La guerra de Hillary
Una mujer competir¨¢ por la magistratura m¨¢s importante del mundo y lo har¨¢ precisamente contra Donald Trump, que tan bien representa la casposa misoginia que todav¨ªa nos rodea
En esa bandeja de entrada del correo electr¨®nico que tantos disgustos ha dado ¨²ltimamente a Hillary Clinton ha aparecido una buena noticia: su nominaci¨®n como candidata dem¨®crata. No solo es una excelente noticia que, ?por fin!, una mujer compita por la magistratura m¨¢s importante del mundo sino que, adem¨¢s, lo haga precisamente contra alguien como Donald Trump, que tan bien representa toda la casposa misoginia que incre¨ªblemente todav¨ªa nos rodea. Por todas y cada una de las cr¨ªticas que se puedan hacer a la pol¨ªtica estadounidense, y a la propia Hillary Clinton como arquetipo del establishment (eso s¨ª, dem¨®crata), no deja de ser relevante que ese sistema pol¨ªtico haya roto dos inmensos techos, ofreciendo a sus electores primero un candidato negro y ahora una mujer, en dos elecciones consecutivas.
Hillary Clinton enfrenta un reto herc¨²leo: llevar a las urnas a la izquierda de su partido, muy movilizada en torno a Bernie Sanders, un contendiente muy serio que, elegantemente, tendr¨ªa ahora que tirar la toalla y sumarse a la candidatura de Clinton, y, a la vez, moverse hacia el centro para as¨ª atraer los votos de aquellos republicanos moderados desencantados con el racismo populista y aislacionista de Donald Trump. Para ello tendr¨¢ que encontrar el tono adecuado en los dos temas que se han mostrado transversales hasta ahora en la campa?a y que recogen preocupaciones leg¨ªtimas de una gran mayor¨ªa de votantes: la desigualdad y la globalizaci¨®n.
Pero no nos enga?emos. La campa?a presidencial va a registrar un nivel de polarizaci¨®n brutal: con todo el conservadurismo, blanco, religioso y del interior movilizado y agitado por el dinero y los medios afines frente a los dem¨®cratas, representantes hoy m¨¢s que nunca de un Estados Unidos abierto, plural, multi¨¦tnico y liberal en valores. Cuando en una sociedad todas las fracturas que estructuran la competici¨®n pol¨ªtica (ideolog¨ªa, religi¨®n, identidad ¨¦tnica, valores, etc¨¦tera) se solapan y caen del mismo lado, dividiendo a toda la poblaci¨®n en dos mitades tan perfectas como incomunicadas, entonces el riesgo de tensi¨®n, bloqueo e incluso ruptura es muy grande. La Guerra Fr¨ªa acab¨®, s¨ª, pero da la impresi¨®n de que las guerras culturales no han hecho m¨¢s que empezar. @jitorreblanca
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