La (falta de) conciencia del despilfarro
Las cifras de desperdicio de alimentos en Espa?a no se traducen en movilizaci¨®n social
El 29 de abril de 2015, en la calle Zabalea de Galdakao (Bizkaia), apareci¨® un frigor¨ªfico. No lo hab¨ªa dejado ning¨²n vecino para que la retirara el servicio t¨¦cnico. Era una nevera destinada a que cualquiera con comida que no iba a consumir la compartiera con quienes s¨ª la quisieran. Adem¨¢s de solidaria, el primer objetivo era luchar contra el desperdicio de alimentos.
Casi 800 millones de personas pasan hambre en el mundo. Y seg¨²n datos de la FAO (agencia de la ONU para la alimentaci¨®n y la agricultura) una cuarta parte de esos hambrientos podr¨ªan comer solo con lo que los hogares, supermercados y restaurantes europeos acaban descartando. Por falta de previsi¨®n, porque los alimentos no son tan bonitos o perfectos como se supone que exige el consumidor, o simplemente por dejadez.
Pa¨ªses como Francia han intentado atacar el problema en el sector de la distribuci¨®n con leyes que proh¨ªben tirar a la basura productos en buen estado. Pero el reparto de la responsabilidades se?ala a los consumidores finales, que seg¨²n algunos informes son culpables de hasta el 42% del desperdicio. Y los ciudadanos, adem¨¢s, ¡°son quienes de verdad pueden cambiar las cosas¡±, seg¨²n la activista danesa Selina Juul.
Dinamarca ¡ªuna vez m¨¢s¡ª puede servir de modelo para Espa?a: ha reducido el despilfarro un 25% en cinco a?os. Y el movimiento que lidera Juul, Stop Spild Af Mad (Freno al desperdicio de comida, en dan¨¦s) y sus 47.000 afiliados siguen dando la batalla en las redes sociales para que el asunto siga en la primera p¨¢gina de la agenda.
"Falta una gran campa?a que nos repita el mensaje hasta que cale. Un tema tan importante y escandaloso debe conocerse m¨¢s", coincide Mari Cruz Mart¨ªn, de Yonodesperdicio, una suerte de Blablacar para compartir comida en vez de coche. La app del proyecto ¡ªque ya est¨¢ salvando kilos de comida¡ª permite ofrecer lo que no se vaya a consumir para compartirlo con otros.
Porque ese es quiz¨¢ el principal problema. Existen iniciativas como esta o Nevera Solidaria, que de Galdakao ha saltado a lugares como Toledo o Valencia. Pero por ahora, son movimientos peque?os. Y los 7,7 millones de toneladas que Espa?a tira a la basura no aparecen entre las preocupaciones de sus ciudadanos, ni tienen eco en las campa?as electorales.
Juul insiste: si les preocupa a los consumidores, les preocupar¨¢ a los supermercados y restaurantes, y si les preocupa a estos, le preocupar¨¢ a la industria. ¡°Y si conseguimos que las personas hagan suya esta reivindicaci¨®n, al pol¨ªtico no le quedar¨¢ otra que incluirla en sus programas¡±, opina Ainhoa Crespo, de la red de neveras que ofrece ayuda a todo el que quiera instalar una. Un efecto en cascada que solo puede conseguirse con la concienciaci¨®n. ¡°Si se invierte en la formaci¨®n en ni?os para fomentar un cambio de h¨¢bitos, los beneficios a largo plazo ser¨ªan enormes¡±, apuntan desde la Confederaci¨®n Espa?ola de Consumidores y Usuarios (Cecu), promotora de la iniciativa contra el desperdicio No al cubo.
Pero no hace falta esperar tanto. Hay decenas de cosas que se pueden hacer ya. Una es quitar la verg¨¹enza a la hora de pedir para llevar lo que no se ha terminado en un restaurante. O que los propios locales ofrezcan la posibilidad sin que haya que reclamarla. Aunque un informe de Cecu dice que tres de cada 10 espa?oles lo hace, sigue habiendo reparos.
Otra medida es que los supermercados cambien el tama?o de sus envases y renuncien a las ofertas por cantidad. Los 3x2 y 2x1 o los paquetes grandes tienen muchas papeletas de acabar en la basura. ¡°Tres meses despu¨¦s de lanzar la campa?a, la principal cadena del pa¨ªs decidi¨® abandonar ese tipo de ofertas¡±, recuerda Juul. Y si se consigue poner de moda los productos feos pero perfectamente sanos (como frutas o verduras), los productores dejar¨¢n de descartarlas.
La colaboraci¨®n entre actores ha sido clave en el progreso dan¨¦s. ¡°No se puede hacer una campa?a agresiva, se?alando con el dedo a la industria. Tampoco hay que identificarlo con izquierdas o derechas. Es b¨¢sico sumar entre todos¡±, apunta la activista. Por eso piensa que el enfoque normativo puede ser contraproducente. ¡°Es mejor que las empresas lo hagan por exigencia del consumidor y convencimiento que por imperativo legal¡±.
En cualquier caso, en Espa?a de momento no hay proyectos de ley en marcha. La estrategia trienal del Ministerio de Agricultura y Alimentaci¨®n M¨¢s alimento, menos desperdicio, lanzada en 2013, vence este a?o. Y Mart¨ªn lamenta que se sepa poco de los planes de la Administraci¨®n en este sentido.?
Como al problema en su conjunto, a estas iniciativas que luchan por solucionarlo les falta visibilidad y tama?o. Tanto Mart¨ªn como Crespo y David Hurtado, de Cecu, creen que trabajar en red ser¨ªa muy positivo, e indican que ya se est¨¢n dando pasos para poner ideas en com¨²n. ¡°Una pol¨ªtica de Estado ayudar¨ªa mucho¡±, apuntan desde Cecu. En Alemania, foodsharing.de, que ha inspirado Yonodesperdicio, ha conseguido evitado que se tiren 4.000 toneladas con la implicaci¨®n de ciudadanos, empresas y supermercados. ¡°En todas partes hay buenas ideas, pero falta compartirlas para marcar de verdad la diferencia¡±, dice Juul, que prepara una plataforma internacional en este sentido que complemente a otras de referencia como Save Food.
¡°Las cifras no deber¨ªan dejar indiferente a nadie¡±, se?ala Mart¨ªn. Porque mientras no se reduzcan, los h¨¢bitos de consumo y la dejadez de los pa¨ªses desarrollados seguir¨¢n afectando a la disponibilidad global de alimentos. Y a la sostenibilidad de su producci¨®n. No es solo lo que se desperdicia. Tambi¨¦n todo lo que se genera (residuos, emisiones) al producirlos en vano.
¡°Est¨¢ en nuestras manos¡±, insiste la activista danesa, que lanza un reto. ¡°Puedes hacer mucho: saca una foto de tu frigor¨ªfico antes de hacer la compra, controla los OCNI (objetos congelados no identificados) de tu congelador, aprende recetas con restos y, sobre todo, s¨¦ consciente del problema en todo momento¡±. El cambio puede empezar por dejar esos yogures que no se van a comer en una nevera abierta a otros, en lugar de en la basura.
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