La mayor¨ªa de los humanos apenas puede ver las estrellas
El nuevo atlas de la poluci¨®n lum¨ªnica muestra que la poblaci¨®n mundial vive bajo cielos contaminados por la luz artificial
La mayor¨ªa de los humanos apenas puede ver las estrellas en todo su esplendor, seg¨²n un nuevo atlas mundial de la contaminaci¨®n lum¨ªnica. La investigaci¨®n muestra que los habitantes de algunas de las grandes ciudades deber¨ªan viajar 1.000 kil¨®metros para poder contemplar el espect¨¢culo de la V¨ªa L¨¢ctea tal como la ve¨ªan los antiguos. Los autores del atlas advierten de que la tecnolog¨ªa LED podr¨ªa multiplicar por tres el brillo nocturno y oscurecer a¨²n m¨¢s el cielo.
Durante milenios, la noche no era tan oscura. En ausencia de nubes, la Luna, las estrellas, la V¨ªa l¨¢ctea o fen¨®menos como la luz zodiacal iluminaban el cielo. Sin embargo, esta iluminaci¨®n natural ha ido dejando paso a la artificial, creando un brillo sobre las aglomeraciones humanas que impide ver m¨¢s all¨¢. Adem¨¢s de complicarle el trabajo a los astr¨®nomos, la contaminaci¨®n lum¨ªnica tambi¨¦n perjudica la salud de los humanos y altera los ecosistemas a los que alcanza, a veces hasta centenares de kil¨®metros.
El nuevo atlas mundial de la poluci¨®n lum¨ªnica, elaborado por una decena de investigadores europeos y estadounidenses y que actualiza otro realizado hace 15 a?os, muestra cu¨¢ntas personas y qu¨¦ regiones del planeta est¨¢n bajo cielos llenos de luz artificial en los que no es f¨¢cil ver las estrellas. Hay algunas conexiones evidentes, como la del grado de urbanizaci¨®n o desarrollo con el de contaminaci¨®n. Pero tambi¨¦n hay sorpresas, como que los alemanes est¨¢n entre los que a¨²n pueden ver la V¨ªa L¨¢ctea con nitidez o que los argentinos aparecen entre los que menos estrellas pueden ver.
"Para encontrar un cielo realmente pr¨ªstino (las zonas en negro del mapa) un habitante de Barcelona o Madrid tendr¨ªa que viajar hasta el norte de Escocia o a algunas zonas del desierto del Sahara", dice el investigador del Instituto Italiano de Ciencia y Tecnolog¨ªa de la Contaminaci¨®n Lum¨ªnica (ISTIL) y coautor de este atlas, Fabio Falchi. Sin embargo, como a?ade enseguida, en Espa?a, un pa¨ªs relativamente menos urbanizado que sus vecinos europeos, "tienen cielos, sino pr¨ªstinos, muy buenos (en azul en el mapa) en la provincia de Cuenca o en partes de Extremadura.
Espa?oles y argentinos, entre los que tienen peor cielo nocturno
En el planeta, el 83% de la poblaci¨®n mundial tienen cielos nocturnos contaminados en menor o mayor grado, seg¨²n este atlas publicado en Science Advances. La cifra llega hasta el 99% en el caso de los europeos y los estadounidenses. El trabajo se apoya en los datos del sat¨¦lite Suomi de las agencias estadounidenses NASA y NOAA, con sensores para medir la iluminaci¨®n nocturna, y decenas de miles de registros tomados por cient¨ªficos y voluntarios desde el interior o alrededores de las ciudades. Estos datos revelan que hasta un tercio de los humanos ya no puede ver ni siquiera ese r¨ªo de estrellas que es la V¨ªa L¨¢ctea.
Por pa¨ªses, el que tiene mayor brillo nocturno artificial en funci¨®n de las personas afectadas es Singapur. Todos sus habitantes viven la noche como si fuera un crep¨²sculo permanente. All¨ª, la intensidad luminosa puede alcanzar las 7.130 microcandelas por metro cuadrado (cd/m2). La candela es la unidad b¨¢sica para medir la intensidad lum¨ªnica. Para hacerse una idea, la luz nocturna natural apenas llega a las 1,74 microcandelas.
Tras Singapur aparecen cinco pa¨ªses del golfo P¨¦rsico. Entre los 10 primeros tambi¨¦n est¨¢n Corea del Sur e Israel. M¨¢s sorprendente puede ser que completen la lista naciones tan castigadas como Irak o Libia. Los autores recuerdan que el sat¨¦lite no diferencia entre luz procedente de la iluminaci¨®n de las ciudades o de los pozos de petr¨®leo o gas. Pero esta explicaci¨®n no vale para Argentina, en octavo lugar. Falchi apunta aqu¨ª otra raz¨®n: "En general los altos porcentajes de poblaci¨®n expuesta a cielos nocturnos muy brillantes se deben a que esas poblaciones se concentran en grandes ciudades. Esto podr¨ªa explicar el caso argentino".
Pero la cantidad de urbanizaci¨®n no es la ¨²nica variable, tambi¨¦n influyen las pol¨ªticas tomadas por las administraciones. Un ejemplo que pone Falchi es la comparaci¨®n entre Madrid y Berl¨ªn. "Ambas ciudades tiene una poblaci¨®n similar, pero la contaminaci¨®n lum¨ªnica en la capital espa?ola es mucho mayor", dice. Alemania es un caso especial. Siendo tan poblada y urbanizada, la zona que forma el oeste de Alemania con Holanda y B¨¦lgica es, por ¨¢rea contaminada, la segunda con peor cielo nocturno, solo superada por El Cairo y el delta del Nilo. Sin embargo, el 58% de los alemanes a¨²n pueden ver la V¨ªa L¨¢ctea tal y como la ven la mayor¨ªa de los indios.
"Hay grandes diferencias dentro de los pa¨ªses desarrollados. Hemos comprobado que las ciudades estadounidenses emiten entre tres y cinco veces m¨¢s que luz per c¨¢pita que las ciudades alemanas", comenta el cient¨ªfico del Centro Alem¨¢n de Investigaci¨®n en Geociencias de Potsdam y coautor del atlas, Christopher Kyba. "No est¨¢ claro el porqu¨¦ de estas diferencias, algunos se?alan a que las urbes de EE UU son m¨¢s extensas y sus calles m¨¢s anchas y otros apuntan al mayor coste de la electricidad en Alemania", a?ade. En todo caso, los municipios alemanes tienen normas m¨¢s estrictas para limitar la iluminaci¨®n urbana.
El atlas tambi¨¦n muestra los pa¨ªses con el cielo nocturno m¨¢s limpio. De los 20 primeros de la lista, 19 se encuentran en ?frica, el otro es Pap¨²a Nueva Guinea. Hay zonas como en Chad o Madagascar, donde el 90% de sus habitantes a¨²n pueden ver un cielo virgen de luz artificial.
La iluminaci¨®n LED, por su tecnolog¨ªa y menor coste, podr¨ªa triplicar el brillo nocturno artificial
Los autores del estudio alertan que las cosas pueden ir a peor por culpa de la revoluci¨®n LED. Tanto por su menor coste como por su tecnolog¨ªa, la iluminaci¨®n basada en LED podr¨ªa triplicar el brillo nocturno artificial. Al ser tan econ¨®mica, tanto las personas como las administraciones pueden arrinconar la idea del ahorro energ¨¦tico e iluminar a¨²n m¨¢s. Adem¨¢s, una mala elecci¨®n tecnol¨®gica, apostando por LED de luz fr¨ªa, podr¨ªa elevar la contaminaci¨®n lum¨ªnica.
"Los LED son lum¨ªnicamente m¨¢s contaminantes que las luminarias de descarga que hoy iluminan las calles", recuerda el profesor del ¨¢rea de ingenier¨ªa el¨¦ctrica de la Universidad de Granada, Ovidio Rabaza. Este ingeniero, no relacionado con el atlas, trabaj¨® en el pasado en contaminaci¨®n lum¨ªnica, dise?ando un sistema para medirla desde tierra y hoy investiga en el terreno de la eficiencia energ¨¦tica. Para evitar una mayor poluci¨®n del cielo nocturno, Rabaza apunta que "algo b¨¢sico es eliminar la emisi¨®n de luz directa hacia el cielo".
La propia tecnolog¨ªa LED podr¨ªa permitir implantar mecanismos de control para aumentar o reducir la iluminaci¨®n en funci¨®n de las necesidades. Y a¨²n queda, como comenta Rabaza, la v¨ªa normativa: "en Espa?a ya hay legislaci¨®n para proteger el cielo nocturno en las cercan¨ªas de los parques nacionales o los centros de observaci¨®n astron¨®mica". Solo habr¨ªa que ampliar su ¨¢mbito de aplicaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.