La uni¨®n hace la fuerza
Un par de ni?os migrantes juegan en el campo de refugiados de Idomeni (Grecia). Marko Djurica (Reuters)
AUTOR INVITADO: FARES AMR
¡°Oh gentes, ciertamente os hemos creado de un hombre y de una mujer, y os hemos hecho pueblos y tribus para que os conozc¨¢is. Ciertamente, el m¨¢s noble de vosotros es el m¨¢s temeroso (de Allah), ciertamente Allah lo sabe todo y lo conoce todo¡± (49:13)
Casi siete mil millones de personas habitamos este planeta. Somos muchos y muy, muy diferentes. Diferentes razas, diferentes idiomas, diferentes religiones, pero una ¨²nica descripci¨®n que nos une: seres humanos. La coexistencia entre nosotros es esencial, el respeto y la convivencia son la base del buen funcionamiento de una sociedad donde no hay dos iguales. Pensemos: si en la misma familia encontramos diferencias abismales entre sus miembros, ?qu¨¦ decir del resto del mundo? Por eso jam¨¢s se ha de perder de vista que, a pesar de nuestras diferencias, nos parecemos mucho m¨¢s de lo que pensamos. La mayor¨ªa buscamos lo mismo: tener una vida personal estable, una vida profesional satisfactoria y un modo de ver la vida que nos haga sentiros felices y nos ayude a superar nuestros problemas en el d¨ªa a d¨ªa.
Si profundizamos en nuestras sociedades vemos que, incluso, dependemos los unos de los otros. El sastre compra pan y el panadero compra ropa. Estamos obligados a convivir y a respetar ciertos l¨ªmites, que b¨¢sicamente se reducen al respeto a la vida de los dem¨¢s, eso es sagrado. Una sociedad avanza cuanto m¨¢s cohesionada est¨¦ y cuantas m¨¢s virtudes presente como son la tolerancia, la solidaridad, la justicia, la igualdad, etc., lo cual va a dar lugar a una serie de consecuencias que pueden ser muy positivas, y una de ellas es el multiculturalismo.
Es absurdo pensar que, a d¨ªa de hoy, todos los miembros de una sociedad sean de la misma raza, religi¨®n, ideolog¨ªa o procedencia. Desde el siglo pasado, con todos los avances tecnol¨®gicos que han facilitado el acceso a la informaci¨®n, sumados a los movimientos migratorios de las poblaciones y la pol¨ªtica internacional, se ha llegado a un mundo globalizado y conectado. Es una maravilla pensar que en cuesti¨®n de segundos podemos contactar con una persona que se encuentra al otro lado del charco, o que podemos hacernos con una cantidad considerable de informaci¨®n sentados sobre nuestras sillas. El planeta azul se ha convertido en un gran Estado, donde cada pa¨ªs es un pueblo y cada idioma un dialecto.
Todo este avance se asemeja a una moneda con sus dos caras: tiene ventajas e inconvenientes. Donde algunos utilizamos todos estos medios para educarnos y formarnos para aportar nuestro granito de arena en la historia de la humanidad, otros se sumergen en un aut¨¦ntico pozo de ignorancia, incultura y vicio que se convierte en una semilla de estramonio -una planta venenosa¨C que crece dentro de la sociedad y que no har¨¢ m¨¢s que destruirla por dentro. Y, ?cu¨¢l es el peor arma dentro de una sociedad? La respuesta es f¨¢cil: la violencia.
Multiculturalismo y violencia son dos t¨¦rminos que, por desgracia, han estrechado manos en los ¨²ltimos a?os por culpa de una de las palabras m¨¢s repetidas por los medios de comunicaci¨®n desde el 11 de septiembre de 2001: terrorismo. Tras a?os escuchando sobre actos terroristas en el mundo, mi conclusi¨®n personal es que su principal ideolog¨ªa es ¡°divide y vencer¨¢s¡±, y a esto se llega creando odio mediante la violencia y la muerte, mediante la siembra de prejuicios y sobre todo haciendo lo que refleja la propia palabra: sembrar el terror. Existe un ejemplo muy f¨¢cil y triste: durante la guerra fr¨ªa, la siembra de prejuicios por parte de los americanos hacia los sovi¨¦ticos era, entre otras, mediante su producci¨®n cinematogr¨¢fica, donde no era raro ver a un personaje de procedencia rusa haciendo el papel del malo de la pel¨ªcula.
El terrorismo lleva a?os construyendo barreras entre los seres humanos con sus ladrillos de odio, rechazo, muerte y violencia, y sobre todo influye en aquellas personas que han tenido menos acceso a formaci¨®n. Esto est¨¢ ocurriendo de dos formas, y tomamos el ejemplo del mal denominado ¡°terrorismo isl¨¢mico¡±: a un ciudadano espa?ol de a pie que no conozca el Islam le supondr¨¢ de primeras, como a cualquier persona ante lo desconocido, un esfuerzo el tratar con una persona de otra cultura. Si sumamos que su ¨²nico conocimiento sobre musulmanes es lo que ve en los medios, este esfuerzo se multiplicar¨¢ exponencialmente. La segunda forma es el lado opuesto, aquel musulm¨¢n que, viniendo a este pa¨ªs a vivir como otra persona cualquiera, ve que sin haber hecho nada tiene barreras que superar. El resultado es la ruptura social y, en casos donde los inmigrantes jam¨¢s hayan gozado de educaci¨®n y s¨ª que hayan sufrido rechazo, un aumento de las probabilidades de ser captados por los mismos terroristas que provocaron su rechazo.
En definitiva: solo juntos podemos vencer al terrorismo, porque ante una sociedad virtuosa y tolerante y justa, no puede m¨¢s que fracasar.
Fares Amr es un farmac¨¦utico de nacionalidad jordana de 24 a?os y trabaja en la empresa Novaltia.
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