Brasil, empantanado

El hecho de que cientos de miles de brasile?os se echaran el domingo a las calles de m¨¢s de 200 ciudades del pa¨ªs para protestar contra la presidenta, Dilma Rousseff, da muestra de la gravedad de la crisis institucional que atraviesa Brasil y de la urgencia de buscar una soluci¨®n que evite los atajos.

La situaci¨®n es muy grave. Brasil se encuentra sumido en una especie de tormenta perfecta en la que se combinan tres factores: por un lado, una cascada de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, el mayor de los cuales afecta a la principal petrolera del pa¨ªs y llega a salpicar a la emblem¨¢tica figura del expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva; en segundo lugar, un Congreso inoperante debido a la fragmentaci¨®n y empecinado en destituir a la jefa del Estado ¡ªuna soluci¨®n prevista en la ley como recurso ante delitos probados pero nunca como arma pol¨ªtica, como est¨¢ sucediendo¡ª y, finalmente, una crisis econ¨®mica cuya salida no se vislumbra precisamente por la par¨¢lisis pol¨ªtica y que amenaza con llevarse por delante los innegables progresos de bienestar alcanzados durante la presidencia de Lula.

Por ello es m¨¢s que comprensible el malestar ciudadano que est¨¢ alcanzando nuevas cuotas ante las revelaciones que se conocen a diario. El rastro de corrupci¨®n que los pagos de Petrobras est¨¢n dejando en todos los estamentos ha multiplicado el descontento que ya llev¨® a miles de personas indignadas a las calles en 2013. Y no conviene ignorarlo. Son muchos los que recuerdan palabras felices pronunciadas en los d¨ªas resplandecientes de la econom¨ªa brasile?a que ahora se descubren con un nuevo y amargo significado. Sin ir m¨¢s lejos, Lula ¡ªpara quien la Fiscal¨ªa pide el encarcelamiento¡ª sol¨ªa pronunciar una frase que se ha convertido en un boomerang: ¡°Petrobras es Brasil y Brasil es Petrobras¡±.

Y aunque es cierto que Rousseff atraviesa un momento de popularidad baj¨ªsimo, con apenas un 11% de apoyo, y que tiene abierto un proceso de destituci¨®n en el Congreso, es imprescindible no perder algunos puntos de referencia. El primero es que, hasta el momento, ninguna investigaci¨®n ha aportado prueba alguna de que la jefa del Estado est¨¦ implicada directamente en el esc¨¢ndalo de Petrobras. El segundo es que el Congreso debe respetar el resultado de las elecciones del a?o pasado y renunciar al irresponsable uso del impeachment como arma. El tercero es que la judicializaci¨®n de la pol¨ªtica es una v¨ªa que debe ser abandonada, porque puede conducir a los brasile?os a una polarizaci¨®n y una crispaci¨®n que son ajenas a sus h¨¢bitos pol¨ªticos.

Los partidos deben ser conscientes del inmenso desaf¨ªo institucional y econ¨®mico al que se enfrenta el pa¨ªs y renunciar a la tentaci¨®n del cortoplacismo t¨¢ctico. Es hora de que todos asuman su responsabilidad: los culpables, la de pagar por los delitos cometidos; los dem¨¢s la de trabajar por un Brasil que hasta hace poco ha sido un ejemplo de ¨¦xito.