¡®Tibur¨®n¡¯ | ¡°Eso no, caca¡±
Los ni?os, quiz¨¢ pose¨ªdos por el esp¨ªritu de una tragaperras diab¨®lica, tienen una compulsi¨®n brutal de llevarse cosas a la boca
El Tibur¨®n de Steven Spielberg lo devoraba todo sin remilgos: ba?istas, barriles y hasta un barco, si hab¨ªa desayunado poco. Salvando las distancias, porque la ni?a es mucho m¨¢s mona y menos peligrosa, desde que mi hija empez¨® a desplazarse por su cuenta, en esa mezcla de gateo y soldado que se arrastra por debajo de la alambrada, me acuerdo con frecuencia del escualo cin¨¦filo.
Porque los ni?os, quiz¨¢ pose¨ªdos por el esp¨ªritu de una tragaperras diab¨®lica, tienen una compulsi¨®n brutal de llevarse cosas a la boca.
Son gourmets y sommeliers de la existencia y quieren experimentar a qu¨¦ sabe la vida.
Y les da igual ingerir frutita hervida preparada por nosotros, chupar la rueda del carrito que lleva m¨¢s virus que un alien con diarrea o tragarse la t¨ªpica moneda que se nos cay¨® hace dos d¨ªas y que solo la ha detectado ella con su super-visi¨®n infantil.
Ponerle un bozal a tu reto?o puede crearle traumas, pero estar vigilando en todo momento que no coja nada me hace sentir como un dependiente de los bazares del todo a cien, de esos donde te miran con sospecha desde que entras y te siguen por los pasillos sin sutileza.
Pero hay que vigilar. Por aquello de que "por la boca muere el pez". Que suena a refr¨¢n y a canci¨®n de Fito... hasta que tienes un beb¨¦. Y entonces deseamos que siempre siga siendo solo un refr¨¢n.
Porque los ni?os son la versi¨®n anal¨®gica y descontrolada de la roomba. Te limpian el suelo a conciencia, pero el riesgo de atragantamiento no compensa. Cuidado con todos los trastos peque?os que tenemos sueltos por mesas y que tarde o temprano acaban cayendo al suelo: las pilas, los clips, las monedas, las pinzas del pelo, las chinchetas, los tapones de botella, las estrellas ninja...
Cualquier peligro est¨¢ camuflado con su capa ¨¦lfica de normalidad. Incluso las pu?eteras nueces, de las que nunca habr¨ªa sospechado hasta que la ni?a me sonri¨® con una en la mano, a punto de pon¨¦rsela en la boca. Nuestra pediatra nos advirti¨® del peligro mortal por ahogamiento y las tir¨¦ todas. Prefiero vivir con colesterol a vivir con miedo.
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