Picio, El Tato, Maricasta?a: 15 personas que nombras sin saber qui¨¦nes son
?Alguna vez te has preguntado por qu¨¦ Picio era tan feo, qu¨¦ tocaba Roque o qui¨¦n es Calleja, ese que tiene tanto cuento?
De dichos, frases hechas y refranes est¨¢ el espa?ol lleno. Estas peque?as p¨ªldoras de sabidur¨ªa popular se han ido extendiendo a lo largo de la geograf¨ªa haciendo tan habitual su uso que muchas veces obviamos la l¨®gica de su estructura o el porqu¨¦ de sus elementos. ¡°Los modismos son palabras ya usadas en los mismos contextos por otros hablantes, son viejas formas, gastadas, que nos ayudan a describir una situaci¨®n y a influir en el oyente¡±, explica Mar¨ªa Prieto, profesora de espa?ol en la Universidad de Oviedo, en su conferencia Hablando en plata: De modismos y met¨¢foras culturales.
Lo cierto es que estas expresiones son muchas veces el espejo que retrata una ¨¦poca. ¡°La lengua no es sino un reflejo de la mentalidad y del estilo de vida de la sociedad que la habla¡±, asegura la fil¨®loga y escritora Dolores Soler-Espiauba. Desde ese espejo, a veces nos contemplan rostros cuyos nombres hemos mencionado infinidad de veces pero cuya historia, que adem¨¢s tambi¨¦n es la nuestra, desconocemos. Consultamos con expertos y con diccionarios especializados para resolver de una vez por todas qu¨¦ le pas¨® al pobre Picio para ser tan feo, en qu¨¦ a?o vivi¨® Maricasta?a, qu¨¦ tocaba Roque o a qu¨¦ ritmo bailaba San Vito.
1. No ha venido ni el Tato. Antonio S¨¢nchez, El Tato, fue un torero sevillano que no se perd¨ªa una. Estaba en todos los carteles y en los eventos sociales de la ¨¦poca. Era tan habitual en las corridas de toros del siglo XIX que incluso tras perder la pierna por una cornada acudi¨® a la plaza porque quer¨ªa volver a torear. Despu¨¦s de varios intentos, asumi¨® su fracaso y se apart¨® de la vida p¨²blica. Su nombre no pas¨® a la historia como gran torero, pero es de los m¨¢s mencionados en todo tipo de expresiones populares.
2. M¨¢s feo que Picio. El que es uno de los arquetipos m¨¢s reconocidos de la fealdad era un zapatero de Granada que hab¨ªa sido condenado a la pena de muerte. La noticia del indulto le provoc¨® tal impresi¨®n que perdi¨® el pelo, las cejas y pesta?as y su cara se deform¨®, llen¨¢ndose de tumores. El fil¨®logo Sbarbi y Osuna habl¨® con personas que conocieron a este malogrado zapatero que no sab¨ªa tomarse las buenas noticias y en su libro Gran diccionario de refranes asegura que ah¨ª no acab¨® su desgracia. Picio, tras ser perdonado, se traslad¨® a Lanjar¨®n (municipio de Granada), de donde fue expulsado por no entrar jam¨¢s a la Iglesia ya que no quer¨ªa quitarse el pa?uelo con el que ocultaba su calva. Finalmente, regres¨® a Granada, donde muri¨® poco despu¨¦s.
3. A cada cerdo le llega su San Mart¨ªn. Es probablemente la frase m¨¢s dirigida a jefes y superiores en nuestro pa¨ªs cuando nos encomendamos a la divinidad, a qui¨¦n si no, para que se encargue de darles el que creemos que es su merecido. La frase aparece ya, levemente modificada, en nuestra obra literaria m¨¢s universal. Dec¨ªa Cervantes en Don Quijote de La Mancha, ¡°pero su San Mart¨ªn se le llegar¨¢ como a cada puerco¡± refiri¨¦ndose a que a nadie le deja de llegar el plazo para pagar las afrentas. Seg¨²n el martirologio ¨Cel cat¨¢logo de m¨¢rtires y santos de la Iglesia cat¨®lica¨C hay m¨¢s de una decena de San Mart¨ªn aunque este dicho se refiere a San Mart¨ªn de Tours, patr¨®n de Ourense, cuya vida nada tiene que ver con los cerdos, pero cuya fiesta se celebra el 11 de noviembre, coincidiendo con la matanza de los puercos.
4. Tirarse a la bartola. Nada tienen que temer las 47 mujeres que, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), se llaman Bartola en Espa?a. Aunque pudiera parecerlo, esta expresi¨®n no tiene ning¨²n tipo de connotaci¨®n sexual, ni violenta sino m¨¢s bien todo lo contrario. Se refiere a uno de los siete pecados capitales: la pereza. Bartola no era ninguna mujer reconocida por su ganduler¨ªa sino una forma cotidiana de llamar a la barriga, seg¨²n asegura Sbarbi y Osuna. Por lo tanto, la voz original, que era tumbarse a la bartola, apunta al hecho de descansar panza arriba. Algunos autores afirman adem¨¢s que Bartola era el personaje de un cuento popular que representaba la vagancia.
5. M¨¢s viejo que Matusal¨¦n. 969 a?os vivi¨® ¨Cseg¨²n la Biblia¨C este buen se?or cuyos mayores logros fueron la longevidad, engendrar a su hijo Lamec con 187 a?os y ser abuelo del que posiblemente fuera el primer ingeniero naval de la historia b¨ªblica, es decir, No¨¦. Como la l¨®gica cristiana indica, Matusal¨¦n no pod¨ªa sobrevivir al diluvio y muri¨® poco antes, qued¨¢ndose sin conocer el arca de su nieto. Eso s¨ª, fue el responsable de acu?ar una frase para referirse a gente o cosas muy viejas.
6. Armarse la Marimorena. Seg¨²n la RAE, una marimorena es una ¡°ri?a, pendencia o camorra¡±. El escritor, periodista y lexic¨®grafo Jos¨¦ Mar¨ªa Iribarren se?ala en su obra El porqu¨¦ de los dichos el posible origen de la expresi¨®n en los altercados que ten¨ªan lugar, de manera m¨¢s o menos habitual, en una tabernera madrile?a llamada Mar¨ªa Morena. La expresi¨®n se populariz¨® desde 1579 y lleg¨® en forma contra¨ªda (en lugar de Mar¨ªa Morena, Marimorena) hasta la actualidad.
7. Como Pedro por su casa. Pedro es un gran conocido de las frases hechas espa?olas aunque nadie explica exactamente c¨®mo iba Pedro por su casa. Algunas variantes de esta locuci¨®n, que se refiere a dirigirse con gran familiaridad por un lugar extra?o, aparecen en la segunda parte de La vida de Lazarillo de Tormes y en Rinconete y Cortadillo aunque sin mencionar ning¨²n nombre en concreto, solo aludiendo a ¡®entrarse como por su casa¡¯. Pedro s¨ª era usado en Arag¨®n en la expresi¨®n ¡°entrarse como Pedro por Huesca¡± apuntando a la toma de la ciudad por parte de Pedro I de Arag¨®n.
8. El corral de la Pacheca. Se usa para referirse a un lugar bullicioso y algo confuso. El nombre es gracias a Isabel Pacheco, due?a del lugar y m¨¢s conocida como La Pacheca. Corr¨ªa el siglo XVI y en la madrile?a calle del Pr¨ªncipe se encontraba este corral de comedias donde, como en el resto, se usaba los patios de vecindad, vestidos con un tablado en la parte central, para las representaciones teatrales de la ¨¦poca, siendo precursores de los teatros de hoy en d¨ªa. Obviamente, terminaba por ser un lugar con mucha concurrencia y bullicioso.
9. La casa de t¨®came Roque. Esta casa no difiere demasiado del corral de la Pacheca; viene a se?alar una casa con alboroto y caos y, al igual que el corral de comedias, este lugar tambi¨¦n existi¨® en la capital espa?ola aunque fue demolida en 1850. Ram¨®n de la Cruz la inmortaliz¨® en un sainete -peque?os relatos costumbristas en tono humor¨ªstico que sol¨ªan interpretarse en los intermedios de una funci¨®n- centrado en los altercados que se produc¨ªan entre sus vecinos y que los propietarios quisieron solventar desahuci¨¢ndolos y derribando el edificio. Sin embargo, en la herencia no quedaba claro cual de los dos hermanos era el leg¨ªtimo propietario. De esa disputa, seg¨²n la Gu¨ªa de Madrid de Fern¨¢ndez de los R¨ªos, naci¨® el nombre del inmueble, ya que los hermanos, Juan y Roque, porfiaban diciendo ¡°T¨®came a m¨ª [la casa], t¨®came, Roque¡±. A¨²n puede verse la placa que la recuerda en la calle del Barquillo.
10. Las cuentas del Gran Capit¨¢n. Para esta expresi¨®n valdr¨ªa como ejemplo casi cualquier presupuesto presentado en Espa?a de esos que crecen en tareas a realizar y, c¨®mo no, en precio conforme avanza el tiempo de una forma que rara vez se consigue explicar sin recurrir al humor. En las cuentas del Gran Capit¨¢n ¨Ccuya total veracidad han puesto en entredicho algunos autores¨C se inclu¨ªan cosas como ¡°100.000 ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cad¨¢veres de sus enemigos tendidos en el campo de batalla¡±. Este ir¨®nico personaje era Gonzalo Fern¨¢ndez de C¨®rdoba y conquist¨® para los Reyes Cat¨®licos el reino de N¨¢poles. Cuando los monarcas le solicitaron sus cuentas, ¨¦l les present¨® un sarc¨¢stico listado que conclu¨ªa con lo siguiente: ¡°Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el rey ped¨ªa cuentas al que le hab¨ªa regalado un reino¡±.
11. Tener m¨¢s cuento que Calleja. No es que Saturnino Calleja fuera un novelero y se dejase llevar por las fantas¨ªas, m¨¢s bien es que se dedicaba a publicarlas. Este burgal¨¦s dirig¨ªa la editorial Calleja, que lleg¨® a ser una de las m¨¢s importantes de Espa?a a finales del siglo XIX y principios del XX. Se hizo tremendamente popular por el cambio de modelo que propugn¨®, caracterizado por las grandes tiradas y el peque?o formato de los cuentos que publicaba para hacerlos as¨ª mucho m¨¢s asequibles. Por el gran n¨²mero de t¨ªtulos que ten¨ªa en su cat¨¢logo, se hizo habitual el dicho ¡°tienes m¨¢s cuentos que Calleja¡±.
12. Tener el baile de San Vito. Cuando se alude a que alguien tiene el baile de San Vito, por su impaciencia y movimientos inquietos, se agradece la ausencia de sentido literal. San Vito, m¨¢rtir de la Iglesia cat¨®lica, fue torturado cuando era un ni?o introduci¨¦ndole en un caldero de aceite hirviendo. Fue por esas sacudidas y convulsiones que previsiblemente le produjo su muerte por lo que al santo se le asoci¨® m¨¢s tarde con una enfermedad llamada Corea, que se caracteriza por movimientos involuntarios y sin orden.
13. En tiempos de Maricasta?a. Hay quien supone que el de Maricasta?a es un nombre proverbial, gen¨¦rico, usado para hablar de un tiempo muy antiguo. Sin embargo, Jos¨¦ Mar¨ªa Iribarren cita al historiador Jos¨¦ Godoy Alc¨¢ntara, que narra la historia de una Mar¨ªa Casta?o que en siglo XVI, junto a su marido y dos hermanos de este, lider¨® una rebeli¨®n en Lugo contra el pago de tributos abusivos que impon¨ªa el obispo, se?or de esas tierras. Y es que en aquellos tiempos ¨Clos de Maricasta?a¨C no exist¨ªan las cuentas en Suiza.
14. Viva la Pepa. El ¡°?Viva la Pepa!¡± fue un grito subversivo que alud¨ªa a la Constituci¨®n de C¨¢diz, jurada y proclamada el 19 de marzo de 1812 ¨Cd¨ªa de San Jos¨¦¨C . Cuando el rey Fernando VII aboli¨® el texto constitucional, sus defensores usaban esta expresi¨®n para no ser arrestados aunque el subterfugio no tard¨® mucho en descubrirse. M¨¢s tarde, el dicho se modific¨® a?adi¨¦ndole "?viva la Pepa, y el pan a dos cuartos!" por el que se da a entender la tranquilidad con la que se ven algunas cosas siempre y cuando a nosotros no nos falten.
15. Fulano y Mengano. A pesar de que Fulano y Mengano sean posiblemente los personajes m¨¢s citados en nuestro idioma, lo cierto es que ninguno de los dos existi¨®. Es m¨¢s, ni siquiera son personas. Fulano viene del ¨¢rabe ful¨¢n -persona cualquiera- y Mengano de man kan -quien sea-. Lo curioso es que Mengano siempre suele ir acompa?ado de Fulano y, a veces incluso, de Zutano. La procedencia de este ¨²ltimo, seg¨²n se?ala la RAE, viene de lat¨ªn. Se apunta a citano, derivado de la f¨®rmula latina scitanus -sabido-, que se empleaba para sustituir el nombre de alguien ya conocido.
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