Burundi ?demasiado peque?o para preocuparnos?
Por Rosa Moro, coordinadora de comunicaci¨®n de Umoya, Federaci¨®n de Comit¨¦s de Solidaridad con ?frica Negra (@ComitesUmoya).
Refugiados burundeses en el campo de Mahama, en territorio ruand¨¦s. Foto: Umoya
Durante 2015, la presencia de Burundi en los medios internacionales creci¨® relativamente por la crisis humanitaria generada en el pa¨ªs por un conflicto con base pol¨ªtica. En abril, el presidente Pierre Nkurunziza anunci¨® que se presentar¨ªa a un tercer mandato. Inmediatamente estallaron manifestaciones de protesta, que fueron fuertemente reprimidas por las fuerzas de seguridad. Cualquier crisis en Burundi no puede desligarse de la regi¨®n en la que se encuentra el pa¨ªs: Ruanda, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Uganda, se han visto sacudidos por grandes y graves crisis humanitarias, y los modos pol¨ªticos en todos estos pa¨ªses tienen llamativas semejanzas. Por ejemplo, la pretensi¨®n del presidente burund¨¦s de presentarse a un tercer mandato en las elecciones se parece mucho a lo que antes hab¨ªan hecho con naturalidad varios de sus vecinos: el presidente de Uganda en 2005, el de Ruanda en 2010 y el de Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo en 2011: interpretar el l¨ªmite constitucional de dos mandatos presidenciales elegido por sufragio universal directo. En la regi¨®n se han dado otras circunstancias pol¨ªticas de mayor inestabilidad, como designaciones indirectas tras acuerdos o altos al fuego u otros motivos, como el asesinato del anterior presidente, en el caso de Kabila, en Congo.
La preocupaci¨®n por lo que pueda pasar en Burundi, desgraciadamente, no ha logrado movilizar a la comunidad internacional mucho m¨¢s all¨¢ de la propia regi¨®n, donde existen intereses geopol¨ªticos y econ¨®micos muy fuertes. La falta de compromiso queda en evidencia con el mediador designado para la crisis de trasferencia de poder, Yoweri Museveni, de Uganda. ?l mismo lleva en el poder 30 a?os, desde 1986, agot¨® un largo mandato por designaci¨®n hasta que se organizaron las primeras elecciones en las que fue elegido, agot¨® su segundo mandato y cuando lleg¨® la hora de dejar el poder, cambi¨® la Constituci¨®n ugandesa para mantenerse en el poder y acaba de ganar las ¨²ltimas elecciones en febrero de 2016. No parece la persona m¨¢s apropiada para asesorar a Burundi. Tampoco el otro vecino y participante en las ¡°conversaciones de paz¡±, Paul Kagame, de Ruanda, quien lleva en el poder desde 1994 y acaba de reformar la constituci¨®n para seguir siendo presidente hasta 2034: un total de 40 a?os, m¨ªnimo. Joseph Kabila, de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, intenta por todos los medios cambiar la constituci¨®n para ¡°legalizar¡± su presencia en el poder. Nkurunziza, que ni siquiera ha llegado a reformar la constituci¨®n como ellos tres, se ha encontrado con una indignaci¨®n internacional nunca antes vista, al querer cumplir dos mandatos presidenciales ¡°elegido por sufragio universal directo¡±, como reza la Constituci¨®n de Burundi, a la que remiten los famosos Acuerdos de paz de Arushadel a?o 2000.
La represi¨®n de las manifestaciones por parte del Gobierno, y un intento de golpe de Estado por parte del jefe destituido de los servicios secretos, desataron 77 muertes y la huida de 127.000 personas. Pero cuando el 21 de julio Nkurunziza gan¨® las elecciones con m¨¢s del 69% de los votos, la violencia se dispar¨®, dejando.400 muertos y 220.000 personas desplazadas. Los ataques rebeldes desde el exterior y el interior se han dirigido a cuarteles militares, al palacio presidencial, y han ido acompa?ados de varios asesinatos de l¨ªderes civiles, pol¨ªticos y militares, hasta fechas recientes. Todo ello en un peque?o pa¨ªs de apenas 10 millones de habitantes. La composici¨®n ¨¦tnica del pa¨ªs es muy similar a la de la vecina Rwanda: una mayor¨ªa hutu, minor¨ªas tutsi y twa.
Pero los factores ¨¦tnicos no son determinantes en la situaci¨®n, aunque existan voces empe?adas en hablar de un ¡®nuevo genocidio¡¯. En Burundi, el gobierno, el ej¨¦rcito, la administraci¨®n y los partidos pol¨ªticos son diversos, y de hecho la mayor¨ªa de la oposici¨®n est¨¢ formada por hutus, que comparten etnia con el presidente reelegido. Es importante superar las insinuaciones de la propaganda, evitar caer en el juego, como analiza el periodista ruand¨¦s Claude Gatebuke, de quienes tienen intereses y agenda propia respecto a la posici¨®n de Burundi en la zona, o desean provocar con excusas una invasi¨®n del pa¨ªs que permita el dominio de la regi¨®n.
Con tantas vidas en juego, tantas personas que han huido sin nada para refugiarse de la violencia, la inestabilidad y la vulnerabilidad en el peque?o pa¨ªs africano son muy preocupantes. Un informe confidencial de expertos de la ONU presentado en enero de 2016 denuncia el reclutamiento forzoso de refugiados burundeses, menores incluidos, en uno de los campos en que se encuentran, para incorporarlos a los grupos rebeldes violentos que se oponen al presidente. La credibilidad del informe no ha impedido que pase sin pena ni gloria, ya que ninguno de los actores internacionales que podr¨ªan hacerlo est¨¢ tomando medidas para lograr la pacificaci¨®n del pa¨ªs. Y es urgente e imprescindible, porque, como suele ocurrir, quien m¨¢s est¨¢ padeciendo los enfrentamientos por el poder entre rebeldes y gobierno es la poblaci¨®n civil inocente, que sigue sufriendo y muriendo, aunque su crisis humanitaria no est¨¦ de moda.
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