Espa?a

¡°Es el momento de incumplir las leyes. Es el momento de olvidar la paz y prepararse para la guerra. Es el momento de seguir cumpliendo nuestra tradici¨®n ancestral como siempre, pese a todo y pese a quien pese¡­¡±.

No. Contra lo que pueda parecer, no es un alegato anarquista, ni una proclama patri¨®tica a un pueblo subyugado por un Estado invasor. Es la respuesta en su p¨¢gina web del Patronato del Toro de la Vega de Tordesillas a la aprobaci¨®n por la Junta de Castilla y Le¨®n de un decreto ley que proh¨ªbe a partir de ahora dar muerte o herir a animales en los festejos populares dentro del territorio de su competencia. Ni la democracia misma se va a librar de la reacci¨®n del pueblo tras la llamada del responsable de Fiestas en el Ayuntamiento de Tordesillas a votar en blanco para que los pol¨ªticos sepan lo mucho que aman en ese pueblo sus tradiciones.

Como perteneciente a la doctrina flower power de una sociedad infantil y as¨¦ptica que abjura de la muerte y reniega de cualquier expresi¨®n est¨¦tica capaz de exponerla o dramatizarla seg¨²n un compa?ero de este peri¨®dico y como representante, al decir de otro, de esa progres¨ªa buenista que ha dado lugar a una cultura inodora, incolora e ins¨ªpida, heredera de la moral hip¨®crita de Walt Disney, que recela de cualquier expresi¨®n irracional e instintiva y hasta dionisiaca, incapacitado como estoy, por tanto, seg¨²n los dos y otros m¨¢s, para comprender la dial¨¦ctica de Eros y T¨¢natos y la creatividad extrema que proviene de la muerte, as¨ª como para disfrutar del misterio eucar¨ªstico y pagano que Jos¨¦ Tom¨¢s, por ejemplo, hizo experimentar en Jerez a los aficionados a los toros hace unos d¨ªas, etc¨¦tera, no caer¨¦ en el error de juzgar a los vecinos de Tordesillas que defienden sus tradiciones taurinas hasta el extremo de levantarse en armas contra esta democracia d¨¦bil que pretende impedirles seguir celebr¨¢ndolas como a ellos les gusta, esto es, matando a los toros con lanza como en la Edad Media, pero, como espa?ol, s¨ª me atrever¨¦ a decir que me molestan profundamente esas camisetas que sus representantes portan en las fotograf¨ªas y que llevan los colores rojo y gualda por todas partes, como si les pertenecieran. Cito de una entrevista a S¨¢nchez Ferlosio, ese escritor al que no habr¨¢n le¨ªdo seguro: ¡°La demostraci¨®n de la ¡®espa?olez¡¯ me produce n¨¢useas¡±. Aunque la que me gustar¨ªa haber dicho es esa otra frase con la que el padre de Alfanhu¨ª concluye su declaraci¨®n y que s¨®lo a personas de su talla e independencia intelectual se les consienten: ¡°Odio Espa?a cuando pienso en los toros y en la Virgen del Roc¨ªo¡±.