?Puede el cerebro ser ¡®justo¡¯ ante la ley?
La neurolog¨ªa, la psiquiatr¨ªa, la psicolog¨ªa y las neurociencias cognitivas, entre otras, intentan entender el funcionamiento del cerebro en la esfera legal
Cuando en el comienzo de la pel¨ªcula se ve a los doce hombres alrededor de una mesa, algunos inquietos o apurados, otros desconcentrados o con angustia, lo que est¨¢ por suceder es un veredicto que absuelva o mande a la silla el¨¦ctrica a un joven acusado de matar a su padre. As¨ª se desenvuelve la votaci¨®n preliminar que deber¨¢ ser un¨¢nime y funcionar¨¢ como el punto de inicio del conflicto que atravesar¨¢ todo el film: once votan que es culpable, pero uno, tan solo uno, que no. Cuando con fastidio algunos le preguntan por qu¨¦, ¨¦l solo atina a responder: ¡°Tenemos que hablar¡±. ¡°La duda razonable es imprescindible¡±, podr¨ªa haber agregado el personaje de Henry Fonda en Doce hombres sin piedad. Por eso cuando le vuelven a preguntar sobre la culpabilidad o inocencia del muchacho, ¨¦l dice con seguridad: ¡°No lo s¨¦¡±.
M¨¢s all¨¢ del desarrollo de las instituciones, los estudios y redacci¨®n de leyes, debemos recordarnos que tanto jueces, como abogados, testigos e imputados son personas con sus memorias, decisiones, emociones y razonamientos humanos. Es por eso que aquellos avances ligados al estudio de la mente necesariamente tienen un impacto en la reflexi¨®n y administraci¨®n del derecho en la sociedad. As¨ª, las neurociencias modernas han dado lugar a nuevas preguntas, impensadas hace unos a?os atr¨¢s en el ¨¢mbito de la ley, del tipo: ?nuestros actos son autom¨¢ticos o voluntarios? ?Existe el libre albedr¨ªo y la responsabilidad personal? ?Podemos comprender la impulsividad, la adicci¨®n y el cerebro en desarrollo? ?Interviene en las acusaciones, los testimonios e, inclusive, en los veredictos el sesgo o prejuicio racial? ?Se puede mediante im¨¢genes cerebrales distinguir la verdad de la mentira?
Un claro ejemplo de esto es la creaci¨®n del Centro de Derecho, Cerebro y Comportamiento en el prestigioso Hospital General de Massachusetts de la Universidad de Harvard. Este centro re¨²ne a expertos en el campo de la ley, la neurolog¨ªa, la psiquiatr¨ªa, la psicolog¨ªa y las neurociencias cognitivas, entre otros, con el fin de hacer una traducci¨®n cient¨ªfica adecuada de los avances en el estudio del cerebro a la esfera legal.
Los seres humanos tendemos a pensarnos como seres racionales. Sin embargo, en nuestra conducta diaria hay una gran cantidad de sesgos y aspectos emocionales que se apartan de lo que ser¨ªa una decisi¨®n racional. Veamos un ejemplo. Un estudio analiz¨® las sentencias de ocho experimentados jueces israel¨ªes que durante diez meses deb¨ªan decidir sobre otorgar o no la libertad condicional a 1112 personas presas. El ritmo de trabajo era agobiante, ya que deb¨ªan decidir por d¨ªa alrededor de 35 casos. Los resultados de esta investigaci¨®n demostraron que hab¨ªa un 65% m¨¢s de probabilidades de que concedieran la libertad condicional si ten¨ªan que decidir el caso despu¨¦s del almuerzo y un 0% al final del d¨ªa. Tomar decisiones es un trabajo mental que requiere de gran cantidad de recursos cognitivos, mayormente localizados en la corteza prefrontal, ¨¢rea clave en la toma de decisiones. Estos recursos tienen una capacidad limitada que se recupera con tiempos de descanso y una alimentaci¨®n adecuada. En este estudio, el agotamiento de recursos influy¨® en que los jueces decidieran acudiendo a sus sesgos o cansancio en el final de la jornada. El sistema judicial intenta ser racional y equilibrado, por eso resulta bastante perturbador pensar que pueda ser condicionado por el funcionamiento autom¨¢tico de las decisiones humanas.
Tanto jueces, como abogados, testigos e imputados son personas con sus memorias, decisiones, emociones y razonamientos humanos
D¨¦cadas de investigaci¨®n en neurociencias han dado evidencia de que la memoria es reconstructiva, es decir, los recuerdos no permanecen inalterables y se pueden modificar: en parte son construcciones que reflejan c¨®mo interpretamos nuestras experiencias, en lugar de ser reproducciones literales, fotogr¨¢ficas y objetivas de esas experiencias. Adem¨¢s, la evocaci¨®n de nuestra memoria puede distorsionar los recuerdos de una manera sutil. La memoria y la imaginaci¨®n dependen de muchos de los mismos procesos cognitivos y neuronales, por lo que es f¨¢cil confundir una experiencia imaginada con una experiencia recordada real. Cada vez que recordamos un evento alteramos el trazado de esa memoria. Estudios de los neurocient¨ªficos Elizabeth Loftus y John Palmer dieron cuenta de que es posible cambiar el recuerdo de los testigos a trav¨¦s de preguntas sugestivas.
En un conocido experimento se les present¨® a diferentes grupos de personas el mismo video de un accidente automovil¨ªstico y se les pidi¨® que estimaran la velocidad que llevaban los autos al momento del impacto. Los participantes tend¨ªan a recordar que iban a mayor velocidad cuando en la pregunta se usaba verbos como ¡°embistieron¡± y mucho menos velocidad cuando se usaba verbos como ¡°entraron en contacto¡±. Lo que es m¨¢s sorprendente es que cuando se les preguntaba si hab¨ªan visto vidrios rotos, el doble de personas contestaba que s¨ª cuando se usaba un verbo m¨¢s intenso en comparaci¨®n a cuando se usaba uno m¨¢s atenuado. Estos resultados demostraron que el modo en que se realizan las preguntas (incluso ciertas afirmaciones) durante un interrogatorio puede influir sobre la manera en la cual recordamos un evento. Este experimento evidencia lo maleable que pueden ser nuestros recuerdos por la sugesti¨®n.
Hoy, adem¨¢s, sabemos que el porcentaje de error en la identificaci¨®n en una rueda de reconocimiento es excesivamente alto (entre un 40% y un 70%) y su valor diagn¨®stico de la implicaci¨®n de alguien en un delito es realmente muy bajo, pr¨¢cticamente lo que esperar¨ªamos producto del azar. Por otra parte, distintas investigaciones sugieren que el sesgo o prejuicio racial es b¨¢sicamente autom¨¢tico, por lo cual tambi¨¦n podr¨ªa operar sobre la percepci¨®n, el reconocimiento y/o el testimonio. Asimismo cuando una persona es testigo de un suceso y despu¨¦s adquiere informaci¨®n nueva sobre ese hecho, esta puede provocar alteraciones en su recuerdo. Si esa nueva informaci¨®n es falsa, entonces es posible que d¨¦ lugar a errores en el informe de memoria del testigo. En los Estados Unidos alrededor de trescientos individuos fueron liberados luego del an¨¢lisis de la evidencia de material gen¨¦tico en la escena del crimen. M¨¢s del 70% de estas personas hab¨ªan sido condenadas en base a la memoria de testigos. Estos testigos no eran mentirosos, sino gente com¨²n convencida de que su memoria era precisa y lamentablemente para los condenados no lo hab¨ªa sido.
En nuestra conducta diaria hay una gran cantidad de sesgos y aspectos emocionales que se apartan de lo que ser¨ªa una decisi¨®n racional
La psicolog¨ªa del testimonio es una rama de la psicolog¨ªa jur¨ªdica que estudia la exactitud y credibilidad del testimonio. La capacidad de un testigo para percibir no suele ponerse en duda ni por el sentido com¨²n (a m¨ª no me lo contaron, se suele decir com¨²nmente para dar valor de verdad) ni en muchos casos por la propia justicia (de lo que hablamos no es del flagrante falso testimonio). Esta presunci¨®n debe ser modificada, puesto que el testigo deber¨ªa ser sometido a una serie de pruebas para determinar su capacidad de percepci¨®n. La exactitud del testigo hace referencia a si los hechos que relata han sucedido tal como ¨¦l dice; en tanto que la credibilidad del testigo se refiere a si se considera que ese testigo o una parte de su declaraci¨®n inspira confianza e induce a creer que los hechos sucedieron tal como declara.
En otro orden, hay casos dram¨¢ticos dentro del ¨¢mbito jur¨ªdico que involucran cuestiones ¨¦ticas sobre las que las investigaciones en neurociencias tienen mucho para aportar. El estado vegetativo suele ser permanente luego de tres meses de un da?o cerebral por anoxia (deprivaci¨®n de ox¨ªgeno) o de doce meses luego de un traumatismo de cr¨¢neo. Un caso muy impactante en los Estados Unidos fue el de Terri Schiavo (una paciente en estado vegetativo permanente), que dividi¨® a la sociedad: ella aparec¨ªa despierta (sus ciclos vitales eran normales), pero no consciente (conectada con el entorno). Frente a esa situaci¨®n constante, el marido quer¨ªa desconectarla y sus padres no. Este tipo de casos generan un debate ¨¦tico relacionado con la naturaleza de la conciencia, la calidad de vida, el valor que la sociedad le atribuye a la vida y c¨®mo manejamos la incertidumbre. En algunos pacientes en estado vegetativo se observa, con las neuroim¨¢genes modernas, activaci¨®n cerebral ante ciertos est¨ªmulos. Los datos de estos experimentos y de otros similares permiten estudiar las bases neurales de la conciencia. Sin embargo, hay que ser muy cautos, ya que la existencia de actividad cerebral no significa que la red de conciencia est¨¦ preservada: se trata de islas de reserva cognitiva que no representan un sistema integrado de conciencia.
La interacci¨®n entre la ciencia y otras disciplinas que parecen ajenas permiten poner en cuesti¨®n ciertas seguridades y patrones que muchas veces parecen inamovibles. Esto no vale ¨²nicamente en este caso para el derecho o la historia, tambi¨¦n sirve para tensar las seguridades de la ciencia. Como lo pidi¨® el Jurado 8 en Doce hombres sin piedad, debe existir di¨¢logo entre juristas, neurocient¨ªficos y profesionales de otras disciplinas y determinar as¨ª de manera cr¨ªtica y consensuada en qu¨¦ ¨¢mbitos y medida los estudios sobre el funcionamiento de los procesos mentales pueden ser utilizados eficazmente para producir innovaciones en el sistema legal. Este campo com¨²n de trabajo brindar¨¢ herramientas para una mejor justicia, es decir, para una mejor vida en comunidad.
Facundo Manes es neur¨®logo y neurocient¨ªfico (PhD in Sciences, Cambridge University). Es presidente de la World Federation of Neurology Research Group on Aphasia, Dementia and Cognitive Disorders y Profesor de Neurolog¨ªa y Neurociencias Cognitivas en la Universidad Favaloro (Argentina), University of California, San Francisco, University of South Carolina (USA), Macquarie University (Australia)
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