Serendipia
Y la corrupci¨®n, ?podr¨ªa ser otra serendipia? ?Sucede por casualidad o la descubrimos casualmente?
F¨¦lix de Az¨²a acaba de incorporarse a la Real Academia de la Lengua, ocupando el sill¨®n H. Az¨²a, que es uno de mis intelectuales favoritos, eligi¨® para su discurso de ingreso el tema de los neologismos, esas palabras que maravillosamente se instalan en otro idioma sin permiso, como toilette, que siendo tan francesa se emplea en todas las lenguas. Az¨²a se centr¨® mucho en el neologismo serendipia, que la ¨²ltima edici¨®n del Diccionario de la R.A.E define como ¡°hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual¡±. Y enfatiz¨® que el descubrimiento de Am¨¦rica fue una serendipia. De inmediato pens¨¦ que el amor, tambi¨¦n.
Y la corrupci¨®n, ?podr¨ªa ser otra serendipia? ?Sucede por casualidad o la descubrimos casualmente? Creo que a ra¨ªz de la conversaci¨®n grabada entre Mar¨ªa Jos¨¦ Alc¨®n, exconcejala de Cultura del Ayuntamiento de Valencia, y su hijo, Vicente Burgos Alc¨®n, la corrupci¨®n ha entrado en los hogares y, sobre todo, en ese sagrado nicho que es la relaci¨®n entre madre e hijo. Los hombres en la cultura latina lo que m¨¢s respetamos es a una madre. Eso lo sabe Mar¨ªa Jos¨¦ Alc¨®n. Por eso, cuando escuchamos la conversaci¨®n, se nos encoje el coraz¨®n porque una madre le est¨¢ explicando a su hijo la praxis de una corrupci¨®n. Est¨¢ reconociendo que la corrupci¨®n ha entrado en su casa, a trav¨¦s de ella. Una madre corrupta es un personaje tab¨², pero Mar¨ªa Jos¨¦ lo ha asumido, lo ha hablado con su hijo y, sin quererlo, nos lo ha explicado a todos. Otra serendipia.
Mar¨ªa Jos¨¦ Alc¨®n va camino de ser una Rosa Parks, esa mujer afroamericana que inici¨® la lucha por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos, ella esta vez en contra de la corrupci¨®n. Explic¨¢ndole con ese dulce acento valenciano a su hijo c¨®mo se lava el dinero negro casi como si le estuviera ense?ando a lavar la ropa en una lavadora nueva, que es otra cosa que los hombres generalmente aprendemos de nuestras madres.
Vivimos boquiabiertos el conflicto de atribuciones entre el Congreso y el Gobierno en funciones. Y celebramos que Kiko Rivera se comprometa con su nueva novia durante el bautizo de su nueva hija. Y que los Reyes fueran a cenar, relajadamente, a un restaurante cerca de los Montes del Pardo que a lo mejor se llama Casa Yogui. Y que reaparezca Mar¨ªa Jos¨¦ Su¨¢rez, miss Espa?a 1996, anunciando que se ha enamorado de nuevo. Dan ganas de abrazarlos a todos, por fin buenas noticias: ?Hay amor!
Mar¨ªa Jos¨¦ Su¨¢rez se aferra a ese amor igual que Rita Barber¨¢ se aferra a su esca?o en el Senado. La modelo tiene m¨¢s m¨¦rito porque ni ella ni el amor est¨¢n aforados. Atraviesa esta aventura desprotegida, sin escudo, pero ilusionada, mientras que Rita d¨ªa a d¨ªa se convierte en una aplastante desilusi¨®n. Pero tenemos que mirarlo todo desde la perspectiva brillante, como cantaba Monty Python. La exalcaldesa, presionada por la conversaci¨®n entre la exconcejala y su hijo, respondi¨® algo, con una breve rueda de prensa en la sede regional de su partido. Pero introdujo cambios en su vestuario. Los bolsos han sido sustituidos por pa?uelos y ruidosos abalorios que lo dec¨ªan todo, destacando un collar de perlas gruesas y tan blancas que parec¨ªan reci¨¦n lavadas. Imponente y teatral en su soledad, Rita parec¨ªa Mao Tse-Tung en sus ¨²ltimos d¨ªas, un Gran Timonel avanzando orondo hacia la nada. Vi¨¦ndola pens¨¦ c¨®mo ser¨ªa Rita si hubiera tenido una familia en vez de votantes y asistentes. ?Habr¨ªa considerado tener una conversaci¨®n como la de Mar¨ªa Jos¨¦ con su hijo Vicente? Porque en las telenovelas una madre, por m¨¢s ambiciosa y exitosa que sea, siempre tiene ese momento en que protege a sus hijos antes que a s¨ª misma.
En ingl¨¦s, serendipity tambi¨¦n es la helader¨ªa favorita de Jackie Kennedy en Nueva York, a la que llevaba a sus hijos cada domingo. A veces toda la semana es una serendipia. O quiz¨¢s la clave del ¨¦xito y la felicidad sea vivirla as¨ª. Ayer, en un jard¨ªn escondido en pleno Miami, Ricardo Bofill recibi¨® un homenaje mientras presentaba un edificio residencial que ha dise?ado. Impecablemente vestido, hac¨ªa bromas con que hab¨ªa elegido un aspecto de Padrino, ¡°que te sienta mejor en Miami¡±. Se jact¨® de su solter¨ªa y describi¨® la arquitectura como una medicina que puede ser tomada por sanos y enfermos, ¡°que no puede tener miedo a asociarse a lo comercial para seguir siendo social¡±. Su hijo Ricardo, plenamente incorporado al negocio familiar, traduc¨ªa las palabras de su padre y, como una serendipia, volv¨ª a pensar en Mar¨ªa Jos¨¦ y su hijo Vicente y en Mar¨ªa Jos¨¦ Su¨¢rez, para concluir que la familia y el amor muchas veces son una salvaci¨®n y casi siempre una casualidad.
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