La velocidad de la sangre
AQUEL S?BADO, ¨¦l se puso antes que el sol.
Bum, bum, bum. Empez¨® a las cuatro de la tarde, una raya, una pastilla, y los auriculares a tope. Bum. Sus viejos hab¨ªan llamado con los nudillos en su puerta media docena de veces, pero ¨¦l era muy listo y hab¨ªa echado el pestillo antes de acostarse. Bum. Nos vamos a comer a casa de la t¨ªa, le hab¨ªan gritado al final, no hay comida en la nevera, t¨² ver¨¢s. Bum. Ni siquiera se hab¨ªa molestado en contestar. Bum. Ten¨ªa todo lo que necesitaba y la nevera de sus viejos le sobraba. Bum. Su familia le sobraba. Bum. Su vida le sobraba. Bum, bum, bum.
A las dos y media se cans¨® de estar acostado y mir¨® el m¨®vil. Su piba, sus colegas, los planes para el finde?y, de repente, una vaharada agria, espesa. ?Cu¨¢ntos d¨ªas hace que no me ducho?, se pregunt¨®. No fue capaz de contestarse, pero tampoco de gobernar su cuerpo, de darle las ¨®rdenes precisas para llegar hasta el ba?o. No lo logr¨® hasta que se meti¨® una raya, una pastilla, se puso los auriculares y subi¨® el volumen a tope, para estremecer sus neuronas con el ritmo tosco, primario, de los graves que parec¨ªan a punto de reventarle el cr¨¢neo. Bum, bum, bum. Estuvo a punto de entrar con ellos en la ducha. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, el agua ya salpicaba sus pies y se parti¨® de risa al darse cuenta. Aquella fue su ¨²ltima risa de aquel d¨ªa y la primera premonici¨®n de la muerte.
A las seis sali¨® a la calle. Todav¨ªa era de d¨ªa, pero ¨¦l ya estaba muy puesto. Los auriculares le hicieron compa?¨ªa hasta que lleg¨® al parque, pero tuvo ganas de volver a pon¨¦rselos al escuchar que no hab¨ªa ning¨²n coche. Es la fiesta del a?o, se dijo, un fiest¨®n irrepetible, nueve horas de bum, bum, bum a todo meter, en una macrodiscoteca de un pol¨ªgono que est¨¢ a 20 kil¨®metros, la fiesta del a?o, ?y yo me la voy a perder? De repente se encontr¨® haciendo pucheros, como un ni?o peque?o. Se cabre¨® tanto que le peg¨® una patada a una piedra, se machac¨® un pie, y a partir de ah¨ª todo fue de mal en peor.
Cuando vio venir a Luc¨ªa con Jonathan, la velocidad de su sangre empez¨® a acompasarse con el ritmo que escapaba del altavoz USB que alguien hab¨ªa conectado a un m¨®vil. Bum, bum, bum. Ella se acerc¨® a ¨¦l, se colg¨® de su cuello, le bes¨®, y a ¨¦l todo le pareci¨® falso, fingido. Se hab¨ªa metido dos pastillas seguidas para consolarse de la ausencia de coche, luego dos rayas para optimizar el efecto de las pastillas; ve¨ªa luces, colores, escuchaba un eco imposible en todas las voces, pero era listo, muy listo, y su novia no ten¨ªa por qu¨¦ haber llegado con Jonathan, aunque fueran vecinos, eso daba igual, a ¨¦l no se la daban, ¨¦l no se fiaba de nada, no se fiaba de nadie, era demasiado listo, y el Jonathan se re¨ªa, encima, le estaba viendo re¨ªrse, y de qu¨¦ se re¨ªa aquel imb¨¦cil, que era su amigo desde que ten¨ªa memoria para recordar el significado de la amistad, pero eso tambi¨¦n daba igual, porque se estaba riendo y de ¨¦l no se re¨ªa nadie.
Bum, bum, bum, de repente se pusieron en marcha, cogieron el metro, fueron al centro, vagaron por las calles. Bum. Bum. Bum. Con el dinero de las entradas de la fiesta a la que no iban a ir pillaron unos gramos, unas birras, colonizaron los bancos de otro parque y no hicieron nada, nunca hac¨ªan nada, s¨®lo estar. Ellos ya no eran, ya no hac¨ªan, s¨®lo estaban. Se juntaban, se mov¨ªan al ritmo de aquello que nadie m¨¢s llamaba m¨²sica, se re¨ªan de vez en cuando, sin saber de qu¨¦. Pero aquella noche ¨¦l no se rio, no ten¨ªa ganas. Se re¨ªa Luc¨ªa, como una tonta, y segu¨ªa ri¨¦ndose Jonathan, mucho, demasiado, para fomentar su furia, para acrecentarla, para arrebatarle la ¨²ltima hebra de conciencia que le quedaba.
Por eso empez¨® con ella. A las cinco de la ma?ana hac¨ªa mucho fr¨ªo, pero no lo sent¨ªan. Luc¨ªa bailaba sola, no bailaba con ¨¦l, bailaba para el otro, pens¨®, y la agarr¨® de un brazo, la sacudi¨®, la llam¨® de todo, hasta que Jonathan se meti¨® en medio, para protegerla, para preguntarle si se hab¨ªa vuelto loco.
Lo dem¨¢s fue muy f¨¢cil. Sac¨® su navaja, la abri¨®, la hundi¨® en la tripa de su mejor amigo, volvi¨® a cerrarla, se la guard¨® en el bolsillo y not¨® el calor.
Bum, bum, bum.
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