El acuerdo con Turqu¨ªa es deshumanizante y discriminatorio
Por Valeria M¨¦ndez de Vigo, Responsable Departamento Estudios e Incidencia de Entreculturas.
Seg¨²n una encuesta realizada tras los atentados en Bruselas, uno de cada dos ciudadanos belgas considera que cerrar las fronteras a las personas refugiadas es una buena medida para evitar que los terroristas vuelvan a golpear el pa¨ªs. La injusticia es flagrante. Cada vez m¨¢s, se utilizan los atentados terroristas de manera interesada para cerrar las fronteras en Europa e incumplir los mezquinos compromisos adquiridos por los Estados miembros. Las personas refugiadas se convierten en chivos expiatorios, cayendo sobre ellos la sombra de la sospecha. Pero ni uno de los terroristas identificados es refugiado. Los refugiados no son terroristas. Son personas que huyen del terror, de los bombardeos y de la miseria en busca de protecci¨®n y seguridad para sus vidas.
El pasado 18 de marzo se suscribi¨® el Acuerdo entre la Uni¨®n Europea y Turqu¨ªa sobre personas refugiadas que, tal como denunciamos en un comunicado desde Entreculturas junto con las organizaciones de acci¨®n social eclesiales de Espa?a, evidencia el fracaso de la Uni¨®n Europea en la adopci¨®n de una pol¨ªtica com¨²n de asilo y en brindar protecci¨®n a las personas refugiadas, otorgando prioridad al control de fronteras. Con dicho Acuerdo, Europa niega la hospitalidad a quienes abandonan sus hogares huyendo de la guerra, la persecuci¨®n y el hambre, prev¨¦ expulsiones r¨¢pidas y sistem¨¢ticas de poblaci¨®n refugiada a Turqu¨ªa- un pa¨ªs que, a todas luces, no puede considerarse como "tercer Estado seguro"- y establece el sistema "uno por uno", por el que, por cada persona siria devuelta a Turqu¨ªa, se reubica a otra en territorio europeo procedente de un campo de refugiados de Turqu¨ªa, medida que consideramos deshumanizante, discriminatoria y limitativa.
Tras el Acuerdo, el caos parece reinar en Grecia. Las organizaciones humanitarias denuncian que los campos se est¨¢n convirtiendo en centros de detenci¨®n, en los que se restringe la libertad de movimientos y los derechos de los refugiados. La desesperaci¨®n cunde entre la poblaci¨®n refugiada, mientras que las noticias que nos llegan de las devoluciones son cada vez m¨¢s alarmantes.
Es evidente que medidas como ¨¦stas contribuyen a criminalizar y a provocar actitudes de rechazo creciente hacia las personas refugiadas, porque crean un clima de animadversi¨®n hacia ellas, que corre el riesgo reproducirse y que termina calando en la opini¨®n p¨²blica.
No responder ante la llegada de personas refugiadas con solidaridad y justicia y atenci¨®n a sus derechos fundamentales y a las normas internacionales es grav¨ªsimo. Pero es que, adem¨¢s, no nos dotar¨¢ de seguridad, sino que nos deshumanizar¨¢ como sociedades, alentar¨¢ actitudes xen¨®fobas y dar¨¢ p¨¢bulo a ideolog¨ªas nacionalistas y populistas de creciente ¨¦xito en diversos pa¨ªses europeos. Finalmente, se terminar¨¢ llevando por delante el proyecto europeo.
El camino para solucionar la situaci¨®n de miles de personas refugiadas en Europa no pasa por buscar atajos, blindar fronteras ni hacer concesiones a los nacionalismos, sino que pasa por impulsar pol¨ªticas de migraci¨®n y refugio inspiradas en la protecci¨®n y en la acogida. Pasa por abordar las causas de la violencia, la guerra y los desplazamientos y por trabajar para solucionar los conflictos. Pasa por invertir en cooperaci¨®n al desarrollo y en ayuda humanitaria, y en proporcionar apoyo t¨¦cnico y financiero a los pa¨ªses vecinos de acogida. Pasa por establecer un sistema com¨²n de asilo en Europa, abrir v¨ªas de acceso legales y seguras y abrazar la diversidad en nuestras sociedades, consider¨¢ndola como una fuente de riqueza. Pasa por invertir en concienciaci¨®n, en educaci¨®n y en la inclusi¨®n de las poblaciones refugiadas en las sociedades de acogida y pasa, finalmente, por entender que afrontar el terror, la violencia y la injustica implica asumir responsabilidades en el destino de las personas m¨¢s vulnerables y que es responsabilidad de todos y todas hacer de ¨¦ste un mundo m¨¢s justo y solidario. Un mundo, a fin de cuentas, que respete los derechos humanos.
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