Esos hombres que piensan que te hacen un favor al acosarte...
Por Edwige Ren¨¦e Dro (*)
Imagen del proyecto Hollaback (http://southafrica.ihollaback.org)
Lo llamaremos Alan. Lo conozco en el ¨¢mbito profesional, trabajamos juntos en un proyecto, aunque es algo m¨¢s veterano que yo. Tambi¨¦n ha decidido que sus ojos deben ver lo que tengo entre los muslos.
Alan me acosa. S¨¦ que puedo usar una palabra menos dura, una palabra que no exagere los "buenos d¨ªas" que tiene necesidad de enviarme por sms; no olvidemos las "buenas noches". S¨¦ que algunos dir¨¢n: "S¨®lo es amable". A eso responder¨¦ que no necesito su amabilidad. Ni necesito comprobarlo para saber que sus colegas masculinos no reciben esos cuidados.
En mis 20, le habr¨ªa mandado a la mierda. Habr¨ªa pedido una reuni¨®n y le habr¨ªa explicado todo esto en t¨¦rminos que no dejaran lugar a dudas. Lo habr¨ªa visto todo rojo y en el proceso, se habr¨ªa disparado mi perfecta presi¨®n sangu¨ªnea. Y, ?qui¨¦n habr¨ªa sufrido malestar f¨ªsico y rid¨ªculo?
Ahora estoy en mis 30. He aprendido algungas cosas.
Dar gritos o las reprimendas p¨²blicas no son cosas de grandes mujeres. Y mi ambici¨®n es convertirme en lo que llamamos aqu¨ª, en Costa de Marfil, a grande dame, una mujer cuya presencia se imponga y atraiga la atenci¨®n en cualquier lugar en el que se encuentre. Como aspiro a ser una gran dama, hay algunos comportamientos que rechazo mostrar. Uno de ellos es mentir como t¨¢ctica para construir alg¨²n tipo de barrera a mi alrededor.
Alan y yo nos encontramos por primera vez en un desayuno de trabajo para nuestro proyecto. Me pregunt¨® por mi marido tan pronto como fue apropiado hacerlo. Le repliqu¨¦ que no ten¨ªa marido, sino un enamorado. Odio los t¨¦rminos "novio", "compa?ero" (uno tiene compa?eros de negocios), "otra mitad" (?soy un todo completo, gracias!), "media naranja"**, "hombre" aunque prefiera el t¨¦rmino franc¨¦s ¡°mon homme¡±.
"?Por qu¨¦ llevas un anillo en tu dedo anular entonces? ?O es una t¨¢ctica para mantenernos a distancia a los hombres?".
Me pas¨¦ la servilleta por los labios.
"No sab¨ªa que existiera una t¨¢ctica para mantener los hombres a distancia", repliqu¨¦ y me gir¨¦ para enfrentarme a ¨¦l y decirle, "pero como nac¨ª equipada con un juego de dedos, pens¨¦ que podr¨ªa disponer de ellos como quisiera".
Se ri¨®.
¡°Eres graciosa¡±.
"Lo s¨¦", y sonre¨ª. "De hecho, tras mi charla TEDx, me preguntaron si era comediante de mon¨®logos o escrib¨ªa para alguno".
"?En serio?", pero estaba en racha y no le importaban las convenciones sociales. "?Y el enamorado no teme dejar salir a una mujer hermosa como t¨²?".
¡°?Por qu¨¦ crees que mi relaci¨®n es sin¨®nimo de prisi¨®n?¡±, volv¨ª a sonre¨ªr. "Pero ahora que la conversaci¨®n da un giro hacia lo personal, cu¨¦ntame sobre ti".
Me hablo de su matrimonio, su edad y sus cinco hijos.
¡°Espero que seas la madre del sexto¡±.
Lleg¨® mi turno para carcajearme, ya que la etiqueta lo permit¨ªa. La conversaci¨®n de negocios hab¨ªa finalizado. Mi jefe mir¨® hacia nosotros y dijo: "Vosotros deb¨¦is estar teniendo la mejor conversaci¨®n ah¨ª".
"Bueno, se?or, no lo s¨¦ ?Alan acaba de decirme que espera que me convierta en la madre de su sexto hijo!". Y me estremec¨ª, algo que hizo que la mesa entera riera. Menos Alan, por supuesto.
"?C¨®mo llegaron a tal conversaci¨®n?", pregunt¨® mi jefe, desconcertado.
¡°Se?or, no tiene importancia c¨®mo empez¨® esa conversaci¨®n, pero imagine el tama?o del fracaso. Se?or, ?est¨¢ seguro de que Alan sabe que est¨¢ tratando con una mujer inteligente?¡±.
Por supuesto, como sab¨ªa que ser¨ªa el caso, la jarra de agua fr¨ªa no tuvo efectos en Alan. Al d¨ªa siguiente mand¨® un "hola". Sin embargo y a menos que se refiriera al proyecto, no le respond¨ª. No estaba obligada a desearle buenas noches tambi¨¦n o a decirle si dorm¨ª bien o no.
Imagen de la web sudafricana Inspiring Women que habla sobre violaciones, en http://www.inspiringwomen.co.za/south-africa-and-rape/
Estuve en el Festival de las Artes y los Libros de Ake en 2014. Una conversaci¨®n durante el almuerzo, tras un panel sobre feminismo, plante¨® el tema de por qu¨¦ no se hacen determinadas preguntas a los hombres. Por ejemplo, ?c¨®mo gestionas carrera y familia? Creo que s¨®lo dos dijimos que deber¨ªan preguntarse cosas as¨ª. Yo lo har¨ªa porque tendr¨ªa en mente a una chica de 16 a?os, cuya ambici¨®n sea labrarse una carrera resplandeciente y tener ni?os, mir¨¢ndome. Hablar¨ªa de este caso de acoso y mencionar¨ªa c¨¢ndidamente que no acud¨ª a la polic¨ªa. O a Recursos Humanos. O incluso al gran jefe. Porque para ser honestos, no habr¨ªa conseguido nada y en este caso, no era necesario.
S¨¦ que necesitamos leyes efectivas contra el acoso y que, para eso, necesitamos una masa cr¨ªtica de mujeres empoderadas. Necesitamos esas mujeres en nuestros hogares y oficinas y hasta en nuestros parlamentos. No es feminismo, es autoestima. Mientras tanto, tengamos conversaciones inocentes sobre c¨®mo gestionamos el acoso de manera que nos convierta en grandes damas y averg¨¹ence a los Alan de este mundo.
(*) Edwige Ren¨¦e Dro es marfile?a. Periodista, escritora, traductora, bloguera y pluma seleccionada por el proyecto Africa39 como uno de los 39 mejores escritores menores de 40 a?os en ?frica subsahariana. Dirige un club de lectura en Abiy¨¢n, centrado en literatura africana y denominado Abidjan Lit (Abiy¨¢n lee), y forma parte de incontables proyectos de creaci¨®n y difusi¨®n literaria panafricanos. Lo suyo es el 'writivism', una mezcla de escritura y activismo.
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