La diferencia est¨¢ en cuatro segundos
En la p¨¢gina del Comisariado Europeo del Autom¨®vil (CEA) nos recuerdan que ¡°todo veh¨ªculo que circule detr¨¢s de otro habr¨¢ de hacerlo a una distancia que le permita detenerse en caso de frenazo brusco, sin colisionar con ¨¦l, teniendo en cuenta especialmente la velocidad, las condiciones de frenado y adherencia¡±. Lo que significa que si queremos tener el tiempo suficiente como para ser capaces de frenar, debemos dejar, aproximadamente, cuatro segundos de margen como m¨ªnimo, y a m¨¢s velocidad mayor deber¨¢ ser el tiempo. De este modo podremos reaccionar a tiempo, tomar el control de la situaci¨®n y que la situaci¨®n no nos controle a nosotros.
S¨ª, tal vez cuatro segundos parezcan pocos, pero en determinadas situaciones pueden marcar la diferencia entre un choque o solo un susto. Pero adem¨¢s, seg¨²n aseguran los ¨²ltimos estudios, estos cuatro segundos tambi¨¦n valen para conducirnos en nuestra vida. Este peque?o lapso de tiempo puede darnos el espacio suficiente como para detenernos y comprobar si lo estamos haciendo bien o no. Si es ¨¦ste el camino que queremos tomar o nos estamos precipitando por culpa de no pensar. En cuatro segundos podremos darnos cuenta de si nos estamos dejando llevar por una reacci¨®n inconsciente o realmente estamos actuando acorde a nuestros planes, objetivos, valores y principios.
De este tesoro de tiempo, al alcance de todos, es de lo que nos habla Peter Bregman en su famoso libro 4 segundos. Bregman lo resume asegurando que: ¡°El secreto para tomar buenas decisiones que simplifiquen tu vida es respirar profundamente durante cuatro segundos antes de actuar. Puede sonar muy simple, pero se ha demostrado que esa pausa es todo el tiempo que se necesita para controlar los impulsos y tomar la decisi¨®n m¨¢s inteligente y racional¡±.
Un poco de tiempo en tiempos acelerados
El problema no es que los tiempos se hayan acelerado, sino que nosotros tambi¨¦n y, adem¨¢s, sin ser conscientes de ello. Apresurados, no nos damos ni una pausa, por peque?a que sea. Nos hemos acostumbrado tanto a ello que muchos ni lo echamos en falta. En la sociedad del cansancio, tal y como la describe el fil¨®sofo Byung-Chul Han, el ser humano se ha convertido en una m¨¢quina de rendimiento. Todos acelerados. Todos hist¨¦ricos. Produciendo, produciendo y produciendo. Da igual el qu¨¦, pero r¨¢pido. La acci¨®n se ha convertido en una reacci¨®n. Y las reacciones salen sin pensar, como cuando nos golpean la rodilla en la revisi¨®n m¨¦dica. Y as¨ª, a patadas irreflexivas, nos encontramos con problemas que, de haberlo pensado un poco m¨¢s, no tendr¨ªamos. Que si una mala palabra, un no prestar atenci¨®n a esa amiga o esa cosa que hemos comprado y que en absoluto quer¨ªamos. Pero adem¨¢s, nuestras reacciones tambi¨¦n van en contra de nosotros, o de lo que es peor, de nuestros objetivos e intenciones. Peter Bregman pone un claro ejemplo: ¡°Cuando nos sentimos abrumados y estresados por nuestra creciente lista de tareas pendientes, nuestra reacci¨®n instintiva es trabajar m¨¢s horas y acumular m¨¢s y m¨¢s horas de trabajo. Nuestra intenci¨®n es reducir nuestro estr¨¦s y sobrecarga. Pero nuestras acciones tienen el efecto contrario: terminamos m¨¢s estresados y m¨¢s sobrecargados¡±. En un acto reflejo queremos solucionar las cosas, pero lo que hacemos es empeorarlas, sin que nos demos cuenta de ello. La regla de los cuatro segundos nos invita a tener ese tiempo en un m¨ªnimo proceso que mejora y nos fortalece con la repetici¨®n:
Detenernos. Una pausa. Un instante para retomar el control consciente. Para ello debemos ser capaces de estar atentos y detectar que esa situaci¨®n en concreto va a requerir que usemos la regla de los cuatro segundos. Ese momento en el que nos vemos sobrepasados de trabajo, esa conversaci¨®n que se presupone importante para la otra persona, o ese abrir la nevera impulsivamente como si no fu¨¦semos due?os de nuestras manos. Da igual el qu¨¦, se trata de ser conscientes de que ah¨ª no estamos pensando.
Respirar profundamente. Una vez detectado, debemos respirar. Profundamente, dejando que el aire entre por la nariz y salga por la boca. Debemos llenarnos de abajo hacia arriba, expulsando el aire de arriba hacia abajo, como si el aire fuera agua y nosotros fu¨¦semos un vaso.
Evaluar. Ahora es el momento de valorar si la respuesta que casi nos sale por la boca es la m¨¢s adecuada, por ejemplo. Si estamos dispuestos a asumir las consecuencias y si lo que estamos a punto de hacer est¨¢ alineado con nuestros objetivos, con aquello que nos hemos propuesto al empezar el d¨ªa.
Actuar¡ o no. Porque tal vez, una vez recuperado el control de lo que est¨¢ sucediendo, decidimos callarnos. O no empezar a contestar los correos electr¨®nicos y terminar lo que est¨¢bamos haciendo. O tal vez, decidimos prestar toda la atenci¨®n a nuestra pareja. Sea como sea, decidamos actuar o no, lo haremos plenamente conscientes. De la reacci¨®n pasamos a la acci¨®n.
'Mindfulness' de bolsillo
A todos nos gustar¨ªa meditar una hora al d¨ªa, hacer ejercicio otra hora, dormir ocho, pasar tiempo con la familia y con los amigos, dedicar tiempo a nuestras aficiones, comer cinco piezas de fruta y verdura y beber un litro y medio de agua. Pero muchos no sabemos ni c¨®mo ni de donde sacar tiempo para todo. Tal vez por eso se est¨¢ poniendo de moda lo que se denomina el mini-mindfulness. Experiencias de atenci¨®n plena que podemos hacer en cualquier lugar, que no requieren de demasiado tiempo ni grandes preparativos y que nos sirven para bajar el ritmo, celebrar nuestro entorno, estar m¨¢s conectados con nosotros mismos y nuestro potencial creativo. En el fondo, la regla de los cuatro segundos, m¨¢s all¨¢ de sus beneficios pr¨¢cticos, es un primer ejercicio de mindfulness de bolsillo, de peque?a experiencia de consciencia,? de estar presentes en el aqu¨ª y ahora. Y, como todo, la capacidad de estar presentes se entrena. Podemos empezar con estos:
1. Mirada consciente. Se trata de seleccionar un elemento natural, como una flor, la copa de un ¨¢rbol o una nube, por ejemplo, y detenernos durante dos minutos a observarlo con detalle. Sumergirnos en su armon¨ªa. Dejarnos llevar por su textura, su movimiento o su quietud, sus colores, sus sombras. Su luz. Al centrar nuestra atenci¨®n entraremos en relaci¨®n con nuestro entorno y con nosotros mismos, dando espacio a la serenidad de estar atentos a lo que nos rodea.
2. Escucha activa. Escojamos una conversaci¨®n cualquiera, o una charla a la que asistimos de oyente o, tambi¨¦n, un di¨¢logo ajeno en el metro. Lo que sea. Lo importante es activar la escucha activa, y para ello deberemos fijarnos en el tono de voz, en el lenguaje corporal, o dejarnos llevar por las inflexiones del discurso. Sus pausas y silencios. Escuchemos con toda nuestra atenci¨®n y descubramos qu¨¦ nos provoca esa voz, esas palabras, esa manera de decir.
3. Acciones repetidas. En nuestro d¨ªa a d¨ªa realizamos una multitud de acciones de forma mec¨¢nica e irreflexiva. Por ejemplo, abrir una puerta. Un gesto insignificante que puede servirnos para activar el mini-mindfulness. D¨¦monos cuenta de esa acci¨®n. Sintamos el pomo. De qu¨¦ material est¨¢ hecho, qu¨¦ sentimos al activar el mecanismo, al empujar la puerta, al sentir que tenemos el camino abierto, sin obst¨¢culos.
4. Gratitud Consciente. Al levantarnos ma?ana, o ahora mismo, por qu¨¦ no, decidamos encontrar tres cosas aparentemente insignificantes y que deber¨ªamos agradecer. El desayuno. Poder leer el peri¨®dico. Que funcione el ascensor¡ Lo que sea, pero activemos nuestra gratitud consciente. Si los anteriores ejercicios nos conectan con el entorno, ¨¦ste tambi¨¦n nos conecta con nosotros mismos, con la alegr¨ªa de que, simplemente, hoy es hoy.
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