Morir rabiando
POR DESGRACIA desgracia estoy segura de que muchos de los que me est¨¢is leyendo hab¨¦is tenido que sobrellevar la muerte de alguien muy querido. A veces los fallecimientos son repentinos, pero lo habitual es tener que acompa?ar a la persona amada en la lenta y amarga traves¨ªa del desfiladero. En ocasiones, ese tr¨¢nsito final es un martirio. Lo he vivido de cerca. Cuando busqu¨¦, desesperada, los cuidados paliativos que te ofrec¨ªa el sistema, result¨® que tardaban bastante tiempo en llegar, que despu¨¦s de todo no eran tan paliativos y que no funcionaban ni en los fines de semana ni en las fiestas, como si los agonizantes no tuvieran el derecho de agonizar en esos d¨ªas. En mi total congoja, cuando cada hora que pasaba era un sufrimiento, acert¨¦ a llamar a la asociaci¨®n DMD, Derecho a Morir Dignamente. Vino un m¨¦dico, nos habl¨®, nos tranquiliz¨®, nos ayud¨®. Desde que lleg¨® a casa, como un ¨¢ngel de luz, mi querido enfermo pudo descansar. Y empez¨® ese tiempo raro y dulce de los ¨²ltimos momentos, cuando el amado ya no sufre y la Muerte anda merodeando por la casa con pies de algod¨®n. Gracias a la sedaci¨®n paliativa, falleci¨® dos d¨ªas despu¨¦s serenamente. No nos cobraron ni un solo euro. Nunca podr¨¦ agradec¨¦rselo lo suficiente. Desde entonces pertenezco a DMD, porque quiero que todas las personas, incluida yo misma, podamos tener acceso a ese sosiego final.
Pues bien, ese m¨¦dico, ese ¨¢ngel, Fernando Mar¨ªn, ha sido recientemente perseguido por la Fiscal¨ªa de Avil¨¦s, junto a Mercedes Caminero, una pobre voluntaria de la asociaci¨®n a la que incomprensiblemente tambi¨¦n acusaron, y a Fernando Acquaroni, que buscaba ayuda para un hermano agonizante, de la misma manera que yo la busqu¨¦ para mi enfermo. Como Fernando Mar¨ªn no estaba en Madrid, le pidi¨® a la voluntaria que mandara por correo a Acquaroni la medicaci¨®n del protocolo de la sedaci¨®n paliativa, y el env¨ªo fue interceptado en Correos. Por todo esto les abrieron a los tres un proceso; para colmo a?adieron el suicidio de una mujer a la que los imputados nunca conocieron (quien le facilit¨® la sustancia letal fue otra persona, tambi¨¦n fallecida, que traicion¨® a la DMD). A Fernando, Mercedes y Acquaroni se los acus¨® de dos delitos de cooperaci¨®n al suicidio y un delito contra la salud p¨²blica y les pidieron seis a?os y cinco meses de prisi¨®n. Aunque se saben inocentes, como la ley es tan ambigua y los prejuicios sociales tan complejos, decidieron no correr riesgos in¨²tiles y aceptar dos a?os de condena, sin ingreso en prisi¨®n. El hermano de Acquaroni estaba tan terminal que el pobre muri¨® (sufriendo y sin ayuda) tan s¨®lo 24 horas despu¨¦s del momento en que hubiera recibido los f¨¢rmacos. Me espeluzna pensar que yo misma podr¨ªa haber ocupado el lugar de Acquaroni, y todo porque existe una confusi¨®n monumental entre el suicidio, la eutanasia y la sedaci¨®n paliativa. Esta ¨²ltima es totalmente legal, pero, como se ha visto en el caso de Avil¨¦s, pueden retorcer las circunstancias hasta meterte en la c¨¢rcel.
Pero, como dice Mar¨ªn, lo m¨¢s triste de todo es que esta condena suya va a hacer que la situaci¨®n retroceda a¨²n m¨¢s y que muchos m¨¦dicos, aun sabiendo que la sedaci¨®n paliativa es legal, no se atrevan a administrarla. Puede que nuestros seres queridos, nuestros padres, hermanos, c¨®nyuges, amigos, tal vez hijos, mueran rabiando y en el abandono terap¨¦utico. Puede que nosotros mismos tengamos que enfrentarnos a un calvario. ?Y en raz¨®n de qu¨¦? ?Cu¨¢les son los fan¨¢ticos dogmas religiosos que nos ordenan acatar este tormento? ?Por qu¨¦ mi vida civil la regula un Dios? Adem¨¢s, si ese Dios es amor, como dec¨ªa san Agust¨ªn (¡°En el atardecer de la vida te examinar¨¢n de amor¡±), estoy segura de que no podr¨ªa querer esto.
Nuestro pa¨ªs precisa urgentemente un pacto social sobre la eutanasia, la ayuda al suicidio y la sedaci¨®n paliativa. Un acuerdo que vaya m¨¢s all¨¢ de la mugre sectaria partidista, porque estamos hablando de algo demasiado esencial como para que permitamos que lo manipulen los pol¨ªticos. Necesitamos una ley que regule la eutanasia y que impida todo tipo de excesos, por supuesto. Y entre los excesos incluyo esta kafkiana persecuci¨®n de la Fiscal¨ªa de Avil¨¦s y esta condena.
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