El dilema del tren: por qu¨¦ est¨¢ mal visto matar a una persona aunque salves a cinco
Un estudio sugiere que las personas que prefieren los absolutos morales son consideradas m¨¢s fiables que quienes prefieren hacer c¨¢lculos para maximizar el bien com¨²n
Un tranv¨ªa sin control avanza hacia un grupo de cinco personas. T¨² te encuentras en un puente elevado sobre las v¨ªas, junto a un se?or de grandes dimensiones. Si le empujas, caer¨¢ en el camino de la m¨¢quina y morir¨¢, pero salvar¨¢ la vida de los cinco. Las respuestas habituales muestran que la moralidad humana no se rige por las matem¨¢ticas. Solo el 30% de los participantes apoya el sacrificio del hombre del puente pese a que supondr¨ªa salvar cinco vidas.
El trabajo cient¨ªfico sugiere que nuestra moralidad ha evolucionado para favorecer la cooperaci¨®n y parece que en ese camino se han visto favorecidos mecanismos que nos hacen preferir decisiones intuitivas que no siempre son las que ofrecen mejores resultados objetivos.
Solo el 30% apoya que se sacrifique a un hombre aunque eso salve cinco vidas
En el estudio de la moralidad, a quienes favorecen que las decisiones buenas son aquellas que logran el mayor beneficio para el mayor n¨²mero de gente se les califica como consecuencialistas. Aquellos que se centran en derechos y en deberes, que piensan que determinadas decisiones, como tirar a un hombre desde un puente, nunca son buenas aunque busquen un bien mayor son llamados deontologistas. El hecho de que la mayor parte de las personas suelen preferir este segundo enfoque indica que esas normas morales han sido favorecidas por la selecci¨®n natural.
Uno de los motivos para explicar que el enfoque deontol¨®gico sea el preferido es que aquellos que declaran, por ejemplo, que robar siempre est¨¢ mal independientemente de las consecuencias, son m¨¢s fiables que aquellos que piensan que, en algunas circunstancias, robar es aceptable. Varios estudios han mostrado que las personas con este punto de vista son m¨¢s fiables a la hora de cooperar con ellos y eso convertir¨ªa al enfoque deontol¨®gico en un buen indicador para buscar socios.
Otra raz¨®n es que los juicios deontol¨®gicos suelen asociarse a emociones como la empat¨ªa, que cuentan con una buena imagen social. Los consecuencialistas, sin embargo, necesitan suprimir este tipo de respuestas emocionales para que no contaminen su c¨¢lculo de riesgos y beneficios.
Que un juicio moral demuestre empat¨ªa es m¨¢s importante que sus consecuencias
Por ¨²ltimo, se ha observado una asociaci¨®n entre el enfoque deontol¨®gico y una menor tendencia a hacer da?o a los dem¨¢s o tener rasgos de personalidad antisociales. Algunos estudios como los realizados por Guy Kahane, de la Universidad de Oxford (Reino Unido), observaron que las personas que apoyan el sacrificio de una persona para salvar a muchas suelen tener menos inconvenientes para hacer da?o a otras personas en su vida diaria aunque no conduzcan a un bien com¨²n mayor.
La semana pasada, un grupo de investigadores de las Universidades de Oxford (Reino Unido) y Cornell (EE. UU.) trataron de explicar el origen de la preferencia humana por las intuiciones deontol¨®gicas. Sus resultados, publicados en la revista Journal of Experimental Psychology, indican que todo tiene que ver con la popularidad de quienes expresan estas preferencias. Si la mayor parte de la gente considera mejores socios a las personas que basan sus juicios en absolutos morales, el mero hecho de decir que se piensa as¨ª ser¨ªa beneficioso. De esta manera, con el paso del tiempo, esto facilita la difusi¨®n de este tipo de preferencia moral que est¨¢ en todos nosotros. Tal y como explican los investigadores, a todos nos dar¨ªan escalofr¨ªos si pens¨¢ramos en un amigo realizando un an¨¢lisis de costes y beneficios para decidir si debemos ser sacrificados por el bien com¨²n.
Sentimientos con buena imagen
Para poner a prueba esta idea, emplearon varios dilemas morales como el planteado al principio de este art¨ªculo. Despu¨¦s, preguntaron a m¨¢s de 2.400 participantes a qui¨¦n consideraban m¨¢s digno de confianza y descubrieron que quienes tomaban sus decisiones de acuerdo con absolutos morales, evitando matar a una persona para salvar a varias, eran los preferidos. Cuando se les pidi¨® que eligieran a una persona para dejarles una cantidad de dinero tambi¨¦n escogieron a quienes mostraban un criterio moral tajante y lo hicieron con m¨¢s confianza en que se lo devolver¨ªan.
Recalcando la importancia de la imagen que tienen determinados sentimientos en la sociedad, los autores del estudio vieron que la forma en que se tomaba la decisi¨®n tambi¨¦n era importante. Alguien que hab¨ªa optado por sacrificar a una persona para salvar cinco, pero afirmaba que la decisi¨®n hab¨ªa sido dif¨ªcil, recib¨ªa m¨¢s confianza que los que tomaron la misma decisi¨®n sin tantos quebraderos de cabeza.
En esta misma l¨ªnea, los autores comentan que quienes decidieron no matar a alguien para resolver un dilema no siempre eran los preferidos como socios. La voluntad de las personas que iban a ser sacrificadas por el bien com¨²n tambi¨¦n condicionaba el efecto sobre la imagen de quien decid¨ªa que deb¨ªan vivir o morir. Los participantes en el estudio prefer¨ªan a quienes respetaban los deseos de las v¨ªctimas, aunque eso significase que deber¨ªan matarlos. Una vez m¨¢s, la empat¨ªa es lo que da buena imagen a los deontologistas y no solo que sigan de manera inflexible unas reglas morales concretas.
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