Las mejores amigas
Eran inseparables y hasta buscaban novios juntas. Ahora ninguna de las dos recuerda ya cu¨¢ndo sus vidas se bifurcaron
Eso se prometieron mutuamente a los 13 a?os, que ser¨ªan las mejores amigas, siempre y para siempre.?
Se vieron por primera vez el d¨ªa que ambas empezaron el curso en la misma aula de Educaci¨®n Infantil, pero entonces ninguna de las dos llam¨® la atenci¨®n de la otra. La amistad lleg¨® despu¨¦s, cuando ya estaban en Primaria. La m¨¢s delgada, flexible y estudiosa de las dos empez¨® a fijarse en el talento natural de una ni?a torpe que cantaba muy bien, suspend¨ªa la gimnasia y no estudiaba a diario, pero se sacaba el curso con un atrac¨®n de tres d¨ªas. ?sta admiraba la agilidad gatuna de la primera de la clase, su larga melena casta?a, sus ojos claros, su perfecci¨®n. As¨ª intuyeron que se complementaban, que sus virtudes y defectos encajaban entre s¨ª de tal forma que entre las dos habr¨ªan fabricado una ni?a ideal. Y eso fue lo que les uni¨®.
A los 12 a?os se compraron un medall¨®n de pl¨¢stico partido con dos cadenas, y cada una empez¨® a llevar su mitad colgada del cuello
A los 12 a?os se compraron un medall¨®n de pl¨¢stico partido con dos cadenas, y cada una empez¨® a llevar su mitad colgada del cuello. Poco despu¨¦s, una describi¨® un d¨ªa a la otra como su MA, y a ella le gust¨® tanto la abreviatura que convenci¨® a su madre para que comprara dos pulseras id¨¦nticas en un puesto de la calle, con esas letras colgadas como un dije. A las dos les gustaron mucho las pulseras, pero ninguna se quit¨® el colgante. Aunque todav¨ªa no las dejaban salir sin la compa?¨ªa de alg¨²n adulto, pasaban los fines de semana juntas, en casa de una o en la de la otra, viendo pel¨ªculas, oyendo m¨²sica, bailando y pint¨¢ndose con los cosm¨¦ticos de sus respectivas madres, para ensayar los maquillajes futuros. Luego obtuvieron permiso para ir solas al cine, una experiencia que les pareci¨® muy emocionante por m¨¢s que sus padres las dejaran y las recogieran en la puerta, y decidieron comprarse un cubo de palomitas para las dos. Nunca, ni siquiera cuando ya sal¨ªan juntas hasta medianoche, dejaron de compartir las palomitas. El cubo com¨²n era un s¨ªmbolo, una contrase?a que sobrevivi¨® a la muerte natural de los colgantes y las pulseras.
As¨ª, siendo siempre las mejores amigas, acabaron la Primaria y comenzaron la Secundaria. A aquellas alturas eran ya tan inseparables que cada una de las dos ten¨ªa ropa y cepillo de dientes en casa de su amiga, y ambas conoc¨ªan a toda la familia de la otra, hermanos, abuelos, t¨ªos y primos. Al llegar a la adolescencia, la libertad para salir no menoscab¨® su uni¨®n, al contrario. Juntas ligaron por primera vez y durante una temporada buscaron solamente novios que fueran amigos entre s¨ª. Ten¨ªan grandes planes para irse a estudiar juntas al extranjero, para casarse en la misma ceremonia, para tener el mismo n¨²mero de hijos, y ponerle a la primera ni?a el nombre de la otra, y llevarlas al mismo colegio para que fueran las mejores amigas, como hab¨ªan sido ellas siempre. Luego no entendieron lo que pas¨®.
Estaban haciendo el Bachillerato cuando una se ech¨® un novio que a su amiga le pareci¨® un pijo. Para aquel entonces, la que no sal¨ªa con nadie estaba militando en una organizaci¨®n juvenil de extrema izquierda de la que a su amiga le horrorizaba pr¨¢cticamente todo. El noviazgo de una y la militancia de la otra fueron absorbiendo poco a poco el tiempo libre de ambas, y cuando quedaban era como si algo se hubiera roto en pedacitos tan peque?os que ninguna de las dos sab¨ªa c¨®mo reconstruirlo.
Sus vidas se bifurcaron definitivamente, como los dos brazos de un r¨ªo que desembocan en el mismo mar a centenares de kil¨®metros de distancia
Ya no les gustaban las mismas cosas. Ni la m¨²sica, ni las pel¨ªculas, ni los chicos, ni la gente, ni la mayor¨ªa de los libros, aunque en eso a¨²n coincid¨ªan de vez en cuando. Ninguna de las dos podr¨ªa recordar despu¨¦s en qu¨¦ momento dejaron de verse, primero a diario, luego los fines de semana, por fin de tarde en tarde, cuando alguna sucumb¨ªa a un ataque mixto de nostalgia y arrepentimiento que la precipitaba sobre su m¨®vil, donde el n¨²mero de su mejor amiga segu¨ªa siendo el primero de la lista de favoritos. Incluso cuando esos ataques cesaron, ambas siguieron refiri¨¦ndose a la otra como su mejor amiga durante alg¨²n tiempo. Hasta que un d¨ªa se les olvid¨®. Y cambiaron de m¨®vil. Y confeccionaron otra lista de favoritos. Y sus vidas se bifurcaron definitivamente, como los dos brazos de un r¨ªo que desembocan en el mismo mar a centenares de kil¨®metros de distancia.
Acaban de encontrarse por la calle. Se han dado un abrazo sin reconocer el cuerpo que estrechaban contra el suyo y dos besos muy raros. Se han preguntado c¨®mo est¨¢n, se han respondido que muy bien, y han quedado en llamarse pronto, sin falta, para tomar algo, aunque saben que no lo har¨¢n.
Las dos acaban de cumplir 20 a?os, y ni siquiera conservan el n¨²mero de su mejor amiga de siempre y para siempre.
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