Paco, lleno eres de gracia
A la zarzuela hay que desempolvarla y devolverla a su esencia de ¨®pera bufa para las clases populares
Un se?or muy ense?oreado, como dec¨ªa el viejo acertijo, se levant¨® y, al grito de ¡°?Si Chueca levantara la cabeza!¡±, se dispuso a abandonar el Teatro de la Zarzuela, no sin antes obligar a que unas seis se?oras, muy empingorotadas ellas, se levantaran de sus asientos para que el ofendido anciano pudiera salir. Todo esto, dicho sea sin ofender, con el consiguiente l¨ªo de butacas, cardados tremendos, pr¨®tesis de cadera, bolsos como maletas y dem¨¢s complementos propios de la edad provecta. Esas cosas pasan estas noches de verano inminente en el teatro porque se da la circunstancia de que ha llegado el director de escena Miguel del Arco y ha armado la tremolina uniendo piezas de La Gran V¨ªa y de El a?o pasado por agua para ilustrar el viaje pesadillesco de Paco, Paco Le¨®n, un pobre hombre que una noche se duerme harto del ruidazo de la capital y se despierta a ¨²ltimos del XIX, en v¨ªsperas de la inauguraci¨®n de nuestra Gran V¨ªa, y digo nuestra, refiri¨¦ndome a los que vivimos aqu¨ª, pero tambi¨¦n a usted que vive en Albacete, Barcelona o Bilbao, porque en palabras de G¨®mez de la Serna, que brotan de la boca de Paco en algunos momentos, ¡°nadie es ajeno en Madrid, Madrid es uno mismo, una misma¡±.
La mayor¨ªa del p¨²blico lo pasa bien con este espect¨¢culo en cuyo texto aparecen los indignados, la burbuja inmobiliaria, la corrupci¨®n, los dos Pablo Iglesias y hasta do?a Esperanza Aguirre, un hallazgo que no me sorprende porque hab¨ªa que estar muy ciego para no verla como personaje de zarzuela y es algo que servidora ya tiene escrito hace la tira de tiempo; pero hay un porcentaje, como un 10%, de ofendidos que creen que la zarzuela es suya, de la Espa?a esencial y eterna, y con su empecinamiento en lo inamovible han convertido a este g¨¦nero genial en un espect¨¢culo que espanta a la gente joven, en parte porque desconoce su m¨²sica, en parte porque la relaciona con lo rancio. Pero a la zarzuela hay que desempolvarla y devolverla a su esencia de ¨®pera bufa para las clases populares, de musical corto para los que quer¨ªan divertirse sin tener mucho dinero en el bolsillo. Los libretos de zarzuela estaban llenos de referencias cr¨ªticas a su ¨¦poca, las frases plagadas de dobles sentidos picantes, muy guarros a veces, y si se la quiere revitalizar, como as¨ª deseamos muchos, hay que tolerar que de vez en cuando alg¨²n personaje nos ense?e el culo, y que sus argumentos sean fieles a sus protagonistas m¨¢s celebrados: rateros, criadillas que sisan, se?oras mezquinas, la autoridad de la que el pueblo se mofa; esa burla eterna de la ley y el orden, que es la chispa de un g¨¦nero que reflej¨® como ninguno a una ciudad en la que con frecuencia, entonces y ahora, cunde el caos. No es casualidad que se rieran tanto con los requiebros zarzueleros los poetas Salinas y Guill¨¦n, y que en la obra de Valle-Incl¨¢n haya ecos de ese lenguaje de barrio, sentencioso y procaz.
En?C¨®mo est¨¢ Madriz! hay aires de astracanada, de vodevil, de lo sical¨ªptico y de Valle. Un Paco Le¨®n que se pasa la obra en pijama recorre la ciudad del XIX y el XX, sin llegar a la Guerra Civil, code¨¢ndose con personajes de ensue?o, con las calles del centro personificadas en putas, en gais o en el inolvidable Caballero de Gracia. El vestuario es fant¨¢stico, entre lo circense y el vodevil, y aunque, a veces, las referencias al presente resultan un poco facilonas y te sacan del encanto de la puesta en escena, hay una saludable gamberrada muy de agradecer. Una y otra vez nos preguntamos por qu¨¦ este g¨¦nero no desemboc¨® en el musical que deber¨ªamos haber creado, por qu¨¦ nos dejamos llevar, como en tantas otras cosas, por la vulgaridad de la franquicia, importando musicales con letras mal adaptadas del ingl¨¦s y argumentos tan t¨®picos. La zarzuela debe atraer a los directores j¨®venes, que la hagan suya y nuestra y la devuelvan al pueblo, que es de donde nace.
Entre ese coro y esos cantantes llenos de gracia se mov¨ªa candorosamente Paco Le¨®n, que tanto hered¨® de la familia de payasos de la que procede. Paco, esto tambi¨¦n lo tengo escrito, es en mi opini¨®n nuestro c¨®mico m¨¢s talentoso. Lo mantengo. Ha sabido retratar como nadie el tremendismo popular y su conversi¨®n al humor. Tiene tantos dones que miedo da que no se los dosifique bien. O qu¨¦ m¨¢s da, que se tropiece, hasta en las equivocaciones tendr¨¢ arte. Cuando lo ve¨ªa zascandilear por el escenario, recordaba aquella sentencia de G¨®mez de la Serna: ¡°Madrid es meterse las manos en los bolsillos mejor que nadie en el mundo¡±. Y es que no hay otro que se meta mejor las manos en los bolsillos que Paco. Con ese gesto, ya tiene gracia.
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