?Es ¨¦tico un crucero de lujo por el Paso del Noroeste?

Este peri¨®dico informaba ayer que la compa?¨ªa de cruceros norteamericana Crystal ofertaba este verano el primer crucero de lujo por el m¨ªtico Paso del Noreste aprovechando la reducci¨®n de la capa de hielo que lo aprisiona debido al cambio clim¨¢tico. Los pasajes se agotaron en tres semanas. Pero algunos cient¨ªficos han calificado el viaje de ¡°perverso¡± y de ¡°turismo de extinci¨®n¡±. ?Es ¨¦tico un crucero as¨ª?
La verdad, no s¨¦ si ser¨¢ ¨¦tico o no. Lo que s¨ª s¨¦ es que imparable.
En el c¨®digo gen¨¦tico del g¨¦nero homo va impresa una imperiosa necesidad de expandirse, de conquistar nuevos territorios. Es lo que nos ha permitido en un mill¨®n de a?os colonizar todos los h¨¢bitats terrestres, desde los casquetes polares a los m¨¢s t¨®rridos desiertos. Sin esa condici¨®n no habr¨ªamos tenido ¨¦xito ni nos hubi¨¦ramos convertido, como dice Juan Luis Arsuaga, en la ¡°especie elegida¡±.
Con ese mismo criterio podr¨ªamos calificar de perversas a las tribus de Siberia que durante la ¨²ltima glaciaci¨®n, la de Wurm, pasaron de Asia a Am¨¦rica aprovechando que el descenso del nivel de las aguas hab¨ªa creado un puente f¨ªsico en el estrecho de Bering, entre los actuales continentes de Asia y Am¨¦rica, dando origen as¨ª a todas las culturas indoamericanas, incluida muy probablemente de la que desciendan los atribulados cient¨ªficos que critican ese crucero. ?Qu¨¦ fue aquello sino aprovecharse de un cambio clim¨¢tico para moverse por y hacia nuevos territorios?
Los cambios clim¨¢ticos -es decir, la alteraci¨®n de las condiciones medioambentales de nuestro entorno- han supuesto un papel clave en la evoluci¨®n de la especie humana. Sin esos ciclos de fr¨ªo y calor la transformaci¨®n desde una australopiteca afarensis llamada Lucy al homo sapiens sapiens con smartphone actual habr¨ªa sido otra. Mejor o peor, pero diferente.
?A qu¨¦ viene entonces rasgarse las vestiduras? Los humanoshemos estado siempre en movimiento. Solo que antes viaj¨¢bamos detr¨¢s de las manadas de mamuts y ahora lo hacemos detr¨¢s de un se?or con banderita y una pegatina que pone ¡°Gu¨ªa¡±.
No s¨¦ si ser¨¢ ¨¦tico o no un crucero por el Paso del Noroeste. Pero yo matar¨ªa por estar a bordo de ese barco y descubrir desde la cubierta los territorios extremos en los que desapareci¨® la expedici¨®n de Franklin y extasiarme a¨²n m¨¢s imaginando la epopeya de Roald Amundsen para atravesarlo por primera vez en 1906 en un peque?o barco atunero.
Empieza a hartarme la man¨ªa de estigmatizar el turismo y achacarle todos los males. Siempre he defendido que el turismo de masas hay que regularlo, porque desbocado es peor que Atila. Pero de ah¨ª a calificarlo de ¡°turismo de extinci¨®n¡±vaun trecho.
"El turismo, bien gestionado, puede crear empleos decentes, proporcionar oportunidades de educaci¨®n y ayudar a proteger el medio ambiente y el patrimonio cultural. Adem¨¢s de generar comprensi¨®n entre diferentes culturas". No lo digo yo. Lo acaba de decir Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, en una carta enviada al I Foro Mundial de Turismo para el Desarrollo, celebrado la semana pasada en Pek¨ªn.
Am¨¦n.
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