La escuela palestina de circo hace sonre¨ªr a las familias en Jerusal¨¦n
En clave de humor, la obra relata la historia de tres j¨®venes ambiciosos que, de regreso al pa¨ªs tras su graduaci¨®n universitaria en el exterior, se esfuerzan por cumplir sus sue?os
Son las cinco de la tarde de una ventosa tarde de primavera en Jerusal¨¦n. A pesar del brusco descenso de las temperaturas en la zona oriental de la ciudad, me dirijo junto con m¨¢s de 500 personas al Teatro Nacional Palestino para ver Mish Zabta (esto no funciona), una de las principales producciones de la Escuela Palestina de Circo.
La escuela tiene su sede en Birzeit, un pueblo al norte de Ramala, en el coraz¨®n de Cisjordania. Debido al reciente aumento de la violencia en Jerusal¨¦n, los palestinos tienen mayores dificultades para obtener un permiso de cruce desde Cisjordania a Israel. Sin embargo, gracias a las gestiones del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR), un grupo de ocho integrantes de la escuela palestina de circo, compuesto por acr¨®batas y t¨¦cnicos, recibieron el permiso para actuar en la ciudad durante al menos seis meses.
Sobre el escenario hay tres sillas y un poste. Una luz c¨¢lida ilumina un mural que representa la peque?a y populosa aldea de donde provienen los tres personajes. Detr¨¢s del escenario, Ahmad AbuTaleb, Mohamed AbuTaleb y Nour AbuRob se preparan mientras el bullicio del p¨²blico llena la sala.
Nour, oriundo de Jen¨ªn, ciudad del norte de Cisjordania, me comenta que ingres¨® en la escuela hace ocho a?os mientras se prepara para salir en escena. Para ¨¦l, el circo es una manera de expresar lo que siente. "Hay quienes se expresan bailando o contando historias. Yo utilizo el circo como medio para fomentar la sensibilizaci¨®n sobre muchos aspectos que no funcionan en Cisjordania, mientras hago re¨ªr y ayudo a que la gente se olvide por un rato de los problemas que deben enfrentar a diario", me explica Nour.
Los mellizos AbuTaleb me comentan que ingresaron en el centro de formaci¨®n pues era una actividad novedosa en Palestina y pensaron, adem¨¢s, que era una buena manera de ejercitarse f¨ªsicamente. Poco despu¨¦s, se dieron cuenta de que "el circo no es solo cuesti¨®n de acrobacias y actuaci¨®n. Es parte de nuestra vida porque podemos transmitir mensajes importantes a la sociedad y hacer que los ni?os jueguen y se sientan contentos".
Para los actores, el circo es una manera de expresar lo que sienten
Son las cinco y media de la tarde cuando se levante el tel¨®n por primera vez para Mish Zabta en Jerusal¨¦n este.
Mish Zabta es una nueva producci¨®n de la escuela, que combina acrobacia, m¨²sica, malabarismo y humor. A trav¨¦s de la risa, relata la historia de tres j¨®venes ambiciosos que, de regreso al pa¨ªs tras su graduaci¨®n universitaria en el exterior, se esfuerzan por cumplir sus sue?os de un futuro mejor. Mientras buscan trabajo y tratan de divertirse, los j¨®venes se cruzan con muchos desaf¨ªos que provocan un inesperado vuelco de sus esperanzas y expectativas iniciales.
Tras la actuaci¨®n y los merecidos aplausos, conozco a Shadi Zmorrod, director del centro de formaci¨®n circense. Me comenta que la idea del espect¨¢culo surgi¨® tras la guerra en Gaza en 2014. Un grupo de j¨®venes de la escuela deseaba representar los obst¨¢culos de la vida cotidiana y los sentimientos que embargan a los j¨®venes en la actualidad, entre ellos, el temor, el entusiasmo y la desesperanza, mediante una producci¨®n creativa y graciosa.
"Mish Zabta intenta exponer los numerosos problemas de los j¨®venes palestinos en un tono que sirva tambi¨¦n de descarga para el p¨²blico, tras los tiempos dif¨ªciles que se vivieron", me explica Shadi.
La audiencia, compuesto mayormente por j¨®venes, responde con entusiasmo. Ver proyectados sus graves problemas a trav¨¦s de la actuaci¨®n de un payaso, de alguna manera, hace que su realidad parezca menos dif¨ªcil de sobrellevar. El trauma ocasionado por la espiral de violencia, en especial entre las personas m¨¢s vulnerables como los ni?os y los j¨®venes, puede afectar su desarrollo emocional y generar complicaciones en su salud mental.
El CICR est¨¢ presente en Jerusal¨¦n desde hace m¨¢s de 50 a?os y decidi¨® organizar este evento tan particular con las familias de Jerusal¨¦n, con el objeto de mantener su v¨ªnculo con los ni?os y los j¨®venes.
Hago re¨ªr y ayudo a que la gente se olvide por un rato de los problemas que enfrentan a diario Nour, integrante del circo
En un lugar como Jerusal¨¦n, los peque?os se ven obligados a crecer demasiado r¨¢pidamente. Gozar de la oportunidad de relajarse y divertirse les permite ser cr¨ªos nuevamente.
"Me he divertido y disfrutado mucho del espect¨¢culo con el trampol¨ªn y con los acr¨®batas. Una de las escenas tambi¨¦n me hizo acordarme de cuando mi hermana y yo nos peleamos por una silla. ?Los actores se peleaban de manera muy divertida!", me cuenta entusiasmada a la salida del teatro Jana Amr, una ni?a de diez a?os. La creatividad, el aprendizaje de las habilidades b¨¢sicas para la vida, la autoestima en los ni?os, el trabajo en equipo, la confianza y la diversidad son s¨®lo algunos de los aspectos positivos que un circo puede promover.
Christian Cardon, jefe de la misi¨®n del CICR en Jerusal¨¦n, que disfrut¨® del espect¨¢culo como un cr¨ªo m¨¢s, dijo al salir: ¡°Hoy, todo Zabta (funciona, en ¨¢rabe, en alusi¨®n al t¨ªtulo del espect¨¢culo) ya que m¨¢s de 500 ni?os han re¨ªdo y pasado un buen rato".
Son las 18.30 y el sol se pone tras los muros de la ciudad vieja mientras los ni?os y j¨®venes van saliendo del Teatro Nacional Palestino. Con una gran sonrisa camino a mi casa en el Monte de los Olivos, mientras pienso a Mish Zabta y a las risas de los ni?os que durante al menos una hora han olvidado los problemas a los que se han de enfrentar a diario.
Jes¨²s Serrano Redondo es portavoz del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Jerusal¨¦n.
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