Votarlo todo
Se extiende el uso del refer¨¦ndum de manera un tanto irresponsable, cuando no altamente manipuladora
La idea de que un refer¨¦ndum es la expresi¨®n m¨¢s radical de la democracia est¨¢ muy extendida. No hay nada reprobable en la consulta generalizada. Sin embargo, se extiende su uso de manera un tanto irresponsable cuando no altamente manipuladora. Hace poco entr¨¦ en la p¨¢gina que rige las votaciones en Internet para la reforma de la plaza de Espa?a en Madrid y sal¨ª deprimido y confuso. No hay datos para votar con conciencia de acierto y la esmerada voluntad de participaci¨®n ciudadana se malogra con el descerebramiento del anonimato, la voluntad vand¨¢lica, la falta de rigor en las opiniones y la carencia de planes desarrollados y profesionales sobre los que opinar. Durante un instante imagin¨¦ una ciudad dise?ada y urbanizada por refer¨¦ndum popular y sent¨ª p¨¢nico, ejemplificado en algunas zonas suburbiales donde campa a sus anchas el delirio particular.
Pero a¨²n da m¨¢s miedo la magnitud del refer¨¦ndum como ¨²nica acci¨®n pol¨ªtica cuando ata?e a los asuntos de la convivencia. Parapetarse tras la votaci¨®n popular directa no siempre va a responder a los intereses de progreso, respeto y tolerancia que algunos nos marcamos como meta ciudadana. Por eso la representaci¨®n, el voto indirecto y la delegaci¨®n no son ejemplos de democracia disminuida, sino de democracia rotunda. Que los intermediarios utilicen mal la promesa electoral, el programa y su gesti¨®n de mandato no significa que est¨¦ equivocado el sistema, sino que est¨¢n equivocadas las personas que lo ejecutan. El mejor ejemplo para comprobar la turbiedad de ese supuesto derecho a decidir sobre todo, que ser¨ªa un inacabable desatino, nos lo ha proporcionado el Gobierno h¨²ngaro.
La decisi¨®n de convocar un refer¨¦ndum nacional sobre la pertinencia de acoger a los refugiados en su pa¨ªs es otro desaf¨ªo h¨²ngaro a la esencia de la Uni¨®n Europea. El acuerdo com¨²n nos obliga a respetar las leyes que nos damos y en un asunto tan delicado como el reparto de refugiados no podemos permitir que cada uno reme en favor de la propia conveniencia. Ese refer¨¦ndum provoca la misma inquietud que nos producir¨ªa uno sobre la recuperaci¨®n de la pena de muerte o las limitaciones de derechos a mujeres, minor¨ªas o preferencias sexuales. Es en nuestros opuestos, en las maniobras que podr¨ªamos habilitar con buena voluntad para que tarde o temprano sean utilizadas por ideas contrarias a las nuestras, cuando apreciamos la bondad de los instrumentos democr¨¢ticos y cuando comprendemos que el voto tambi¨¦n tiene limitaciones, que estas deben asumirse sin complejos desde la ley, los derechos fundamentales y un ideal de concordia entre comunidades asociadas.
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