Contra la obesidad, cari?o
La soluci¨®n no es inmediata, sino que lleva meses, porque tanto el paciente como la familia han de encontrar ese trasfondo emocional y actuar adecuadamente
¡°?Por qu¨¦ mi hijo come tanto?¡±, es una pregunta com¨²n para muchos padres. Demasiado, si tenemos en cuenta que el 28% de los menores de entre 2 y 17 a?os en Espa?a tienen sobrepeso o son obesos. Han probado con dietas, con castigos y con recompensas, pero nada ha funcionado, y se debaten entre la preocupaci¨®n por sus hijos y la resignaci¨®n ante una situaci¨®n que no controlan. Para los doctores del Hospital Universitario La Paz, en Madrid, el exceso de peso es con frecuencia el resultado de una carencia emocional que se suple a trav¨¦s de la comida. Si no se ataja esa deficiencia, el sobrepeso persistir¨¢.
Rosa Calvo, doctora en Psicolog¨ªa Cl¨ªnica y responsable de la Unidad de?Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) del hospital, afirma que la soluci¨®n pasa por involucrar tanto al paciente como a su familia en un proceso de capacitaci¨®n emocional -el modelo La Paz- que sea capaz de ir a la ra¨ªz del problema. ¡°El conflicto no se tiene solo con la comida. El exceso de comida tiene que ver con lo emocional, porque los pacientes se sienten incapaces de afrontar diferentes situaciones en su vida (entre ellas la comida). Lo que hay que hacer es ayudarle a percibir la relaci¨®n entre ese exceso y lo que siente, la parte emocional. No se trata solo de control¡±. La comida se encarga de hacer la vida m¨¢s dulce, de llenar un vac¨ªo, afirma la doctora Calvo, ¡°porque nos han maltratado, o porque no hemos jugado bien al f¨²tbol en el colegio¡ En vez de pensar en ello comemos. Muchas veces la comida es un sustituto de ese calor, de ese cari?o, de ese apoyo que no est¨¢ disponible¡±. Se trata de ense?ar todo eso y de buscar maneras alternativas de procesar toda esa negatividad, ¡°de saber c¨®mo te tratas a ti mismo, qu¨¦ autoestima tienes y c¨®mo va a repercutir en tu relaci¨®n con los dem¨¢s. La mayor¨ªa de las veces, tras una comida excesiva hay tristeza. Vamos a ver lo que le sucede a tu hijo, si se siente marginado en el colegio¡¡±
La soluci¨®n no es inmediata, sino que lleva meses, porque tanto el paciente como la familia han de encontrar ese trasfondo emocional y actuar adecuadamente. Y en cualquier caso, es necesario olvidarse de castigar ning¨²n comportamiento del ni?o con respecto a la comida. ¡°Todo lo que sea echarle la culpa al ni?o aumenta la patolog¨ªa, y lleva al menor a reaccionar escondiendo comida, etc.¡± Sin ese desarrollo cognitivo propio, sin ese proceso de expresi¨®n emocional, un tratamiento puede conseguir cambios en el paciente, pero son inestables, y los hacen extremadamente vulnerables a las reca¨ªdas ante cualquier problema o dificultad inesperada.
La obesidad fue declarada epidemia del siglo XXI en 2004, con ocasi¨®n de la 57? Asamblea Mundial de la Salud en Ginebra. Y sin embargo, 12 a?os despu¨¦s sigue siendo una de las mayores amenazas para la nuestra salud. Los datos son alarmantes: un 43% de los ni?os de 7 y 8 a?os en Espa?a tienen sobrepeso o son obesos, seg¨²n datos del estudio Aladino 2013 (un 2% menos que en 2011). En Estados Unidos, el Centro para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en ingl¨¦s) habla de m¨¢s de un tercio de los menores de 19 a?os en esta situaci¨®n en 2012. Sin embargo, sigue sin existir la conciencia suficiente para atajar un problema que, dado ya en la infancia, aumenta las posibilidades de desarrollar enfermedades ¨®seas o de articulaciones, dolencias cardiovasculares, apnea del sue?o, diabetes e incluso ciertos tipos de c¨¢ncer en la edad adulta.
Hay que comer de todo, asegura la doctora Calvo (s¨ª, tambi¨¦n chuches y bocatas). ¡°No todos los d¨ªas, sino con moderaci¨®n. Es mucho mejor ir progresivamente colocando la comida en su sitio, que de vez en cuando pueda comer lo que le gusta y que el ni?o pueda asociar una comida excesiva a que se sienta mal. Sin ello, le estamos quitando una cosa que le estabiliza emocionalmente y no le damos nada a cambio¡±. Conviene adem¨¢s recordar que no se trata solo de hablar, sino tambi¨¦n de predicar con el ejemplo. ?C¨®mo poner l¨ªmites a nuestros hijos si no nos los ponemos a nosotros mismos? Debe haber, concluye Calvo, un proceso de modelado a trav¨¦s del autocuidado personal, no a trav¨¦s de lo que se dice sino de lo que se hace.
Un estudio publicado recientemente por la revista Obesity concluye que solo el 10% de los padres con ni?os obesos son capaces de reconocer a sus hijos como tales. Un fallo de percepci¨®n y una aceptaci¨®n social que se debe tanto al desconocimiento como a la tolerancia a ciertos h¨¢bitos sociales da?inos para la salud como son el abuso del ocio pasivo -tablets, ordenadores, televisi¨®n-, la carencia de un buen desayuno, la falta de actividad f¨ªsica, de una dieta equilibrada e incluso el tabaquismo de los progenitores. Lo primero, por tanto, es concienciarse de que existe un problema; lo siguiente es actuar adecuadamente.
El papel de los padres es siempre fundamental pero va cambiando, afirma el doctor Jos¨¦ Manuel Moreno Villares, coordinador del Comit¨¦ de Nutrici¨®n de la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa (AEP): ¡°Es primordial e insustituible los tres o cuatro primeros a?os. En los siguientes se ve complementado por el papel del grupo -por ejemplo, el comedor escolar-, para luego tener otro rol en la adolescencia ¨C por ejemplo, comer o cenar juntos tres o cuatro veces a la semana. Los h¨¢bitos m¨¢s importantes y que duran para toda la vida se adquieren en los primeros a?os de vida¡±.
Pero la responsabilidad no se limita a la familia. Para el doctor Moreno, ¡°todos somos actores sociales. Los medios de comunicaci¨®n en la transmisi¨®n de informaci¨®n responsable, las administraciones con medidas encaminadas a favorecer esos h¨¢bitos ¨Clos ayuntamientos favoreciendo la creaci¨®n de rutas urbanas, de ciudades cardiosaludables, de lugares comunes de juego; las educativas, aumentando y promocionando la pr¨¢ctica de deporte¨C; los pediatras, con una informaci¨®n no alarmista y pr¨®xima; los modelos sociales participando de esa misma filosof¨ªa; la regulaci¨®n de la publicidad de alimentos poco saludables en horario infantil...¡±. La Tropa Supersana es la iniciativa que la AEP present¨® en 2015 de la mano de ?lex, un superh¨¦roe de nueve a?os que nos ense?a a trav¨¦s de c¨®mics y una video campa?a que la alimentaci¨®n, el ejercicio y la prevenci¨®n son nuestras mejores armas.
Sobre la corresponsabilidad de padres y educadores tambi¨¦n habla la doctora Calvo: ¡°Deben de tomar conciencia del nivel de sufrimiento de un ni?o con un sobrepeso grande. Al que le insultan, al que no eligen en los juegos, al que llaman vago o gorda y fea (¡) Padres y educadores necesitan hacer que estos ni?os sean protagonistas en positivo. Que en clase, cuando saben la respuesta, se les d¨¦ la oportunidad del aplauso, de hacer que los compa?eros les admiren por algo, que se sientan importantes¡±. Una situaci¨®n que M. R., de 14 a?os, conoce bien: ¡°En la hora de gimnasia, cuando nos tocaban los aparatos (potro, plinto) como yo no ten¨ªa la agilidad de los dem¨¢s me dejaban el ¨²ltimo para que toda la clase viera como me ca¨ªa cuando iba a saltarlos, as¨ª como cuando sub¨ªa las cuerdas y todos se re¨ªan de m¨ª. Cuando jug¨¢bamos al f¨²tbol me tocaba ser portero porque al estar gordo ocupaba m¨¢s trozo de porter¨ªa y era m¨¢s dif¨ªcil meterme goles. Con la ropa ha sido y es un suplicio porque como me tienen que comprar tallas grandes suele ser ropa de mayor y con dobleces, con lo que me siento como un espantap¨¢jaros (otro motivo de risas). La verdad es que siempre me he sentido solo o con el grupo de los fracasados y ahora que me he hecho mayor no hay ninguna chica que quiera salir conmigo porque les da verg¨¹enza ir con un gordo¡±.
?C¨®mo prevenir?
La prevenci¨®n de la obesidad, apunta el doctor Moreno, ¡°se inicia en la alimentaci¨®n y el estado de salud en la mujer f¨¦rtil y, por supuesto durante el embarazo y la lactancia. Cada vez hay m¨¢s informaci¨®n que relaciona el papel de los 1000 primeros d¨ªas en la vida del ni?o -y, por tanto, su alimentaci¨®n- y la salud adulta¡±. La obesidad de la madre (incluso antes del periodo gestacional) o el tabaquismo durante el embarazo son otros de los factores que pueden provocar una situaci¨®n de sobrepeso en el futuro.
La AEP ofrece una serie de recomendaciones para prevenir el sobrepeso. Los ni?os alimentados con lactancia materna, por ejemplo, tienen menor riesgo de desarrollar obesidad. La ingesta proteica es considerablemente superior en los lactantes que consumen f¨®rmula, y en aquellos en los que hay una introducci¨®n precoz de la alimentaci¨®n complementaria, que debe de hacerse de manera gradual a partir del cuarto al sexto mes, potenciando el consumo de alimentos variados y saludables (cereales, frutas, verduras, tub¨¦rculos, carne -no m¨¢s de 40 gramos por raci¨®n-, pescado y huevo).
La adolescencia es otra etapa de riesgo, puesto que la probabilidad de que un ni?o obeso se convierta en adulto obeso es del 80% frente al 20% a los cuatro a?os de edad. Las necesidades de cada ni?o var¨ªan con su edad y el grado de actividad f¨ªsica, pero se centrar¨¢n siempre en una alimentaci¨®n equilibrada, con un desayuno abundante, merienda y sin comidas copiosas.
El caso de M. R.
Var¨®n de 14 a?os. Altura 1,57. Peso 78 Kg
Descripci¨®n del problema: ¡°Nac¨ª, seg¨²n mi madre, con cinco kilos por lo que ya ¡°nac¨ª medio criado¡±.
Me he criado en una urbanizaci¨®n del sur de Madrid y desde siempre tuve mucha facilidad para relacionarme con los otros ni?os del barrio, aunque siempre me recuerdo siendo el ni?o gordo del barrio. Adem¨¢s de ser gordo, era m¨¢s grande que mis amigos y como sobresal¨ªa siempre me tocaba cuidar de mis amigos, as¨ª que si no quer¨ªa hacer de ¡°ni?era¡± me iba con los mayores con los que tampoco encajaba, as¨ª que nunca pertenec¨ªa a ning¨²n grupo.
Cuando en el colegio sal¨ªamos al recreo y com¨ªamos el bocadillo, los otros ni?os se alejaban de m¨ª porque pensaban que con el m¨ªo no iba a ser suficiente y me iba a comer los suyos. En la hora de gimnasia, cuando nos tocaban los aparatos (potro, plinto) como yo no ten¨ªa la agilidad de los dem¨¢s me dejaban el ¨²ltimo para que toda la clase viera como me ca¨ªa cuando iba a saltarlos, as¨ª como cuando sub¨ªa las cuerdas y todos se re¨ªan de m¨ª. Cuando jug¨¢bamos al f¨²tbol me tocaba ser portero porque al estar gordo ocupaba m¨¢s trozo de porter¨ªa y era m¨¢s dif¨ªcil meterme goles. Con la ropa ha sido y es un suplicio porque como me tienen que comprar tallas grandes suele ser ropa de mayor y con dobleces con lo que me siento como un espantap¨¢jaros (otro motivo de risas).
La verdad es que siempre me he sentido solo o con el grupo de los fracasados y ahora que me he hecho mayor no hay ninguna chica que quiera salir conmigo porque les da verg¨¹enza ir con un gordo. Al escribirte esto me doy cuenta de que mi f¨ªsico me ha aislado completamente y me he hecho un mundo aparte a mi medida donde fantaseo que soy delgado y feliz. He intentado miles de dietas, me han llevado a muchos endocrinos , pero no ha servido de nada y a veces para engordar m¨¢s. Una amiga de mi madre ha estado en tratamiento contigo y me ha dicho que tu no le obligabas a no comer y a pesar de eso ahora esta delgada.
La parte m¨¢s dif¨ªcil del tratamiento de MR ha sido la parte de preparaci¨®n para el cambio. Ha tenido que asumir que ¨¦l no iba a perder peso de forma inmediata y que posiblemente nunca llegue a ser un chico delgado pero s¨ª a que su peso vaya bajando de forma progresiva a lo largo del proceso sin que ¨¦l se ponga metas de ¡°perder peso¡±. El tratamiento se ha enfocado a conocer que razones (malestares) le lleva a ir a la comida cuando no es hambre y como aprender alternativas para esas dificultades que le sirvan para descender la cantidad de comida ingerida. Este trabajo nos ha llevado unos seis meses en los que no ha habido pr¨¢cticamente cambios ni en la ingesta ni en el sedentarismo. Sin embargo, poco a poco, M. R. ha empezado a darse cuenta que lleva unos meses que come muchos menos bollos y ¡°chucher¨ªas¡±, que sabe defenderse, expresar su opini¨®n y respirar casi diariamente, algo que le ayuda en sus momentos de frustraci¨®n o de burlas. Tambi¨¦n ha empezado a moverse m¨¢s. Por primera vez tras 10 meses de trabajo psicol¨®gico ha pedido volver a un nutricionista que le aconseje a comer de forma ordenada a lo largo del d¨ªa. Actualmente ha perdido peso sin propon¨¦rselo de forma voluntaria, sino debido a que la comida est¨¢ mucho m¨¢s moderada y no recurre a resolver sus conflictos emocionales ni relacionales con la comida. Todav¨ªa queda mucho por hacer. Hay que decir que los padres han aprendido a relacionarse con su hijo sin hablar de la comida ni de su gordura. Permiten que ¨¦l tome decisiones en su proceso de cambio y le han hecho protagonista de su recuperaci¨®n.
Nota: debido a la ley de protecci¨®n de datos, tanto la edad como las iniciales del caso real incluido en este reportaje (perteneciente a la consulta de la doctora Calvo) se han cambiado.
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