La estupidez
Obviar el problema de la desigualdad infantil en los pa¨ªses ricos es de una torpeza alarmante
¡°Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro¡±. La manida frase de Albert Einstein viene al pelo al conocer los datos sobre la desigualdad infantil que acaba de publicar Unicef. Si es cierta la idea de que la dignidad y la inteligencia de las sociedades deben ser medidas por el modo en el que trata a su infancia, no cabe duda de que nos encontramos ante una de las m¨¢s notables y alarmantes torpezas de la sociedad del siglo XXI. No tenemos m¨¢s que mirar los ¨²ltimos datos sobre desigualdad infantil en los pa¨ªses ricos para darnos cuenta de esta realidad.
Es precisamente la desigualdad y la equidad para los ni?os el asunto central de los dos informes reci¨¦n publicados por Unicef: Equidad para los ni?os. Una tabla clasificatoria de la desigualdad respecto al bienestar infantil en los pa¨ªses ricos y Equidad para los ni?os: el caso de Espa?a. El primero aborda la desigualdad respecto al bienestar infantil en 41 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea y de la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE). El segundo centra la mirada en la situaci¨®n y los resultados en Espa?a.
Los pa¨ªses m¨¢s desarrollados del planeta tambi¨¦n nos hemos visto afectados por las consecuencias de una crisis econ¨®mica y financiera con pocos precedentes, y en ese tiempo las desigualdades en ingresos, protecci¨®n y oportunidades se han incrementado de un modo desconocido hasta ahora. De entre todos los colectivos afectados por la situaci¨®n de desigualdad, el de los ni?os destaca como uno de los que padecen las consecuencias m¨¢s alarmantes.
En esos informes se se?ala que ¡°los ni?os y las ni?as han sido golpeados m¨¢s duro por la crisis y pagar¨¢n las consecuencias durante m¨¢s tiempo, en ocasiones de por vida. Caso tras caso, los pa¨ªses m¨¢s desarrollados del planeta han ido permitiendo el distanciamiento entre este grupo y el resto de la sociedad, lo que supone una doble dejaci¨®n de sus obligaciones: con aquellos que padecen hoy niveles m¨¢s altos de vulnerabilidad, y con la sociedad que estos ni?os conformar¨¢n cuando sean adultos¡±; y sobre nuestro pa¨ªs se asegura que ¡°Espa?a, en particular, se ha convertido en el paradigma de esta tendencia, en la que ni la generaci¨®n de nuestros hijos tiene la certeza de que vivir¨¢ igual o mejor que nosotros, ni las instituciones p¨²blicas, ni el importante esfuerzo de las ONG han sido capaces de garantizar la red b¨¢sica de protecci¨®n que hasta ahora hab¨ªamos dado por sentada¡±.
Espa?a es el sexto pa¨ªs de la OCDE con mayor desigualdad infantil en cuanto a ingresos
Es justo se?alar que esta brecha creciente de desigualdad en todo el mundo se ha convertido en una de las mayores preocupaciones no solo para las organizaciones sociales, tambi¨¦n para los gobiernos y los organismos internacionales. La magnitud del problema ha sido puesta de manifiesto por la nueva agenda global del desarrollo y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Junto con el equilibrio medioambiental, la equidad se ha convertido en una aspiraci¨®n transversal a todos y cada uno de los 17 objetivos y en un objetivo en s¨ª mismo, reconociendo que la posibilidad de que grupos de poblaci¨®n se queden atr¨¢s por raz¨®n de ingreso, raza, g¨¦nero, residencia o edad no solo supone un fracaso, sino que amenaza gravemente la consecuci¨®n de cualquier otra meta. Hasta el Foro Econ¨®mico de Davos calific¨® esa brecha de desigualdad como ¡°la tendencia m¨¢s significativa¡± de preocupaci¨®n para la comunidad empresarial.
Pero a pesar estar en la agenda, a pesar de preocuparnos a todos, lo cierto es que las cosas no han hecho m¨¢s que empeorar. As¨ª, en el conjunto de la OCDE, la diferencia media entre el 10% m¨¢s rico y el 10% m¨¢s pobre de la poblaci¨®n es de 10 a 1, siete veces m¨¢s alta que hace 25 a?os. En el caso de Espa?a, la diferencia se incrementa hasta una tasa de 12 a 1. En ese grupo de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados que es la OCDE, Espa?a figura en un discreto vig¨¦simo segundo puesto ¡ªde un total de 35¡ª en lo que se refiere a la desigualdad general de la infancia. En materia econ¨®mica (ingresos) nuestro pa¨ªs se sit¨²a a la cola de los m¨¢s desarrollados, ocupando el sexto peor puesto, y bajamos a un cuarto puesto por la cola si el ranking lo limitamos a los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Por detr¨¢s de nosotros, solo Rumania, Bulgaria y Grecia; o lo que es lo mismo: Espa?a es el cuarto pa¨ªs con m¨¢s desigualdad infantil en t¨¦rminos econ¨®micos o de ingreso.
En lo relativo a la salud y la educaci¨®n, Espa?a est¨¢ en la media de los pa¨ªses ricos; sin embargo, vuelve a bajar cuando nos centramos en la satisfacci¨®n vital de los ni?os. En este aspecto la desigualdad ha crecido en los ¨²ltimos a?os, con especial impacto en 2 colectivos: ni?as y migrantes.
Detr¨¢s de todos estos datos encontramos un presente y un futuro que esconden infelicidad, sufrimiento y miedo, porque cuantas m¨¢s desigualdades entre los ni?os, m¨¢s pobres y m¨¢s infelices son. Adem¨¢s, el aspecto m¨¢s inquietante de los datos y an¨¢lisis que arrojan estos informes ¡ªcuya lectura les recomiendo vehementemente, no tienen desperdicio¡ª es que en muchos pa¨ªses ¡°se est¨¢ llegando a aceptar que lo que estamos viviendo ahora se parece m¨¢s al futuro que lo que hemos dejado atr¨¢s, asumiendo como normal lo que es una respuesta injusta y poco inteligente¡±.
¡°Se est¨¢ llegando a aceptar que el futuro se parecer¨¢ m¨¢s a lo que hay ahora que a lo que hemos dejado atr¨¢s¡±
Lo cierto es que no hay ninguna posibilidad de cumplir los derechos de la infancia, como su acceso a la salud, la educaci¨®n y la protecci¨®n si no hay un esfuerzo decidido de los gobiernos para reducir la brecha que separa a unos ni?os de otros. Hacer frente a las desigualdades sociales que les afectan debe ser una pieza clave en todas las pol¨ªticas relacionadas con los m¨¢s peque?os y su bienestar econ¨®mico, social y emocional.
En ese sentido, la capacidad del Estado espa?ol para reducir la pobreza y desigualdad en la infancia ha sido bastante limitada hasta la fecha. En l¨ªneas generales ha habido poca inversi¨®n en protecci¨®n social. Y la poca que ha habido no ha tenido la eficacia deseada. Desde UNICEF Comit¨¦ Espa?ol llevamos unos a?os empe?ados en sacar adelante un Pacto de Estado por la Infancia que tenga en cuenta las siguientes propuestas para reducir la desigualdad: proteger los ingresos de los hogares con los ni?os m¨¢s pobres, apostar por la reducci¨®n de la brecha educativa, promover y apoyar estilos de vida saludables para todos los ni?os, tomarse en serio el bienestar subjetivo y poner la equidad en el coraz¨®n de la agenda de protecci¨®n y bienestar de la infancia.
Desde Unicef hemos desplegado en nuestros programas e investigaciones una doctrina que sit¨²a la lucha contra la desigualdad en el coraz¨®n de las prioridades institucionales. Y lo hemos hecho porque tenemos la certeza de que el mundo en el que vivan las generaciones futuras depender¨¢ en buena medida de lo que hagamos para responder a esta injusta situaci¨®n. Pero nos sustenta la esperanza de que los pr¨®ximos a?os nos ofrecen oportunidades para revertir esta situaci¨®n, como el empuje pol¨ªtico de la agenda del desarrollo 2030, una t¨ªmida recuperaci¨®n econ¨®mica y un cambio en el panorama pol¨ªtico y social. Tal y como se?ala el director mundial de UNICEF, Anthony Lake, ¡°hacer frente a las desigualdades no es una opci¨®n: es una necesidad moral y pr¨¢ctica¡±.
Javier Martos Mota es director ejecutivo de Unicef Comit¨¦ Espa?ol.
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