La guerra silenciosa del espionaje
LA PALABRA maldita es incertidumbre. Y la m¨¢gica, adelantarse. Est¨¢n obligados a interpretar el futuro. Prevenir las amenazas. Y actuar. La respuesta debe ser inmediata. Hoy los riesgos se transforman en masacres sin previo aviso. Como el 11-M en Madrid; como en los atentados de Nueva York, Londres, Par¨ªs y Bruselas. El trabajo de los servicios de inteligencia es advertir a los que deciden. De forma escueta y objetiva. ¡°Se?or presidente, pensamos que en funci¨®n de la informaci¨®n de la que disponemos puede pasar esto¡±. Son los ojos, o¨ªdos y, llegado el momento, el m¨²sculo del Estado contra el terrorismo.
Ya todo es global y transversal. Los acontecimientos en cualquier lugar del planeta, desde el narcotr¨¢fico y las migraciones a la inseguridad energ¨¦tica o las alarmas sanitarias, afectan al resto. Y el Gobierno debe conocer esos retos y c¨®mo acometerlos a trav¨¦s de informes adecuados en su tem¨¢tica, oportunos en el tiempo y suministrados por un canal seguro. Un oficial de Marina con un alto puesto estrat¨¦gico, con el mismo rango y estilo indumentario que el comandante Bond,?lo resume en una frase de sabor n¨¢utico: ¡°Los de inteligencia deben ser los vig¨ªas en lo alto del palo del barco, oteando el horizonte, viendo de lejos las tormentas y orientando al capit¨¢n para que el velero maniobre sin sorpresas. Ah¨ª cabe todo¡±.
Los responsables de todos los servicios de inteligencia espa?oles coinciden a la hora de enumerar las grandes amenazas a las que deben hacer frente: el yihadismo, la ciberseguridad y los ataques contra nuestro sistema financiero y econ¨®mico. A partir de ah¨ª, la lista de peligros se vuelve interminable, debido al espeso tejido que han formado en la ¨²ltima d¨¦cada los terroristas con los Estados fallidos, el crimen organizado, la delincuencia econ¨®mica y los tr¨¢ficos il¨ªcitos de personas, armas y drogas. Es dif¨ªcil saber d¨®nde empieza y termina cada uno. ¡°Si con la Guerra Fr¨ªa hab¨ªa un enemigo, que era el bloque sovi¨¦tico, y, en Espa?a, durante d¨¦cadas, uno mortal con cara y ojos, que era ETA, en muy pocos a?os el n¨²mero de enemigos se ha vuelto gigantesco y difuso¡±, explica una fuente del Centro Nacional de Inteligencia (dentro del gran servicio espa?ol, con m¨¢s de 3.500 miembros y 240 millones de presupuesto, uno nunca sabe a ciencia cierta a qu¨¦ se dedica su interlocutor o interlocutora), que contin¨²a: ¡°Y eso unido a un mundo interconectado, con una evoluci¨®n tecnol¨®gica impresionante y una avalancha de informaci¨®n (el 96% del total de datos registrados de la humanidad se ha generado en los ¨²ltimos dos a?os, seg¨²n los expertos), nos obliga a replantearnos a diario nuestro oficio. Para ser ¨²tiles y relevantes tenemos que adaptarnos a ese mundo. Estar donde pasan las cosas. La clave en inteligencia es aproximar lo m¨¢ximo posible tu fuente, ya sea t¨¦cnica o humana, al origen de la informaci¨®n¡±.
¨C?Tienen todav¨ªa valor los confidentes y los infiltrados frente a los sat¨¦lites y los sistemas que canibalizan los ordenadores?
¨CLa inteligencia humana a la que se refiere fue durante mucho tiempo lo ¨²nico con lo que contaban estos servicios; m¨¢s tarde fue desbordada por la tecnolog¨ªa. Hoy vuelve a ser clave. Hay que estar cerca de los objetivos. Y eso lo hacen las personas.
El peligro n¨²mero uno es el yihadismo. El extremismo isl¨¢mico. Esos 4.000 foreign fighters?europeos (1.000 franceses, pero tan solo 160 de origen espa?ol) que combaten en Siria e Irak en las filas del Estado Isl¨¢mico (los europeos son un 20% del conjunto de los efectivos del califato), se mueven r¨¢pido en un mundo interconectado y tal vez un d¨ªa regresen y act¨²en aqu¨ª, como han hecho en otros puntos de Europa. A ellos hay que sumar los j¨®venes musulmanes de segunda y tercera generaci¨®n nacidos en Occidente, con problemas de identidad, que se autorradicalizan en sus casas, en mezquitas salafistas (hay medio centenar en Espa?a) y en las c¨¢rceles, donde ingresan como peque?os delincuentes y salen como combatientes.?Su voluntad y capacidad de atentar es imprevisible. No responden a ninguna autoridad. Sus ataques son indiscriminados, contemplan la inmolaci¨®n y van destinados contra objetivos blandos: ciudadanos sin protecci¨®n ni capacidad de defenderse.
Diez mil hombres y mujeres est¨¢n obligados en Espa?a a enfrentarse a esa avalancha de retos. Forman parte de los siete organismos que captan informaci¨®n y producen inteligencia en Espa?a: el Centro Nacional de Inteligencia (adscrito al Ministerio de la Presidencia), la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n, el Servicio de Informaci¨®n de la Guardia Civil y el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (los tres a cargo del Ministerio del Interior); el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (dependiente de Defensa) y los centros de informaci¨®n de los Mossos d¡¯Esquadra y la Ertzaintza. Sus miembros nunca confesar¨¢n a qu¨¦ se dedican. Tampoco podr¨¢n celebrar sus ¨¦xitos. La discreci¨®n es su paradigma. Adem¨¢s, como recuerdan a cada paso de la conversaci¨®n, su estructura, organigrama, instalaciones, fuentes y procedimientos est¨¢n clasificados.
Estos siete organismos constituyen la llamada comunidad de inteligencia. Tan variados, concienciados y eficaces por separado, como descoordinados a la hora de compartir informaci¨®n y realizar operaciones conjuntas.
Los miembros son polic¨ªas, guardias y militares, y tambi¨¦n t¨¦cnicos, fil¨®logos y profesores que se estructuran en equipos flexibles, plurales y multidisciplinares, que nacen y mueren para dar respuesta a cada una de las situaciones de inteligencia que surgen dentro de cada gran amenaza (terrorismo, energ¨ªa, migraciones, drogas, blanqueo), sin tener en cuenta en qu¨¦ lugar del mundo acontecen, como ocurr¨ªa con el espionaje cl¨¢sico. Lo importante es el qu¨¦ y no el d¨®nde. De ah¨ª la divisi¨®n por temas en la que trabajan esos agentes de distinta procedencia y formaci¨®n. El com¨²n denominador es el terrorismo. De la lucha contra ese fen¨®meno proceden los responsables de los distintos servicios. El director de Inteligencia del CNI, cuyo nombre es secreto, es un coronel del Ej¨¦rcito, m¨¢xima autoridad en terrorismo desde los a?os de plomo?de ETA. El n¨²mero dos?de la Guardia Civil, el teniente general Pablo Mart¨ªn Alonso, ha pasado gran parte de su carrera en tareas de informaci¨®n antiterrorista, lo mismo que el comisario jefe de Informaci¨®n de la Polic¨ªa, Enrique Bar¨®n, o el general Pablo Salas, de Informaci¨®n de la Guardia Civil. Incluso el jefe de la Oficina Central de Inteligencia de la Ertzaintza, el comisario Jon Ziarsolo, fue uno de los primeros expertos sobre ETA de la polic¨ªa vasca; de los primeros entrenados por los comandos de la SAS brit¨¢nica en una discreta finca alavesa llamada Berrozi; la banda terrorista se cobrar¨ªa la vida de 15 de sus agentes, incluidos tres de sus jefes. Ziarsolo tambi¨¦n pag¨® caro el precio de su lucha: ¡°Durante a?os no pude decir a qu¨¦ me dedicaba; no pod¨ªa tener un veh¨ªculo ni una casa a mi nombre. Me mov¨ªa con la pistola cargada y lista. Incluso me acusaron de torturas. Gajes del oficio¡±.
Si el antiterrorismo fuera un partido de baloncesto, algunos servicios de inteligencia (especialmente el CNI, a imagen y semejanza de la CIA) se dedicar¨ªan a la defensa en zona, m¨¢s estrat¨¦gica y reflexiva; en la que cada jugador tiene asignado racionalmente un espacio que proteger y valora cada gesto del contrario sin entrar en contacto con ¨¦l, con el objetivo de que no alcance la canasta. Mientras, los servicios policiales (igual que el FBI) practican la defensa al hombre, m¨¢s f¨ªsica y t¨¢ctica, en la que el defensor y el atacante est¨¢n en contacto; en los que hay que detener al adversario antes de que dispare. Fuera del terreno de juego, el Citco (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado) es un punto de encuentro de todos los servicios de inteligencia en materia antiterrorista y de valoraci¨®n de la amenaza. Y el Cifas (Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas), un servicio militar que consigue informaci¨®n a trav¨¦s de medios propios, como el sat¨¦lite Helios o el sistema Santiago de captaci¨®n de se?ales, y mediante la valiosa inteligencia humana que obtienen en las zonas de operaciones donde se encuentran las tropas espa?olas: Afganist¨¢n, Irak, L¨ªbano, Turqu¨ªa, Mal¨ª, Senegal o Somalia.
La coordinaci¨®n es la asignatura pendiente. Como explica el profesor Antonio M. D¨ªaz Fern¨¢ndez, de la Universidad de C¨¢diz, uno de los expertos en servicios secretos en nuestro pa¨ªs, ¡°la comunidad de inteligencia no debe ser un mero agregado de organismos, sino algo que interact¨²e y consiga crear un producto superior y diferente al que entregar¨ªan la suma de todos ellos de forma individual. Solo as¨ª tiene sentido. El reto es la coordinaci¨®n. Hay que crear un organismo que lidere la inteligencia¡±. Algunos esp¨ªas espa?oles apuestan por la necesidad de un zar;?un superagente que tenga en la cabeza toda la inteligencia del pa¨ªs, ayudado por un Comit¨¦ Nacional, como el director de la Inteligencia Nacional, en Estados Unidos, un puesto creado tras el fallo de informaci¨®n y coordinaci¨®n que provoc¨® la cat¨¢strofe del 11 de septiembre de 2001. Ese puesto en Espa?a deber¨ªa ser ocupado por el director del CNI, al que la ley le otorga el cargo de ¡°autoridad nacional sobre la inteligencia y la contrainteligencia¡±. Sin embargo, cada uno sigue yendo por libre.
Hablando con ellos, la descoordinaci¨®n es evidente. El CNI considera que solo ellos hacen inteligencia: ¡°Captamos informaci¨®n por medios propios, realizamos un tratamiento exclusivo, tenemos la representaci¨®n exterior y nuestro cliente es el presidente y su Gobierno, que nos dice qu¨¦ debemos investigar a trav¨¦s de una directiva anual y secreta¡±. ¡°De las 38 operaciones de neutralizaci¨®n de yihadistas que la polic¨ªa y la Guardia Civil llevaron a cabo en 2015, nosotros participamos en 31 aportando informaci¨®n¡±, explica un directivo del centro. ¡°Nosotros no detenemos; no instruimos, no judicializamos. No salimos en televisi¨®n. Decimos qui¨¦n es el malo. Nos apartamos. Y lo detiene la polic¨ªa y la Guardia Civil a las ¨®rdenes de un juez. Como dice nuestro director, el general Sanz Rold¨¢n, ¡®no somos radicales libres ni salimos de caza¡±.
Por su parte, la Polic¨ªa, cuando juzga a la Guardia Civil, argumenta que un servicio de car¨¢cter militar no est¨¢ preparado para diluirse en una sociedad civil y que ellos son los pioneros y los especialistas en la lucha antiterrorista moderna. Fueron, por ejemplo, los primeros que se introdujeron en el entramado pol¨ªtico, financiero, log¨ªstico y psicol¨®gico de ETA. La Guardia Civil responde tachando de oportunista y politizada a la polic¨ªa. Y presumiendo de haber hecho un impecable trabajo operativo en Francia contra la banda etarra en compa?¨ªa de las fuerzas policiales de ese pa¨ªs. Mientras, las dos grandes auton¨®micas se quejan de estar marginadas de los centros de coordinaci¨®n, de tener amputadas capacidades policiales, como extranjer¨ªa, documentaci¨®n o control de armas y explosivos, y de no poder relacionarse oficialmente con los servicios de inteligencia mundiales sin pasar por la ventanilla?del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, ¡°lo que provoca que estemos apostando por relaciones informales, de confianza, directas con las polic¨ªas extranjeras; canales confidenciales que son m¨¢s r¨¢pidos y menos burocr¨¢ticos¡±, explica el comisario Ziarsolo. ¡°En cualquier caso, yo nunca me guardar¨¦ un dato que pueda salvar una vida. En este pa¨ªs los servicios han jugado mucho al mus en antiterrorismo¡±, concluye.
El descontento fundamental viene de los Mossos d¡¯Esquadra, que cubren una poblaci¨®n de m¨¢s de ocho millones de habitantes, entre ellos m¨¢s de medio mill¨®n de musulmanes; un territorio donde se localizan las mezquitas y activistas m¨¢s radicalizados del Estado, y donde se detuvieron en 2015 a la mitad de los yihadistas apresados en Espa?a. Los Mossos se sienten maniatados. Aun as¨ª, el intendente Miquel Justo, segundo jefe de su comisar¨ªa general de Informaci¨®n, esgrime una de las grandes ofensivas antiterroristas que su departamento ha llevado a cabo en solitario, denominada Operaci¨®n Caronte, como ejemplo, ¡°de que una polic¨ªa joven y de proximidad puede hacer grandes cosas contra el terrorismo. Hemos apostado por la coordinaci¨®n con las polic¨ªas locales a trav¨¦s de la iniciativa Proderai (Procediment de Detecci¨® de la Radicalitzaci¨® Islamist). Y ha funcionado. En esta operaci¨®n hab¨ªa un mosso infiltrado y conseguimos detener a 11 personas que estaban a punto de atentar. Pero tenemos que trabajar juntos. Tienen que contar en Madrid con nosotros en materia de inteligencia. Para empezar en el Citco¡±.
El aspecto de los cuarteles generales de los servicios de inteligencia espa?oles es calcado (con excepci¨®n del buc¨®lico complejo de la Ertzaintza, a las afueras de Bilbao). Los pasillos son los mismos. Ya est¨¦n en un b¨²nker o en un edificio acorazado. Limpieza impoluta, luz escasa, ausencia de ventanas, silencio sepulcral y miradas de soslayo. Puertas cerradas y sin distintivos. Gente joven. Atuendos informales. Mobiliario barato. Despachos sin papeles y un ordenador como decoraci¨®n. Alg¨²n souvenir?llegado de alg¨²n rinc¨®n remoto del planeta. Con un poco de suerte se puede atisbar en una esquina una bolsa de lona negra que deja entrever un contenido tecnol¨®gico complicado de identificar. O el retazo de un mapa con alfileres de colores taladrando objetivos clasificados.
El CNI lleva al extremo el secreto que le exige la ley. Es la ¨²nica instituci¨®n del Estado a la que no se puede acceder con un tel¨¦fono m¨®vil, algo que, por ejemplo, no ocurre en el b¨²nker del Departamento de Seguridad Nacional, en La Moncloa. A pesar de que el origen y cultura de cada uno de sus efectivos es distinto, las estructuras org¨¢nicas no difieren demasiado. Cada uno est¨¢ en su puesto: los obtenedores, los agentes operativos de cada servicio, absorbiendo informaci¨®n. Unas veces para conocer y entender al enemigo; otras, para detenerle antes de que act¨²e. Hay que pisarle los talones mediante operaciones clandestinas; confidentes, seguimientos, escuchas, sat¨¦lites esp¨ªa; infiltr¨¢ndose en las redes sociales; horadando servidores, practicando puertas traseras, descifrando c¨®digos e interceptando comunicaciones. Y tambi¨¦n seduciendo a los servicios de inteligencia de todo el mundo, incluso a aquellos con los que las relaciones entre Gobiernos son distantes, para conseguir los mejores datos y evidencias, en una suerte de diplomacia paralela en la sombra. Y se trata, sobre todo, de estar en la calle, en los barrios fronterizos, olfateando, frecuentando mezquitas, buscando las conexiones entre el terrorismo y la delincuencia com¨²n. La inteligencia es un oficio extra?o que se alimenta de paciencia.
A continuaci¨®n llegan los analistas, cuyo papel ha ido creciendo hasta superar en ocasiones a los agentes secretos, a los que orientan en sus adquisiciones. Y con los que trabajan en equipos conjuntos. ¡°Los analistas somos culos planos, ratones de biblioteca; nuestro trabajo consiste en pasar miles de horas delante de un ordenador, evaluando, discriminando, contrastando y concluyendo sobre la informaci¨®n que nos proporcionan; de ah¨ª surge la inteligencia¡±, define el comandante A, un joven experto antiterrorista que dirige el jugo de neuronas de la Unidad Central Especial 2 de la Guardia Civil, dedicada al fen¨®meno yihadista, la m¨¢s poderosa de la benem¨¦rita en materia antiterrorista.
¡°El terrorismo ha cambiado. Hoy es imposible dar seguridad a una sociedad cuando un lobo oculto decide salir a la calle a matar con un cuchillo¡±, reflexiona el inspector jefe J, responsable de los agentes operativos de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, un cuarent¨®n en camisa de cuadros y vaqueros, con aspecto de corredor de marat¨®n, que trabaja en el coraz¨®n del amurallado complejo policial de Canillas, en Madrid. ¡°La seguridad la debemos construir entre todos y es la sociedad la que tiene que detectar los comportamientos de radicalizaci¨®n: el vecino extremista que causa miedo en el barrio y la chavala de 14 a?os que se radicaliza por las redes sociales y se quiere ir a Siria. Prevenir es la mejor arma de inteligencia en un pa¨ªs con dos millones de musulmanes. Y, adem¨¢s, contamos con una inteligencia estrat¨¦gica, de an¨¢lisis de la realidad, que nos permite adelantarnos a los acontecimientos. Nueve meses antes de que Al Baghdadi (el califa, el l¨ªder del Estado Isl¨¢mico) tomara el poder, en junio de 2014, en zonas de Siria e Irak, desde este servicio advertimos que se pod¨ªa dar ese escenario. Y comenzamos a cambiar nuestras estructuras. En la polic¨ªa llevamos 50 a?os luchando contra ETA; algo sabemos de terrorismo, y aunque son fen¨®menos diferentes, porque el yihadismo se basa en la desestructura y la anarqu¨ªa y ETA ten¨ªa una jerarqu¨ªa y una forma meticulosa de actuar, aquellos procedimientos de inteligencia y todo ese know how?valen: las fuentes humanas, las lecciones aprendidas, la colaboraci¨®n con otros servicios; el despliegue internacional; el trabajo en redes sociales; la forma de elaborar la informaci¨®n; la gesti¨®n del estr¨¦s. Ha habido un cambio de ciclo en los servicios de inteligencia. Y Espa?a se ha convertido en punta de lanza contra el yihadismo. Y hemos logrado detener desde los atentados del 11 de marzo de 2004 a cerca de 700 personas. Estamos m¨¢s preparados que nunca, pero nuestro trabajo es m¨¢s dif¨ªcil que nunca¡±.
La materia gris de su directa competencia antiterrorista, la UCE 2 de la Guardia Civil, se concentra en una sala di¨¢fana en un edificio funcional y sin distintivos cercano al aeropuerto de Madrid. No hay uniformes. Abundan las mujeres. Se trabaja en silencio. En la pared, un tapiz de terciopelo negro bordado con letras doradas en ¨¢rabe proclama su trabajo: ¡°Elaboradores¡±. Cocinan a fuego lento esa cascada de informaci¨®n hasta dar forma a documentos que, sin especular y con un ajustado c¨¢lculo de probabilidades, permitan al ministro del Interior adelantarse a las crisis, en un momento en que el concepto seguridad no tiene tanto que ver con los aspectos militares y s¨ª con las libertades de los ciudadanos. Y que la cl¨¢sica divisi¨®n entre lo nacional y lo internacional en inteligencia se ha ido desvaneciendo desde el final de la Guerra Fr¨ªa. ¡°Con el terrorismo yihadista no estamos tratando un problema de fuera; la mayor¨ªa ha nacido en Europa; no vienen a invadirnos, est¨¢n aqu¨ª¡±, explica un oficial de inteligencia.
¡°Sin coordinaci¨®n es imposible conectar todos los puntos de una investigaci¨®n¡±, analiza el comandante A. ¡°Esto es como un pasatiempo, si te saltas alg¨²n paso, si no cruzas la informaci¨®n antiterrorista con la de delincuencia com¨²n; con lo que tiene cada polic¨ªa, y con lo de fuera, no te sale el retrato completo. En ese escenario nunca tendr¨¢s la cara del malo, que es un musulm¨¢n que no est¨¢ en un zulo, sino en su casa; que lleva una doble vida; no tiene documentaci¨®n falsa y no est¨¢ fichado. Pero para conseguir eso hay que conectar todos los puntos¡±.
Algo que no se hizo el 11 de marzo de 2004. El resultado fue el atentado m¨¢s grande sufrido en Espa?a. 191 muertos. Y un fallo de inteligencia sin precedentes. Repasar las actas de la comisi¨®n de investigaci¨®n que se llev¨® a cabo en el Congreso entre julio y diciembre de 2004 aporta una imagen desoladora de la falta de coordinaci¨®n entre servicios y sus distintas bases de datos (no solo antiterroristas, tambi¨¦n en materia de documentaci¨®n, huellas, detenidos, fallecidos o desaparecidos); la precariedad de medios puestos a disposici¨®n de aquel pu?ado de primeros agentes antiyihadistas y la absoluta ignorancia del Estado sobre la amenaza que se cern¨ªa en 2004, m¨¢s all¨¢ de advertencias estrat¨¦gicas del CNI y de algunos agentes de polic¨ªa a los que nadie hizo caso.
A partir de la masacre y la investigaci¨®n parlamentaria del 11-M, llegaron los parches y los remedios. En las legislaturas de 2004-2011 se multiplicaron por 10 los agentes de Interior dedicados exclusivamente a la informaci¨®n e inteligencia yihadista, hasta rozar los actuales 1.500 efectivos. Un refuerzo que tambi¨¦n acometi¨® el CNI (que en 2012 pas¨® de la dependencia del Ministerio de Defensa al de Presidencia); los Mossos, en 2010, y la Ertzaintza, en 2013. Y, adem¨¢s, se fortaleci¨® la presencia de inteligencia (la oficial y la clandestina) en el Magreb, el Sahel, el golfo de Guinea, Estados Unidos, Afganist¨¢n, Pakist¨¢n y Yemen. Y en todas las embajadas hay destacado un comisario o un coronel de la Guardia Civil. Tambi¨¦n en los organismos antiterroristas europeos (hoy un coronel de la Guardia Civil, Manuel Navarrete, dirige el Centro Europeo contra el Terrorismo de la UE). Y, a finales de esa legislatura, en 2011, el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero a trav¨¦s de su ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, plasmaba por primera vez en un documento de inteligencia la ¡°estrategia contra el terrorismo internacional y la radicalizaci¨®n¡±, que se basaba en cuatro ejes que ha asumido el Gobierno del Partido Popular: ¡°Prevenir, proteger, perseguir y reaccionar¡±.
Ese mismo a?o terrible de 2004 se creaba el Centro Nacional de Coordinaci¨®n Antiterrorista (rebautizado como Citco en 2014), que iba a reunir por primera vez bajo un mismo techo (un edificio con aspecto de hotel de paso a las afueras de Madrid) a polic¨ªas, guardias, analistas del CNI y funcionarios de prisiones. Y les pon¨ªa a pensar juntos. Dependiente de la Secretar¨ªa de Estado de Seguridad, su jefe es, alternativamente, un comisario de polic¨ªa (en estos momentos, Jos¨¦ Luis Olivera, experto en delincuencia econ¨®mica) y un coronel de la Guardia civil. Su objetivo, integrar toda inteligencia antiterrorista de la naci¨®n, tener identificados a los foreign fighters?espa?oles, disponer de una base de datos con todas las operaciones en curso sea cual sea el organismo policial que las encabece (el Sicoa, un superordenador blindado en el s¨®tano del edificio a cuyo cerebro solo tienen acceso tres personas) y realizar cada semana la valoraci¨®n de la amenaza terrorista, en estos momentos fija en un inmutable nivel 4 de alerta. La amenaza contin¨²a siendo alta. Y, seg¨²n los agentes, ¡°es improbable que descienda¡±.
Con una experiencia de 50 a?os de lucha antiterrorista, durante muchas d¨¦cadas en solitario; con la herida de haber sido el objetivo del primer gran atentado yihadista en la Uni¨®n Europea, y con una cultura y despliegue respetados en todo el mundo, los servicios de inteligencia espa?oles van un paso por delante en la lucha contra el yihadismo radical. Hay una frase que muchos agentes repiten a modo de conclusi¨®n, aunque nada m¨¢s pronunciarla, instintivamente, toquen madera: ¡°Hoy ser¨ªa muy dif¨ªcil otro 11-M¡±. La completan con una segunda: ¡°En cualquier caso, no se lo vamos a poner f¨¢cil¡±.
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