Sin rubor

Tras el desastroso resultado obtenido por UPyD en las pasadas elecciones, una amiga me pregunt¨®: ¡°Y, despu¨¦s de tanto esfuerzo, ?qu¨¦ hab¨¦is conseguido?¡±. No lo pens¨¦ mucho: ¡°Hemos conseguido un partido al que nadie tiene que avergonzarse de pertenecer¡±. Lo cual, el d¨ªa de hoy, no me parece poco. Otros partidos prometen cambio, pero UPyD lleva ocho a?os cambiando cosas: dio la primera alternativa al bipartidismo, encabez¨® no s¨®lo la repulsa sino la lucha concreta contra la corrupci¨®n, denunci¨® los intocables privilegios forales, propuso la supresi¨®n de las diputaciones y la reducci¨®n del n¨²mero de ayuntamientos, se neg¨® a participar en el reparto de influencias en el poder judicial, abog¨® por la recuperaci¨®n de competencias por el Estado en cuesti¨®n de educaci¨®n y sanidad, reivindic¨® el derecho universal a la lengua com¨²n, insisti¨® en el necesario cambio de la ley electoral¡­ En sus listas nunca hubo imputados ni sospechosos de corrupci¨®n. Casi nadie se acerc¨® a nosotros para medrar ilegalmente: los par¨¢sitos tienen olfato para esas cosas¡­

Tras el fracaso electoral, algunos opinaron razonablemente que era el momento de plegar velas con dignidad y renunciar a lo imposible. Otros, con esas razones del coraz¨®n que la raz¨®n no entiende pero que no dejan de ser razones, han decidido que merece la pena ducharse, ponerse ropa limpia y continuar. El pasado s¨¢bado, un congreso extraordinario eligi¨® una nueva ejecutiva y prometi¨® seguir, pero tambi¨¦n ahondar en la senda de los que tan valientemente ocuparon hasta ahora nuestra cabecera. No se trata de pedir otra oportunidad a los votantes sino de ofrecerles de nuevo la oportunidad de votar limpieza y rectitud, hechos y no palabras. Habr¨¢ quien lo considere risible, pero creo que otros, nada buenos, se sobresaltar¨¢n al susurrar: ¡°?Sabes? ?Sigue UPyD!¡±.