?Suelta el tel¨¦fono m¨®vil!
Aqu¨ª va un listado de lo que lo que hacemos con el iPhone mientras nuestros hijos juegan, pintan o ven la tele a mi lado:
Escena real: una ni?a, desde los columpios del parque: "?Mam¨¢!". La madre, sentada en el banco, mirando su smartphone. "?Mamaaaa¨¢!?Mamaaaaaaaa¨¢!". La madre levanta un segundo la vista. "?Qu¨¦, hija?", dice, mientras vuelve a dirigir su mirada al tel¨¦fono. "?Jo, mam¨¢, deja el m¨®vil y juega conmigo!".
?Os suena? ?Os pasa? Lo reconozco, a m¨ª s¨ª.
Muchas veces, me doy cuenta de que el rato de jugar con los ni?os se convierte en el rato de mirar mi m¨®vil y de vigilarles de reojo de vez en cuando, mientras se entretienen entre ellos o solos. ?Qu¨¦ hago que sea tan importante como para no dedicarles mi atenci¨®n completa?
Aqu¨ª va mi listado de lo que hago con mi iPhone mientras mis hijos juegan, pintan o ven la tele a mi lado:
- Reviso el correo cada vez que pita. Puede ser algo important¨ªsimo, porque claro, me suelen escribir correos electr¨®nicos sobre temas important¨ªsimos. Vaya, otra vez publicidad. Lo borro. As¨ª mantengo el buz¨®n limpio.
- Busco cosas interesantes en Twitter. Las intento leer para ver si vale la pena retuitearlas. No me da tiempo. Twitter siempre se ha actualizado mucho m¨¢s r¨¢pido que mi cerebro. ?C¨®mo era esa canci¨®n? "Cuando t¨² vas, yo vengo de all¨ª". En mi caso es al rev¨¦s.
- Juego al Candy Crush Saga. Nivel 165. No estoy tan enganchada como para cambiar de hora el m¨®vil y obtener m¨¢s vidas, pero s¨ª como para que haya sustituido a la novela de rigor en el ba?o.
- Chateo con amigos o cu?adas en WhatsApp. No tengo tiempo de quedar o de hablar con ellos por tel¨¦fono. Pero me puedo tirar varios minutos intentando aclarar una conversaci¨®n circular en la que no nos acabamos de entender porque claro, no es lo mismo escribir que hablar. Les mando fotos de los ni?os. Veo y comento las de los suyos.
- Miro y contesto a lo que escriben en Facebook conocidos a los que hace a?os que no veo y a los que probablemente esquive o no reconozca en la calle.
- Participo en un grupo de madres en Facebook a los que solo conozco virtualmente. Nos re¨ªmos y desahogamos, nos damos ¨¢nimos. Hablamos muchas veces de las moner¨ªas de nuestros ni?os y de que son nuestra vida. Mientras est¨¢n a mi lado sin que les haga mucho caso.
- Intento fotografiar o grabar un v¨ªdeo de mis ni?os haciendo algo divertid¨ªsimo o memorable que solo veo a trav¨¦s de la pantalla, no directamente con mis ojos. Antes de conseguir una toma pasable y quitar de en medio el m¨®vil, se han puesto a hacer otra cosa.
- Busco art¨ªculos sesudos de expertos sobre c¨®mo evitar que mis hijos se peleen o c¨®mo no perder los nervios cuando arman alguna gorda. Mientras estoy distra¨ªda, empiezan a pelearse o sacan todos, absolutamente todos, los juguetes de su cuarto y los desparraman por el pasillo. Cuando levanto la vista del m¨®vil, reci¨¦n empapada de nuevas t¨¦cnicas de relajaci¨®n, monto en c¨®lera y mis gritos se oyen hasta en la garita del portero.
Y quien dice hijos, dice tambi¨¦n marido, que el pobre Eduardo tambi¨¦n sufre de las conversaciones a medio atender, con un ojo en la pantalla mientras le contesto "Aj¨¢. Mmmmmmmm. ?Y c¨®mo dices que te ha ido el d¨ªa?". O mi madre, que quiz¨¢s por ser de una generaci¨®n menos digital, no entiende qu¨¦ miramos mi hermano y yo con tanto inter¨¦s en la pantallita cada vez que estamos de visita.
Cuando ya ten¨ªa parte del art¨ªculo escrito, me lleg¨® este otro de Jennifer Hicks publicado hace unos d¨ªas en el Huffington Post, 'Querida mam¨¢ con iPhone: lo est¨¢s haciendo bien'. Es un alegato precisamente a favor de madres en mi situaci¨®n, ampliamente compartido en redes sociales. "No te voy a juzgar. No te conozco. No conozco tu historia. Pero s¨¦ que no es necesario que supervises cada salto, brinco, giro, pirueta, balanceo, mordisco, canci¨®n, baile, pesta?eo o respiraci¨®n para ser una buena madre. (...) Hay muchas cosas que ocurren en nuestra vida fuera de la crianza que no podemos descuidar". Y acaba con un "Haz lo que tengas que hacer, lo cual a veces implicar¨¢ tomarte un tiempo para ti misma, aunque solo sea para mirar Facebook mientras tu hijo corretea jugando por el parque".
Aunque entiendo su punto de vista, no me convence. Porque una cosa es buscar tu propio espacio, aficiones, desconectar, algo totalmente sano y recomendable. Y otra, transmitir a tus hijos la sensaci¨®n de que, en el tiempo que pasan contigo, hay siempre algo m¨¢s importante para ti, que tienen que competir con un peque?o aparato por tu atenci¨®n. Y adem¨¢s, ?qu¨¦ ejemplo les estamos dando? ?Con qu¨¦ autoridad moral les decimos luego que no jueguen tanto a la tableta, vean tanta tele, o, cuando sean adolescentes con su propio m¨®vil, que lo dejen para charlar contigo?
As¨ª que me propongo desintoxicarme del m¨®vil, por lo menos durante el tiempo que est¨¦ con mi familia. Dejarlo en la encimera de la cocina cuando entre en casa, y no atenderlo m¨¢s que si suena una llamada, o comprobar si hay alg¨²n WhatsApp o mensaje de cierta urgencia cuando est¨¦ de paso, y nunca mientras est¨¦ con los ni?os. No bajarlo, o no sacarlo del bolso en el parque. Por supuesto, ni mirarlo en comidas o cenas. Este verano ya he practicado y he comprobado que no ha sido tan terrible. Fui capaz de dejarlo en casa para bajar a la playa (el miedo a que me lo robaran y el que se me acabaran los gigas para navegar contribuyeron bastante). Y los tres ¨²ltimos d¨ªas, he bajado con los ni?os a los columpios sin ¨¦l. Y oye, ?no me han dado temblores ni nada!
Por si necesit¨¢is m¨¢s argumentos, ten¨¦is a lo largo de este art¨ªculo un par de v¨ªdeos que por lo menos mueven a la reflexi¨®n. Y en el siguiente art¨ªculo, ?ngela F¨²nez, especialista del Banco Interamericano de Desarrollo, os contar¨¢ con argumentos cient¨ªficos los efectos da?inos de la adicci¨®n al m¨®vil de los padres en los ni?os.
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