inmenso talento dotado de un conocimiento profundo de nuestra lengua. Esa es la clave de esta novela y su emoci¨®n. El lenguaje es pleno, euforizante, no cesas de descubrir palabras que quieres averiguar, investigar y, desde luego, incorporar. Ese disfrute te adentra en la s¨®rdida historia de un chantaje que re¨²ne a un elenco de personajes que jam¨¢s se conocer¨ªan sino fuera porque forman parte de un tiempo cruel y oscuro en Per¨². Pero muchas veces ese Per¨² parece esta Espa?a. Los ricos son igual de pueriles y peligrosos que los pol¨ªticos que juegan con el poder y los periodistas que creen que la b¨²squeda de la verdad es cosa solo de los buenos.
Otra lectura es Furias divinas, de Eduardo Mendicutti, sobre un cabaret de transformistas en La Algaida, el Macondo gaditano del autor. El cabaret se llama Garbo, para hacerle competencia al antro de enfrente que se llama Loren, y, a partir de ah¨ª, tampoco puedes dejar de leerla. Los transformistas de la novela no son transg¨¦nero, como las hermanas Wachowski, que dirigieron Matrix como hombres y ahora son directoras, pero tienen los mismos problemas que muchos espa?oles: desempleo, desconcierto pol¨ªtico y un inter¨¦s por Podemos que deviene en obsesi¨®n al tiempo que desnuda las carencias de una izquierda que por travestirse de burguesa termin¨® desorientada. Al final, pareciera que solo la pachanga es nuestra salvaci¨®n. Es probable que con Furias divinas te r¨ªas m¨¢s que con Cinco esquinas, que es un thriller de aqu¨ª te espero, pero ambas lecturas hacen pensar en que lo bueno no es el jaque al poder sino el poder de la literatura.
Nancy Reagan, que conoci¨® el poder de verdad, falleci¨® el domingo pasado. No fue una buena actriz, sus hijos se quejaron de su papel como madre pero s¨ª fue una primera dama excepcional. El p¨²blico la quiso m¨¢s cuando sobrevivi¨® el duro proceso de ver a su esposo Ronald alejarse del mundo que una vez lider¨®, v¨ªctima del alzh¨¦imer. Siempre se dijo que consultaba con una vidente los cambios en el Gobierno de su marido. A m¨ª me gusta recordarla como la anfitriona de la Casa Blanca que facilit¨® que John Travolta bailara con Diana de Gales o que se fotografiaba con Mr. T. o con Michael Jackson disfrazado de Sim¨®n Bol¨ªvar. Ese es su retrato bueno, pero de inmediato recuerdo que ella y su marido hicieron lo imposible para no reconocer el sida como una epidemia, desperdiciando a?os clave para encontrar la cura.
En los ochenta, los Reagan gobernaban sobre el culto al dinero, el poder, la hombrera extensa y el dorado intenso en todos los accesorios. De la misma manera que Donald e Ivana Trump, su esposa de entonces, parec¨ªan ba?arse en d¨®lares y aclararse el pelo con lingotes de oro. Una vez coincid¨ª con los Trump en un desfile en el hotel Plaza, que fue tambi¨¦n de su propiedad, e Ivana ol¨ªa a millones de d¨®lares mezclados con millones de orqu¨ªdeas raras; mientras Donald saludaba a la gente en una largu¨ªsima l¨ªnea sin mirarles a los ojos. Eran como los duques de la Quinta Avenida gracias a las pol¨ªticas neoliberales de la Administraci¨®n Reagan. Con la muerte de Nancy, queda Trump como un payaso para muchos miembros de su propio partido. Pero para otros es un globo llamativo que colocar entre las nubes prometiendo un come back a esos a?os ochenta felices y dispendiosos.
?Qui¨¦n no quiere ser millonario? A todos nos ha dejado con la boca abierta el match point de Mar¨ªa Sharapova admitiendo que se dop¨®. Dopada o no, Sharapova est¨¢ estupenda, rusa pero elegante, m¨¢s minimalista que versallesca. Escogi¨® el D¨ªa Internacional de la Mujer Trabajadora para su confesi¨®n. Quiz¨¢s la confirmaci¨®n de que hasta una mujer muy trabajadora puede esconder una verdad que podr¨ªa transformarla de una furia divina a un ser malvado con m¨¢s de cinco esquinas.
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