De la crisis al desarrollo
Las intervenciones humanitarias deben tener un impacto a largo plazo sobre los beneficiarios

Los desastres y los conflictos causan, cada vez con mayor frecuencia y magnitud, incalculable sufrimiento humano en muchas partes del mundo. Se trata de fen¨®menos tan distintos como el tif¨®n Haiyan, el ¨¦bola o la guerra civil en Siria, por nombrar s¨®lo algunos de los m¨¢s recientes.
Necesitamos m¨¢s esfuerzos concertados para poner fin a los conflictos, aliviar el sufrimiento y reducir las condiciones de riesgo y vulnerabilidad a las que se enfrentan millones de personas, la mayor¨ªa de las cuales son pobres y viven en zonas rurales y marginadas de los pa¨ªses en desarrollo.
Este es, en esencia, el objetivo de la Cumbre Humanitaria Mundial convocada por el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon. Se trata de aprovechar el impulso que concede una serie extraordinaria de compromisos de la comunidad internacional.
La reciente adopci¨®n de un programa de desarrollo sostenible para acabar con el hambre y la pobreza y para "no dejar que nadie quede atr¨¢s", un acuerdo universal sobre el clima y un nuevo marco para reducir los riesgos de desastres y mejorar la resiliencia, son pasos importantes en la buena direcci¨®n.
Pero hay que ir mucho m¨¢s all¨¢ y transformar radicalmente la forma en que percibimos e implementamos los esfuerzos humanitarios. Las crisis no son s¨®lo situaciones de emergencia humanitaria. Muchas son tambi¨¦n negligencia y falta de desarrollo y, como tal, no pueden resolverse solo con acci¨®n humanitaria.
¡°Hay que transformar radicalmente la forma en que percibimos e implementamos los esfuerzos humanitarios¡±
En t¨¦rminos pr¨¢cticos esto significa ir m¨¢s all¨¢ de responder con medidas de alivio de corto plazo, e invertir mucho m¨¢s en la lucha contra las causas profundas de las crisis. Significa aumentar la resiliencia y el fortalecimiento de los medios de vida de las personas de manera que no s¨®lo impulsen la recuperaci¨®n de la guerra, las enfermedades, inundaciones y otras perturbaciones, sino que tambi¨¦n ayuden a reducir el impacto de estas crisis y, cuando sea posible, evitar que se produzcan.
La agricultura y el desarrollo rural son clave para ese fortalecimiento de los medios de vida de los m¨¢s vulnerables, entre ellos millones de agricultores familiares de peque?a escala que son responsables de la producci¨®n de una parte importante de los alimentos del mundo.
Y son ellos los que est¨¢n en mayor riesgo. Cualquiera puede ver el da?o. Los fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos, tales como las asociadas con El Ni?o causan estragos en amplias franjas de las zonas rurales del mundo en desarrollo, las enfermedades animales interrumpen las cadenas alimentarias y las guerras obligan a millones de personas a abandonar sus hogares, campos y ganado y convertirse en migrantes a una escala nunca vista desde la Segunda Guerra Mundial.
Mientras tanto, el sector agr¨ªcola, que se lleva casi el 22% de los da?os y p¨¦rdidas causados por desastres naturales y hasta 85% en caso de sequ¨ªa, recibe, de media, menos del 4% del total de la ayuda humanitaria. Son datos bastante gr¨¢ficos de la brecha que hay entre las necesidades y la magnitud de la respuesta.
En este contexto, es fundamental subrayar que invertir en los medios de vida no es s¨®lo lo justo que podemos hacer, sino que tambi¨¦n tiene sentido desde el punto de vista de coste-eficacia, ya que ayuda a combatir las causas fundamentales de los conflictos, reducir el impacto de los choques futuros y evitar una profundizaci¨®n de las vulnerabilidades y la continuaci¨®n de un c¨ªrculo vicioso. Ampliar el acceso a los sistemas de protecci¨®n social es crucial para apuntalar la capacidad de recuperaci¨®n en la respuesta humanitaria y tambi¨¦n en el desarrollo.
En el caso de fen¨®menos naturales, es de cuatro a siete veces m¨¢s rentable invertir en la reducci¨®n del riesgo de desastres que depender de la respuesta de emergencia. Sin embargo, solo el 0,4% de la ayuda oficial al desarrollo se gasta en esa prevenci¨®n.
Por otra parte, en los conflictos armados y las crisis prolongadas, la protecci¨®n, el ahorro y la reconstrucci¨®n de los medios de vida agr¨ªcolas para salvar vidas y crear las condiciones para la resistencia a largo plazo es un paso fundamental para garantizar la paz y la estabilidad. Sin embargo, demasiado a menudo se pasa por alto el papel del sector agr¨ªcola en las crisis y no se hacen las inversiones necesarias.
¡°La importancia del sector agr¨ªcola en las crisis humanitarias se pasa por alto demasiado a menudo¡±
La Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO, por sus siglas en ingl¨¦s) proporciona asistencia humanitaria y para el desarrollo. Creemos firmemente en dar m¨¢xima prioridad a la alerta temprana, la prevenci¨®n y la preparaci¨®n para salvaguardar los medios de vida, especialmente en las zonas rurales. Hay muchas evidencias en todo el mundo de los beneficios de este enfoque y de c¨®mo reduce la necesidad de intervenciones de emergencia.
De manera m¨¢s general, hemos observado c¨®mo la inversi¨®n en la agricultura ayuda a fortalecer la autosuficiencia y la dignidad de las comunidades rurales vulnerables reduciendo la necesidad de asistencia alimentaria. Nos hemos dado cuenta de que 200 d¨®lares de apoyo permiten que un agricultor sirio produzca dos toneladas de trigo, suficientes para alimentar a una familia de seis personas durante un a?o y proporcionar semillas para la futura siembra. Esta es una fracci¨®n del coste econ¨®mico de la ayuda alimentaria, por no hablar de los dram¨¢ticos costes humanos.
Si queremos hacer frente a las crecientes necesidades humanitarias tenemos que ir m¨¢s all¨¢ de lo que solemos hacer y gestionar las crisis de manera diferente. Tenemos que reconocer que las intervenciones deben tener un impacto a largo plazo sobre los beneficiarios, especialmente los de las zonas rurales, y actuar en consecuencia. Es la ¨²nica manera para asegurar que nadie se quede atr¨¢s.
Jose Graziano da Silva es director general de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO)
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