El disfraz
Las declaraciones de los pol¨ªticos son como tinta de calamar sobre cualquier deseo de claridad y transparencia
Tiene toda la raz¨®n la expresidenta madrile?a Esperanza Aguirre cuando asegura que un ministro de Hacienda brit¨¢nico se habr¨ªa visto obligado a dimitir por las filtraciones de declaraciones de la renta de particulares. Una de las bases del acuerdo entre ciudadanos y recaudadores estatales es la confidencialidad. Lo raro es que a ella le preocupe solo que esa filtraci¨®n se haya producido en su caso o el del expresidente Aznar. ?Por qu¨¦ callaba cuando las filtraciones afectaban a rivales pol¨ªticos o cuando el se?or ministro acus¨® en el Parlamento a actores y periodistas de no pagar impuestos con la ¨²nica finalidad de da?ar su imagen de grupo sin ofrecer nombres concretos? El eximente de las ¨²ltimas filtraciones podr¨ªa hallarse en que durante d¨¦cadas los personajes investigados han ejercido cargos p¨²blicos de enorme relevancia. Deber¨ªan ser por tanto ejemplares y ahorrarse los llamamientos descarnados en favor de esquivar impuestos o trampear fiscalmente y, por contra, contribuir a la pedagog¨ªa nacional para explicar lo positivo de la declaraci¨®n de renta.
Vivimos un periodo muy confuso, donde la investigaci¨®n period¨ªstica termina cuando se cobra la pieza, pero no profundiza en las ramificaciones de su corrupci¨®n. Cae un ministro, pero en d¨ªas se corre un tupido velo aclaratorio sobre sus negocios familiares. As¨ª funcionan tambi¨¦n las declaraciones de los pol¨ªticos, como una poluci¨®n interesada a modo de tinta de calamar sobre cualquier deseo de claridad y transparencia. Qu¨¦ triste fue ver que una asociaci¨®n de derecha radical robaba el nombre de Mani Pulite, asentado sobre los esfuerzos procesales del magistrado Antonio Di Pietro por desvelar la tangencial corrupci¨®n pol¨ªtica italiana, y lo transformaba en un Manos Limpias protoespa?ol, listo para amedrentar a enemigos ideol¨®gicos, desde jueces progresistas a mu?ecos infantiles.
Hemos sabido que Ausbanc cobr¨® subvenciones de la Comunidad de Madrid, pero por eso quiz¨¢ no dimite ning¨²n presidente brit¨¢nico ni por nombrar de segundo a Granados o engordar la trama G¨¹rtel. Subvenciones en Espa?a solo reciben los del cine, seg¨²n interesada manipulaci¨®n de ciertos periodistas y un partido pol¨ªtico que por a?o cobra en subvenci¨®n directa el triple que toda la industria audiovisual nacional junta. Desinformar a los espa?oles es una tarea ardua, que requiere insistencia y disfraz. La insistencia no hace falta se?alarla, es obvia. El disfraz cuesta m¨¢s distinguirlo. A veces es indignaci¨®n, otras oportuno asociacionismo, en ciertos casos fingido liberalismo y en la mayor¨ªa solo zafiedad y rebuzno.
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