?Plurinacionalidad o naci¨®n?
La plurinacionalidad, tanto en su concepto como en el t¨¦rmino, es pol¨ªticamente t¨®xica y disgregadora
Sin ¨¢nimo de pol¨¦mica, pero con intenci¨®n de debate, de reflexi¨®n y confrontaci¨®n intelectual y pol¨ªtica, huyendo de ese otro estilo, el de la pelea, tan at¨¢vico, y cuyo fin principal es vencer, no razonar. Por alusiones y elusiones (cita sin nombrar) respondo a C¨¦sar Molinas, que en este medio ha publicado un art¨ªculo en el que discute mi afirmaci¨®n de que la plurinacionalidad es algo inexistente y un concepto, adem¨¢s, sem¨¢nticamente imposible. Ironiza sobre mi posici¨®n, pero no aporta ning¨²n argumento nuevo. En lugar de analizar el contenido lo descalifica globalmente mediante el recurso de llevar al absurdo la equiparaci¨®n y unicidad entre tres conceptos, ¡°madre, lengua y naci¨®n¡±, principio que considera el fundamento de mi posici¨®n sobre el tema.
Molinas construye su argumentaci¨®n sobre una comparaci¨®n y equivalencia que yo ni siquiera he insinuado: la de que, del mismo modo que s¨®lo tenemos una madre, los individuos s¨®lo podemos tener una lengua y una naci¨®n. ¡°Madre no hay m¨¢s que una¡±, ¡°lengua materna no hay m¨¢s que una¡± y ¡°en un Estado cabe una sola naci¨®n¡±. Rebate estas tres afirmaciones encadenadas apelando ret¨®ricamente a los hechos, la evidencia de los hechos, que por s¨ª solos desmoronan esas ¡°unicidades monol¨ªticas¡±, esas ¡°tres certezas minerales que se yerguen como menhires gigantescos e intimidatorios en el secarral mesetario espa?ol¡±.
La met¨¢fora p¨¦trea deja a las claras d¨®nde sit¨²a el autor mi discurso: en el rancio espa?olismo ¡°unitarista¡±, ¡°intimidatorio¡± y ¡°mesetario¡±. Llama la atenci¨®n que coincida en esto con la costumbre de los independentistas que tachan de facha a todo lo que se mueve fuera de su redil. Me extra?a, porque s¨¦ que no comparte el radicalismo excluyente del independentismo, y m¨¢s bien defiende la ¡°tercera v¨ªa¡±, pero es sintom¨¢tico que no diferencie entre los dem¨®cratas que no aceptamos las trampas de la propaganda ¡°plurinacionalista¡± y los otros, esos fachas cada d¨ªa m¨¢s imaginarios, verdaderos fantasmas redivivos que siguen campando por el secarral espa?ol, o sea, por Madrit y alrededores. No, llevar las cosas a este terreno es anular el debate, negarle de entrada la voz al discrepante.
El biling¨¹ismo no excluye la existencia de la lengua materna
Pero vayamos a su razonamiento. Empieza afirmando Molinas que existen, al menos, cuatro madres, no s¨®lo una: ¡°la que pone los genes, la que pone el ¨²tero y la que pone la educaci¨®n y el cari?o¡± y ¡°la que pone las mitocondrias¡±. Se ha olvidado de otra: ¡°la que pone la leche¡±, propia de nuestra condici¨®n de mam¨ªferos (?recuerdan a las ¡°amas de cr¨ªa¡±?). Dejemos de lado ese desafortunado reducir la madre a ¡°ponedora¡±. ¡°Cuatripartir¡± la maternidad, confundi¨¦ndola con el proceso de reproducci¨®n y crianza, es algo que quiz¨¢s sea aceptable para el 0,1 por mill¨®n que nazca de ese modo, pero desde luego inaplicable para el resto de los mortales. La excepci¨®n, en todo caso, no anula la categor¨ªa, creada para definir y aplicarse a lo general. As¨ª que, hoy por hoy, sigue siendo cierto eso de que madre no hay m¨¢s que una. Lo mismo que padre. ?Significa esto que la naturaleza sea p¨¦trea, monol¨ªtica y unionista? Evidentemente nada tiene que ver la biolog¨ªa con las disputas pol¨ªticas. La comparaci¨®n es excesiva. La patria no es la madre, y nada arreglamos con dividirla en cuatro o en diecisiete; o sea, inventando la ¡°plurimaternidad¡±.
Molinas ha ca¨ªdo v¨ªctima de su propia met¨¢fora al extenderla a la lengua. Dice que no hay lengua materna porque ¨¦l, que es biling¨¹e, no sabe cu¨¢l es la suya. El concepto de ¡°lengua materna¡± est¨¢ definido por los ling¨¹istas y aceptado en todos los organismos internacionales, empezando por la ONU, lo mismo que el biling¨¹ismo. El biling¨¹ismo, incluso cuando sea perfecto, como es el caso de nuestro autor, no excluye la existencia de la lengua materna. As¨ª como la mayor¨ªa de los mortales tenemos una sola madre, del mismo modo tenemos una lengua materna, aquel medio ling¨¹¨ªstico en que nacemos y aprendemos a hablar. Cuando ese medio es perfectamente biling¨¹e, la lengua materna es indistintamente una u otra, sin que este hecho sirva para anular el concepto de lengua materna. Para dar m¨¢s fuerza a su argumento asegura Molinas que ¡°millones de catalanes son perfectamente biling¨¹es¡±, algo muy discutible, ya que no hay ning¨²n estudio que lo demuestre. La mayor¨ªa de los biling¨¹es se inclina por el uso dominante de una u otra lengua, aunque var¨ªe en funci¨®n de las circunstancias y los interlocutores. ?Y de la presi¨®n social y pol¨ªtica!, hemos de a?adir. ?Se acuerdan del biling¨¹ismo del expresidente Montilla?
Para explicar la ¡°no existencia¡± de lengua materna aventura Molinas una teor¨ªa que habr¨¢ dejado inquietos a neuroling¨¹istas y pedagogos: ¡°la mayor parte del pensamiento tiene lugar en fase pre-verbal y los pol¨ªglotas, cuando verbalizamos, lo hacemos en un idioma u otro dependiendo de las circunstancias. No traducimos de una supuesta lengua materna¡±. Es cierto que cuando existe un gran dominio de una lengua, no hace falta ir traduciendo de otra, basta con cambiar el registro. Eso ocurre con los pol¨ªglotas perfectos, pero ?tiene esto algo que ver con la existencia o no de la lengua materna?
Pero lo m¨¢s novedoso es eso de que pensamos sin lenguaje, pre-verbalmente. O sea, que para pensar tampoco necesitamos, no ya la lengua materna, sino ninguna lengua. Hombre, para negar el concepto de lengua materna no creo que haya que ir tan lejos.
No estamos hablando de sentimientos ni de naciones subjetivas, sino de leyes
Demostrado que hay muchas madres, y que no hay lengua materna, cae por su peso que pueden existir varias naciones dentro de un Estado. Molinas prescinde de la distinci¨®n fundamental entre naci¨®n cultural y naci¨®n pol¨ªtica (territorial y legalmente constituida en Estado Democr¨¢tico), para defender ¡°una definici¨®n m¨¢s subjetiva, basada en el sentimiento de pertenencia y en el concepto de amistad civil aristot¨¦lica¡±. Le llama demos a este sentimiento, y dice que ¨¦l pertenece por igual al demos espa?ol, el catal¨¢n y el europeo. Bien, yo tambi¨¦n tengo esos sentimientos de pertenencia y fraternidad, pero no estamos hablando de sentimientos ni de naciones subjetivas, sino de leyes, fronteras, derechos ling¨¹¨ªsticos, modelos de ense?anza, sistemas de seguridad y defensa, relaciones internacionales, integraci¨®n en organismos europeos, nacionalidad y derechos de ciudadan¨ªa, acceso igualitario a la educaci¨®n, la sanidad, la dependencia, los servicios sociales, etc. O sea, de todo aquello que garantiza un Estado-naci¨®n democr¨¢tico. De todo eso que no quieren hablar los que hablan de plurinacionalidad. Esto no es s¨®lo el BOE, a lo que parece reducir Molinas el Estado.
Como la plurinacionalidad lo confunde y diluye todo en la niebla de la ¡°naci¨®n subjetiva¡±, por eso digo que hemos de rechazar tanto el t¨¦rmino como el concepto. Porque es pol¨ªticamente t¨®xico y disgregador, y s¨®lo sirve para manipular interesadamente los sentimientos.
Santiago Tranc¨®n P¨¦rez es profesor y escritor
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