Un lugar donde conocer a Mussolini
En Predappio, el pueblo donde naci¨® el dictador, el alcalde quiere construir un centro de estudio del fascismo
El alcalde de Predappio, Giorgio Frassineti, se ha propuesto construir un centro de documentaci¨®n y estudio del fascismo en el pueblo que gobierna y donde naci¨® Benito Mussolini en 1883. No es mala idea, aunque podr¨ªa tener alg¨²n riesgo. Imaginen que dentro de unos a?os el regidor fuera de extrema derecha y decidiera convertir la nueva instituci¨®n en un altar donde acudieran a rendirle pleites¨ªa al dictador los nuevos nost¨¢lgicos del fascio. Ser¨ªa una desastre, una verg¨¹enza.
Pero Frassineti, del Partido Democr¨¢tico, tiene raz¨®n. Ha dicho que Mussolini existi¨®, que no fue ninguna broma, y que no hay m¨¢s remedio que intentar explicarse qu¨¦ pas¨® para que cautivara a tantos italianos, aparte de que no viene nunca mal conocer con detalle lo que hizo y las consecuencias de unas pol¨ªticas inspiradas en la peor megaloman¨ªa. Cuenta con el apoyo del Gobierno de Matteo Renzi y con la venia de numerosos expertos italianos y europeos.
As¨ª que, si las cosas terminan concret¨¢ndose, habr¨¢ un centro dedicado al estudio del fascismo en la antigua Casa del Fascio de Predappio. Podr¨ªa darse de ese modo una extra?a y fascinante paradoja: que el lugar que un d¨ªa sirvi¨® de acomodo para los seguidores de uno de los movimientos m¨¢s delirantes y sanguinarios de la historia europea se convirtiera en el sitio donde desactivar su legado. A trav¨¦s del estudio, del debate, del conocimiento: la raz¨®n como herramienta para liquidar cualquier tentaci¨®n de recuperar aquel ¡°hombre nuevo¡± del que tanto hablaba la propaganda fascista.
Predappio tiene algo de eso que llaman lugares de la memoria. Cada a?o acuden a ese peque?o pueblo de Emilia Romagna donde viven unas 6.500 personas un mont¨®n de creyentes que adoran a¨²n al duce y que siguen postr¨¢ndose ante el littorio, aquel haz de varillas con un hacha colocada al lado que proced¨ªa de la vieja Roma y que sirvi¨® a los camisas negras para que enardecieran a las masas. Mussolini dec¨ªa que ¡°la fe mueve monta?as porque da la ilusi¨®n de que las monta?as se mueven. La ilusi¨®n es, quiz¨¢, la ¨²nica realidad de la vida¡±. Por eso se aplic¨® a la tarea de fabricar rituales: para que llevaran a sus seguidores la convicci¨®n de que serv¨ªan a una gran causa. ¡°El fascismo condenaba a los italianos al entusiasmo¡±, ha escrito el historiador Emilio Gentile. Y tanto entusiasmo condujo a Mussolini a los brazos de Hitler.
¡°Nadie recuerda ni puede recordar lo sucedido fuera del ¨¢mbito de su propia existencia¡±, explic¨® hace ya mucho Francisco Ayala con la l¨²cida distancia del que pone un poco de sentido com¨²n en esa mara?a de emociones patri¨®ticas que tanto explotan algunos pol¨ªticos. Ya no quedan muchos que puedan de verdad acordarse de lo que signific¨® Mussolini y de lo que hizo. Es tiempo pues de conocer el pasado. Y por eso es buena la idea de un centro de estudios del fascismo, para que desmonte definitivamente los delirios del duce.
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