El color con que se mira
LOS versos m¨¢s populares de Ram¨®n de Campoamor expresan la imposibilidad de captar la realidad: ¡°En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es seg¨²n el color / del cristal con que se mira¡±. El color de los ojos, en cambio, es indiferente para lo que ven. Sin embargo, a menudo nos preocupamos m¨¢s de lo que ven los dem¨¢s en nosotros que de lo que vemos nosotros mismos. Y como lo escaso suele ser m¨¢s apreciado que lo abundante, y aproximadamente el 80% de la poblaci¨®n tiene ojos marrones, muchos sue?an con ver el mundo como el resto, pero mediante ojos claros.
Una cl¨ªnica californiana, Stroma Medical, lleva a?os ofreciendo cambiar los ojos casta?os en azules, eliminando con l¨¢ser los pigmentos del iris, por 5.000 d¨®lares. Seg¨²n Gregg Homer, su fundador, todos tenemos ojos azules, y la cantidad de melanina es lo que puede oscurecerlos. La Cl¨ªnica Eyecos, de Barcelona, ofrece lo mismo, por un precio parecido. En cinco sesiones, el l¨¢ser Neweyes elimina la capa superficial de melanina para aclarar el iris. Escribo a Eyecos: ?est¨¢ garantizado que no da?e los ojos? ?Es el mismo m¨¦todo que el utilizado por Stroma Medical? ?Han hecho ya la operaci¨®n a mucha gente, y desde cu¨¢ndo? Amablemente, me informan sobre la planificaci¨®n de las sesiones de l¨¢ser y los medicamentos para prepararlas, y me remiten a su web, donde s¨®lo encuentro respuesta para mi primera pregunta: el cambio de color se hace ¡°de una manera segura, natural y predecible¡±.
A estas alturas de mi vida, el color de mis ojos me importa mucho menos que el cristal con el que miro, pero cualquier cosa que se refiera a ellos me interesa. Recuerdo el telenovelesco?mensaje de El Chapo Guzm¨¢n a Kate del Castillo, ¡°te cuidar¨¦ m¨¢s que a mis ojos¡±, y hablo con I?igo Jim¨¦nez-Alfaro, jefe de servicio de oftalmolog¨ªa de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz, que cuida los m¨ªos. ?Son seguras las t¨¦cnicas de cambiar el color de los ojos con l¨¢ser? ?Hay alguna otra forma de hacerlo? ¡°Nuestra impresi¨®n es que no son seguras. Hay ensayos en marcha (en los que prestigiosos oftalm¨®logos declinaron participar por dudar de su seguridad), pero a¨²n, hasta donde s¨¦, no hay ninguno finalizado ni resultados publicados. Hay otras formas de hacerlo, pero todav¨ªa peores: implantando lentes intraoculares cosm¨¦ticas dentro del ojo, encima del iris. La videoteca est¨¢ llena de las desgracias irreversibles ocasionadas por esos implantes¡±. ?Lo hacen en su cl¨ªnica? ?Se lo recomendar¨ªa usted a alguien? ¡°Obviamente no, ni tenemos intenci¨®n de hacerlo. Al margen de las grandes dudas cient¨ªficas existentes, me parece una frivolidad poner los ojos en riesgo con una intervenci¨®n sin beneficio alguno para su salud¡±.
Acabo con otro poeta, Antonio Machado, recordando uno de sus Proverbios y cantares: ¡°El ojo que ves no es / ojo porque t¨² lo veas; / es ojo porque te ve¡±. Visto lo visto, dejemos que el ojo siga siendo ojo: que vea, y que no nos importe tanto c¨®mo lo vean.
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