El antrop¨®logo feminista que renunci¨® al poder de ser hombre
El experto defiende una 'nueva masculinidad' a trav¨¦s de la paternidad en la que ellos renuncien a sus privilegios como varones a cambio de ser como quieran, sin ser penalizados
¡°El reto de este siglo debe ser el construir un nuevo modelo social m¨¢s democr¨¢tico, justo e igualitario y para ello es fundamental que sean cada vez m¨¢s los hombres dispuestos a cuestionar el modelo tradicional de masculinidad, a renunciar a los privilegios que les pueda aportar el sistema patriarcal, a liberarse de las cargas de una masculinidad mal entendida, y a comprometerse, junto con las mujeres, de forma activa en la consecuci¨®n de un mundo mejor para todas las personas, que permita incrementar las posibilidades de desarrollo humano¡±.
Esto escrib¨ªa, en 2011, Ritxar Bacete, antrop¨®logo experto (en propias carnes) en igualdad de g¨¦nero. Ya entonces defend¨ªa una sociedad en la que hombres y mujeres compartieran las responsabilidades y el poder, para lo que ellos ineludiblemente deben renunciar a los privilegios de los que han gozado durante siglos de patriarcado. En aquel momento todav¨ªa no conoc¨ªa a su hija de cuatro a?os, una sonriente pelirroja que le cambi¨® la vida mucho m¨¢s de lo que hab¨ªa imaginado. La paternidad le conect¨® a¨²n m¨¢s con sus ideas igualitarias. Desde entonces, cree firmemente que se puede construir una masculinidad transformadora a trav¨¦s de la crianza.
¡°Hace falta un hombre distinto, andr¨®gino, que sea como quiera ser sin ser penalizado¡±. ?l lo fue de ni?o porque se sali¨® del prototipo de macho que la cuadrilla de su pueblo, en el Pa¨ªs Vasco, consideraba aceptable. Se apunt¨® a un curso de manualidades y sus amigos no quer¨ªan que fuera ¡°porque el profesor eran un maric¨®n¡±, recuerda Bacete. ?l ignor¨® la presi¨®n y eso le vali¨® que aquellos adolescentes cargados de testosterona mal entendida le rompieran sus creaciones cer¨¢micas. Bacete rompi¨® con sus amigos.
¡°Los ni?os son socializados en la violencia, para no sentir empat¨ªa. No es balad¨ª que se les inculque que no deban jugar con mu?ecas¡±, reflexiona. Por eso cree que el verdadero avance de los hombres hacia la igualdad se producir¨¢ cuando se d¨¦ el salto del discurso a la acci¨®n. ¡°No solo se trata de decir que eres un hombre igualitario, sino comportarte como tal¡±, apunta. ¡°Y renunciar a la violencia¡±, a?ade. Por eso, expone, el movimiento antimilitarista ¨Cen el que estuvo involucrado en su juventud¨C tuvo que ver con el afloramiento de grupos de varones feministas. ¡°Los hombres que no est¨¢bamos de acuerdo con la violencia, ¨¦ramos hombres que no ¨ªbamos a ser tan hombres¡±. Eso se cre¨ªa, dec¨ªa, pensaba. Ahora, con matices, tambi¨¦n.
Los ni?os son socializados en la violencia
Para Bacete, violencia es (adem¨¢s de los golpes, la agresi¨®n psicol¨®gica o sexual y el asesinato) que los varones exploten a las mujeres en tanto que son ellas las que m¨¢s tiempo dedican a los hijos y el hogar, y a cuidar de otros en general. ¡°Somos unos cron¨®fagos¡±, define. ¡°?Qu¨¦ pasa? Que a los hombres no nos interesa la igualdad. Por muy majo que seas, prefieres tener ventajas, principalmente, m¨¢s tiempo que las mujeres¡±, abunda. Pero algo est¨¢ cambiando en ese esquema en el que ellos pueden dedicar sus horas de reloj a alcanzar el ¨¦xito profesional o dedicarse a su propio ocio, seg¨²n el experto, gracias a la experiencia de la paternidad. Padres ha habido siempre, ?qu¨¦ es distinto ahora para que decidan estar m¨¢s presentes, implicados y ser m¨¢s responsables? ¡°El contexto y las mujeres. Ahora ellas son m¨¢s exigentes¡±, responde. De hecho, Bacete asegura que su c¨®nyuge le mantiene alerta. Ella, feminista, es la ¡°garante¡± de que este padre no patine. ¡°Si no fuera por ella, me relajar¨ªa m¨¢s¡±, reconoce y sonr¨ªe.
Escarbando en los motivos por los que no s¨®lo cree y defiende la igualdad, sino que adem¨¢s se la aplica tan a rajatabla, Bacete reflexiona: ¡°Trabaj¨¦ en cooperaci¨®n en Cuba, Guatemala, luego entr¨¦ en pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco¡ pensaba que el mundo se cambiaba desde las estructuras. Pero me di cuenta de que en realidad tienes que transformarte a ti mismo y a m¨ª la paternidad me cambi¨®¡±, relata. ¡°Y la incorporaci¨®n de los padres en la crianza tiene efectos positivos. Por ejemplo, las ni?as cada vez m¨¢s quieren estudiar carreras tradicionalmente masculinizadas¡±, explica. Su hija, de cuatro a?os, todav¨ªa es peque?a para elegir una profesi¨®n, pero apunta maneras de mando. Ha pedido a sus progenitores ir a Madrid porque quiere conocer a Manuela Carmena. ¡°Se ha convertido en un referente para ella¡±, apostilla orgulloso, como si ya se imaginara aita de una regidora o presidenta del Gobierno.
A los hombres no nos interesa la igualdad. Por muy majo que seas, prefieres tener ventajas
En una sociedad en la que las mujeres disponen de tiempo para alcanzar el ¨¦xito, los ni?os pueden modelar figuras de barro con libertad y las ni?as pueden so?ar con ser alcaldesas. ?Qu¨¦ cambia para los hombres, adem¨¢s de la se?alada (y conflictiva) p¨¦rdida de poder? ¡°Que se pueda construir una masculinidad transformadora. La crianza de la criatura es una oportunidad. Es coger un espacio donde estamos m¨¢s blandos. Supone relacionarte de manera distinta con el trabajo¡±, detalla. Del dicho al hecho, tras el nacimiento de su peque?a, el investigador, coordinador de proyectos y coach mont¨® su oficina en casa. ¡°Tambi¨¦n es la sala de juegos¡±.
Esta entrevista se realiz¨® en Bilbao tras la presentaci¨®n del estudio Implicaci¨®n de los padres vascos en la crianza: impacto en la corresponsabilidad y en el trabajo productivo, que coordin¨® Ritxar Bacete.
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