Berl¨ªn en cuatro escenas y una novela que explica el mundo
Una casa: ¡°Se amuebl¨® la casa. Daniel ten¨ªa un gran n¨²mero de amigos y conocidos que trataban con muebles, l¨¢mparas, telas y art¨ªculos de menaje y todos quer¨ªan colaborar en la construcci¨®n del nido de su hija. Sacaron de los almacenes las mercanc¨ªas de m¨¢xima calidad, bajaron los precios, le concedieron cr¨¦ditos sin intereses. ?Para qu¨¦ somos jud¨ªos? Para ser solidarios y ayudarnos mutuamente¡±.
La ciudad: ¡°Tiergarten ha desaparecido. Apenas si existe ya un ¨¢rbol o matojo. Es un campo segado y abandonado con troncos calcinados. Habr¨¢ tal vez una docena de ¨¢rboles solos y dispersos¡±. ¡°La Puerta de Brandeburgo, Unter den Linden¡ los nombres dan igual, todo ten¨ªa el mismo aspecto. Es una ciudad muerta que ya s¨®lo se compone de ruinas y fachadas y donde uno mira por marcos de ventana vac¨ªos al interior arrasado de las casas¡±. ¡°No es que aqu¨ª o all¨¢ haya una casa entera derruida, es que hay kil¨®metros y kil¨®metros sin casa alguna: s¨®lo escombros y m¨¢s escombros, un paisaje irreconocible hasta para una berlinesa como yo, que he vivido cincuenta a?os en esta ciudad¡±.
Otra casa y sus ocupantes: ¡°A pesar de las gigantescas p¨¦rdidas siguen teniendo m¨¢s de lo que otras personas nunca poseyeron, y todav¨ªa alcanza para muchas familias. ?Pero si vieras ahora la villa de los viejos Schrobsdorff! Todo destruido y despedazado. Los armarios empotrados, la boiserie, los techos de madera, el parquet, arrancados y devastados; las pilas y las ba?eras de m¨¢rmol, rotas. Los restos de los muebles se encuentran desperdigados y en un estado deplorable, y por medio hay material de construcci¨®n, cajas, madera, piedras, cart¨®n alquitranado, todo metido por ah¨ª por Alfred, que ahora comercia con esto. ?l y Walter se han enriquecido donde y c¨®mo pod¨ªan. Se comportan, en el cabal sentido de la palabra, como cerdos, mienten y estafan y no se arredran ante nada. Adem¨¢s, Walter tiene un miedo cerval debido a su glorioso pasado nazi y los dos hermanos intentan perjudicar de la forma que sea al pobre pap¨¢, al que le envidian su integridad¡±.
El g¨¦nero humano: ¡°Es simplemente inimaginable cu¨¢nto hay aqu¨ª de lodo, de codicia, de amoralidad. Anja, el monstruo que literalmente mand¨® a su propia madre a ahogarse en el gas de P?tz y se deshizo as¨ª de su ¨¢rbol geneal¨®gico jud¨ªo, de repente es completamente jud¨ªa, y como tal est¨¢ repantingada con sus cuatro hijos en el sur de Alemania, d¨¢ndose la buena vida¡±. ¡°La se?ora Guttsmann, la contable de pap¨¢, en cuya casa vivo aqu¨ª, ha perdido a su marido en Auschwitz y ahora aprovecha su posici¨®n aventajada para apoderarse de diversos objetos de valor que no son suyos. La confusi¨®n no s¨®lo es externa, sino que afecta tambi¨¦n al interior de las personas. Lo m¨ªo y lo tuyo ya no existe, cada cual campa a sus anchas. La decadencia est¨¢ omnipresente¡±.
Este a?o para el d¨ªa del libro no les recomiendo ning¨²n libro de arquitectura. O s¨ª. La novela de Angelika Schrobsdorff T¨² no eres como otras madres (Errata Naturae/ Perif¨¦rica con traducci¨®n de Richard Gross) describe Berl¨ªn y Sof¨ªa antes, durante y despu¨¦s de las dos guerras mundiales. Son las calles, las casas de la gente, la vida en las habitaciones y el miedo o la alegr¨ªa en las aceras lo que compone el marco para una de las mejores lecturas que se pueden regalar. La relaci¨®n madre-hijo/a tiene en este relato tanta importancia y fuerza como la desorientaci¨®n que uno puede sentir en su propia ciudad. Esa relaci¨®n convive con la idea de casa cuando pareces tenerlo todo o cuando uno se queda sin nada. Si este libro les revuelve tanto como a m¨ª sentir¨¢n que al hablar de su madre, y del mundo, Angelika Schrobsdorff les ha explicado en qu¨¦ consiste la vida.
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