Los indeseables de Tarapoto
Per¨² vivi¨® sumido en una guerra durante m¨¢s de 20 a?os. Uno de los colectivos m¨¢s perseguidos fue el de los homosexuales
Son las dos de la tarde de un d¨ªa cualquiera de principios de los a?os noventa en la ciudad peruana de Tarapoto. Las campanas de la iglesia suenan siete veces y, a pesar de que a¨²n quedan unas horas para el inicio del toque de queda, las calles se vac¨ªan repentinamente. Alguien est¨¢ a punto de morir, es la se?al de que los asesinos van a actuar.
Durante casi 20 a?os, Per¨² vivi¨® sumido en la oscuridad de una guerra cruel, larga y despiadada. Los enfrentamientos entre el ej¨¦rcito y las guerrillas de Sendero Luminoso y MRTA dejaron m¨¢s de 70.000 muertos. Soldados, revolucionarios, campesinos¡ Inocentes, familias enteras, hijos del pueblo, hombres honrados, humildes trabajadores¡ y homosexuales. El Movimiento Homosexual de Lima (MHOL) estima que m¨¢s de 500 personas fueron asesinadas entre ambos bandos por su condici¨®n sexual.
Los grupos terroristas segu¨ªan las teor¨ªas mao¨ªstas sobre el pensamiento ¨²nico y el control total de las actividades realizadas por los pobladores de sus ¨¢reas de influencia, y se vieron con el don de decidir sobre el bien y el mal, sobre lo moral y lo correcto. En las d¨¦cadas de los ochenta y noventa, la ciudad de Tarapoto, puerta de la amazonia peruana, fue escenario de enfrentamientos entre el MRTA (Movimiento Revolucionario T¨²pac Amaru) y el ej¨¦rcito. Sus habitantes sufr¨ªan la violencia de ambos bandos, toques de queda, secuestros, asesinatos.
Dentro de su plan de estrategia el MRTA puso en marcha la llamada limpieza social. Los homosexuales, drogadictos y maleantes pasaron a convertirse en su objetivo denomin¨¢ndolos ¡°Los Indeseables¡±. Esta limpieza social fue puesta en pr¨¢ctica por los emerretistas que formaban el frente Nororiental en la ciudad de Tarapoto. En aquellos a?os, solo quedaron dos o tres homosexuales en la ciudad. Lo cuenta ahora Natividad V¨¢zquez Lorenzo, un peluquero conocido en el ¨¢mbito homosexual de Tarapoto. "Las personas con diferentes orientaciones sexuales son las que m¨¢s han sufrido ac¨¢, pero tambi¨¦n depend¨ªa de su conducta¡±, afirma. Travestis y trabajadoras sexuales fueron los grupos m¨¢s castigados. ¡°Ten¨ªan que salir y vender sus negocios, abandonarlo todo¡±.
Natividad recuerda que en la discoteca Las Gardenias organizaban el concurso Miss gay de forma clandestina. ¡°No era abierto al p¨²blico, no se pod¨ªa, eran reuniones ocultas¡±. Poco despu¨¦s, el 31 de mayo de 1989 en ese mismo bar, ocurri¨® uno de los cr¨ªmenes con m¨¢s repercusi¨®n: el asesinato de ocho travestis y gays acusados por los emerretistas de ser ¡°lacras sociales utilizadas para corromper a la juventud¡±. Natividad y Lucho est¨¢n de acuerdo en que entre las v¨ªctimas no hab¨ªa nada m¨¢s que delincuentes, ning¨²n homosexual. ¡°Lo que se difundi¨® fue otra cosa, quiz¨¢ naci¨® de la prensa¡±. En memoria a este crimen, el 31 de mayo fue declarado en Per¨² el D¨ªa Nacional de Lucha contra la Violencia y Cr¨ªmenes de Odio hacia Lesbianas, Trans, Gays y Bisexuales.
Roger confiesa que se cas¨® para ocultar su condici¨®n de homosexual
Los terroristas bajaban de la selva o aparec¨ªan de la nada. Muchos de ellos viv¨ªan en la ciudad como un vecino m¨¢s, ajusticiaban o secuestraban y desparec¨ªan de nuevo. Los cuerpos sin vida eran abandonados en los cementerios o en la calle, como el caso de un joven homosexual que fue hallado muerto en febrero de 1989 con un cartel que rezaba "as¨ª mueren los maricones¡±. Era frecuente ver cuerpos rio abajo arrastrados por la corriente. Al ej¨¦rcito se le tem¨ªa igual, cualquiera que resultara sospechoso pod¨ªa desaparecer para siempre. ¡°La lucha armada era necesaria, consigui¨® poner esta tierra en el mapa¡± declara Sistero Garc¨ªa Torres, por entonces conocido como Comandante Ricardo. ?l fue jefe del Frente Nororiental de la Selva,?uno de los batallones m¨¢s activos del MRTA, entre 1987 y 1992.
El MRTA fue acogido en un principio de buen agrado por la poblaci¨®n. Su objetivo era derrocar al Gobierno burgu¨¦s y capitalista mediante la lucha armada de guerrillas. El triunfo de vecinas revoluciones, desde Cuba a Nicaragua, hizo crecer las esperanzas en una poblaci¨®n ahogada por las diferencias sociales. La limpieza social estaba bien vista por la mayor¨ªa de los ciudadanos. ¡°Un sector de los pobladores acept¨® como oportunos estos ajusticiamientos; m¨¢s a¨²n, algunos n¨²cleos poblacionales llegaron a demandar la presencia de los subversivos para realizar campa?as de limpieza¡± se indica en el informe que desarrollo la CVR, Comisi¨®n de la Verdad y Reconciliaci¨®n.
Para Sistero no existi¨® un alineamiento del MRTA en ese sentido, y califica la limpieza social como un terrible error de un mando militar de la zona que fue trasladado y expulsado. Sistero fue reemplazado por sus superiores y abandon¨® el MRTA junto a 120 de sus hombres. Mientras, sus antiguos compa?eros ordenaron su captura. La intervenci¨®n del ej¨¦rcito lo salv¨® y marc¨® el final del movimiento revolucionario. El Comandante Ricardo se acogi¨® a la ley de arrepentimiento tras tres a?os de c¨¢rcel y hoy es un ciudadano libre. El apoyo de la poblaci¨®n despareci¨® mucho antes, al darse cuenta de los abusos que comet¨ªan los guerrilleros: asaltos, petici¨®n de cupos, control del tr¨¢fico de drogas¡
El modus operandi de los terroristas consist¨ªa en enviar una carta an¨®nima a esos "indeseables¡± con la que invitaban al receptor a abandonar la zona o ¡°regenerarse¡±. Si no cumpl¨ªa ser¨ªa ajusticiado. Lucho Gonz¨¢lez recuerda el caso de su amigo Salom¨®n, una de las primeras v¨ªctimas del colectivo LGTB. ¡°Lo mataron ahorcado en la pista del aeropuerto¡±, lamenta.
Fransu¨¢ regentaba un conocido sal¨®n de Belleza en Tarapoto y viv¨ªa con naturalidad su condici¨®n de transexual. Sus allegados le advert¨ªan del peligro que corr¨ªa, pero ella estaba tranquila. ¡°?Por qu¨¦ me van a matar si yo no he hecho nada y adem¨¢s les doy plata, ropa y comida?¡±, sol¨ªa decir. Fue asesinada de un tiro en la cabeza una tarde de septiembre de 1989. Su hermano Roger Pinchi V¨¢squez cuenta, conmovido, la historia del sufrimiento de su familia. Roger fue secuestrado durante ocho d¨ªas, golpeado y violado hasta que alguien sac¨® de su error a los terroristas, que lo hab¨ªan confundido con su hermana. Su mujer fue tambi¨¦n atacada por los mismos, acusada de ¡°soplona¡±. La dejaron al borde de la muerte. Mientras Roger trasladaba a un hospital de Lima a su esposa, Fransu¨¢ fue asesinada.
Roger confiesa que se cas¨® para ocultar su condici¨®n de homosexual, y ahora trabaja en su propia peluquer¨ªa mientras litiga con el Gobierno para que le devuelva la plaza de profesor que abandon¨® cuando huy¨® de todo el horror que hab¨ªa vivido. Asegura que? recientemente supo que el asesino de su hermana fue un primo hermano emerretista que no pod¨ªa tolerar la verg¨¹enza de Fransu¨¢ en la familia.
La madre de Sim¨®n ten¨ªa un bar en una parte de la casa familiar. ?l era un adolescente por aquel entonces y sus maneras dejaban claro hacia donde se hab¨ªa desarrollado su sexualidad. Siempre le llam¨® la atenci¨®n que los emerretistas no se metieran con ¨¦l, pero m¨¢s a¨²n le sorprend¨ªan las visitas continuas de los terroristas al bar de su madre. Una noche su hermana mayor, estudiante de medicina con quien compart¨ªa habitaci¨®n, apareci¨® con la ropa ensangrentada y muy agitada. A cambio de su silencio, le declar¨® a Sim¨®n que andaba con los guerrilleros. Ella compart¨ªa sus ideales y les curaba las heridas. Acababan de secuestrar y descuartizar con una sierra mec¨¢nica a un sospechoso de colaborar con los militares.
Aquella noche Sim¨®n comprendi¨® que su hermana era uno de ellos. Todo el miedo que profesaba hacia los guerrilleros, la sensaci¨®n de desprotecci¨®n que le paralizaba al salir a la calle, la turbaci¨®n que hac¨ªa que sus piernas volaran para llegar a casa cuando se acercaba la hora del toque de queda... Todos esos fantasmas se reencarnaban en la persona que m¨¢s quer¨ªa. Sim¨®n pronto comprendi¨® que no solo era su hermana, era su ¨¢ngel de la guardia.
M¨¢s de 500 personas fueron asesinadas entre ambos bandos por su condici¨®n sexual
La historia de Sim¨®n va m¨¢s all¨¢ en el sentido estricto de la expresi¨®n. Su madre cerr¨® el bar y ¨¦l es ahora un hombre adulto con un puesto importante en el organigrama de la ciudad de Tarapoto. Medio avergonzado confiesa que en la casa de su madre, su propia familia y los amigos que han pasado por all¨ª han notado presencias, im¨¢genes y conversaciones de los guerrilleros que encontraron un refugio seguro en aquel bar y que todos posteriormente sufrieron una muerte violenta.
Entre los desparecidos que dej¨® el conflicto peruano tambi¨¦n hay terroristas que jam¨¢s aparecieron ni vivos ni muertos. Es frecuente escuchar contar a alg¨²n vecino de Tarapoto el m¨¦todo que empleaban los militares para hacer desaparecer a los terroristas. Despu¨¦s de torturarlos, los her¨ªan a machetazos, los met¨ªan en un saco y? luego un helic¨®ptero los dejaba caer en medio de la selva.
Tarapoto es hoy en d¨ªa una ciudad tolerante con la comunidad homosexual. A¨²n quedan reticencias, como el compromiso del aspirante a la alcald¨ªa de la ciudad en los comicios de 2014 Rub¨¦n del ?guila del Movimiento Pol¨ªtico Nueva Amazon¨ªa de rebajar la cifra de homosexuales. La sociedad ha ido evolucionando en la forma de tolerar a los LGTB gracias al trabajo de concienciaci¨®n de organizaciones como DISAM entre muchas otras. En la actualidad se organizan campeonatos de futbol sala gay, concursos de belleza gay, y no es extra?o ver a una pareja del mismo sexo bes¨¢ndose o bailando en una discoteca.
El camino no fue sencillo. Las distintas asociaciones LGTB apostaron por educar a la poblaci¨®n, dejar de esconderse. Hacia el a?o 2000 decidieron participar? en el concurso del desfile de carrozas organizado con motivo del aniversario de la fundaci¨®n de Tarapoto. La c¨¢mara de comercio y el Club de leones, ambos organizadores del evento, pusieron el grito en el cielo. Tras su renuncia, la municipalidad se hizo cargo de la organizaci¨®n. La carroza sali¨® acompa?ada de m¨¢s de cien homosexuales vestidos para la ocasi¨®n y recibi¨® la aprobaci¨®n y los aplausos de la poblaci¨®n. No ganaron el concurso pero ese d¨ªa dieron un gran paso: se mostraron ante la sociedad tal como son.
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