El Derby del Brexit
Ni Mary Shelley ni el mundillo h¨ªpico simpatizan con los ¡°ceporros de pura cepa¡± defensores de que el Reino Unido abandone la UE. Las carreras de caballos viven del internacionalismo, tanto en jinetes como en propietarios o en el p¨²blico
Sin duda Mary Shelley no hubiera votado a favor del Brexit el pr¨®ximo dia 23: no hubo inglesa ¡ªnacida y fallecida en el coraz¨®n de Londres¡ª m¨¢s europea que ella. Viaj¨® por todo el continente, conoci¨® casi todas las lenguas, se interes¨® por todas las culturas y por las ideas m¨¢s abiertas. Ten¨ªa un buen pedigr¨ª intelectual, dir¨ªamos los h¨ªpicos, pues era hija del autor de Justicia pol¨ªtica y de la autora de Vindicaci¨®n de los derechos de la mujer. Fue primero amante y luego esposa del poeta Percy Bysshe Shelley (cuando se conocieron, ella ten¨ªa diecisiete a?os y ¨¦l ventid¨®s). Su relaci¨®n fue apasionada y turbulenta, porque ambos cre¨ªan creer en el amor libre ¡ªese ox¨ªmoron¡ª y carec¨ªan de dinero.
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Tuvieron cuatro hijos, los tres primeros muertos a corta edad. El cuarto, Percy Florence, est¨¢ enterrado con ella en la sobria tumba de St Peter's Church, en Bournemouth, junto a sus padres y a los restos del coraz¨®n de su marido, incinerado en la playa de Viareggio tras ahogarse a los veintinueve a?os. Mary nunca abandon¨® sus ideas radicales: pensaba que las mujeres pueden transformar la sociedad introduciendo cooperaci¨®n y compasi¨®n en las familias. Lo dicho, una revolucionaria.
Tampoco el mundillo h¨ªpico simpatiza con el Brexit, porque las carreras de caballos se nutren de internacionalismo, tanto en propietarios como en jinetes o en su p¨²blico mismo. Y desde luego los propios caballos, cuya sangre mestiza y genial no conoce fronteras. El Brexit es cosa de quienes se consideran ¡°de pura cepa¡±, como todos los nacionalismos, aunque hayan llegado al pa¨ªs hace una d¨¦cada: la cepa de los ceporros. Sin embargo, era inevitable que el Derby de este a?o estuviese enmarcado en la pol¨¦mica confusa sobre la salida de Gran Breta?a de la Uni¨®n Europea.
Desde el punto de vista t¨¦cnico se planteaba una carrera muy abierta, donde las preferencias se repart¨ªan entre los hijos de Galileo y los de Sea The Stars, dos fenomenales ganadores de la gran carrera (a ambos les v¨ª el d¨ªa de su victoria, nadie podr¨¢ arrebatarme eso). Y adem¨¢s hermanos por parte de madre, la fecunda en talento Urban Sea.
Las preferencias de la carrera se repart¨ªan entre los hijos de ¡®Galileo¡¯ y los de ¡®Sea The Stars¡¯
De Galileo participaban cinco hijos y dos nietos, de Sea The Stars, mas joven y con solo tres potradas cl¨¢sicas en su haber, otros tres v¨¢stagos. Nada saben los dos campeones fraternos de esta rivalidad entre descendencias. Cabe imaginarlos como hizo Philip Larkin en su bell¨ªsimo poema En la hierba, olvidados de sus c¨¦lebres nombres que tantos corearon en jornadas de gloria, en el prado patriarcal del que ahora disfrutan: ¡°la mirada apenas los distingue /de la fresca sombra que los cobija, /hasta que el viento alborota la cola y la crin; /entonces uno pasta, da unos pasos /-el otro parece observarlo- /y se detiene de nuevo en su anonimato¡¡±.
De modo que elegir entre los Galileo o los Sea The Stars, ¨¦sa es la cuesti¨®n. Aunque ambos son grandes campeones, siento mayor aprecio por el segundo: recuerdo la serie inmaculada de sus triunfos en 2009, cuando de mayo a octubre gan¨® la carrera mas destacada de cada mes, incluyendo el Derby de Epsom y el Arco de Triunfo. En el ordenador en que escribo esta remembranza tengo fotograf¨ªas de todas como salvapantallas. Pero todav¨ªa ninguno de sus hijos ha ganado un Derby en Epsom, mientras que los de Galileo ya han vencido en tres ocasiones. Y adem¨¢s hoy tiene un participante llamado nada menos que Ulysses. ?Que el diablo me lleve si puedo resistirme a la seducci¨®n de ese nombre, como su hom¨®nimo resisti¨® a la llamada de las sirenas!
Pero cuando en el desfile previo de los participantes veo a Ulysses, el diablo me lleva porque no me gusta: chiquito, pueril, no tiene lo que los franceses llaman le phisique du m¨¦tier¡?vamos, que ni a Tel¨¦maco llega! De modo que vuelvo a los v¨¢stagos de su rival, en particular el oscuro y macizo Harzand, un irland¨¦s propiedad del Aga Khan cuya participaci¨®n ha sido decidida a ¨²ltima hora tras las lluvias que han ablandado la pista y que cuenta con la complicidad de dos genios benignos de la verde Erin, el impecable preparador Dermot Weld y el jinete campe¨®n, Pat Smullen. Para que quiero m¨¢s¡
Las previas jornadas lluviosas han dado paso a un Derby Day perfecto, fresco y a ratos nuboso pero con intervalos de sol. Si no me equivoco, las chicas ce?idas en parte y descubiertas sobre todo, vacilantes sobre sus altos tacones imposibles, se han emborrachado este s¨¢bado antes de lo habitual: las escenas en los servicios a ellas destinados, seg¨²n el testimonio de amigas que pueden acceder all¨ª, son de lo menos pudorosas. ?Feliz antro! Desde hace a?os, mis enso?aciones m¨¢s h¨²medas suelen transcurrir en el tocador de se?oras ¡ª?buen t¨ªtulo!¡ª de Epsom, entre la tercera y la cuarta carrera¡
La ?o?er¨ªa actual no nos permitir¨ªa disfrutar de los triunfos de Mohammad Al¨ª
En esta ocasi¨®n tenemos en el hip¨®dromo dos homenajes, el de los noventa a?os de la Reina, nuestra madrina h¨ªpica, y el tributado al reci¨¦n fallecido Mohammad Al¨ª, indiscutible artista del deporte y arrebatado defensor de causas no siempre recomendables, pero que ahora los desmemoriados recuerdan como un previo Nelson Mandela. La ?o?er¨ªa actual no nos hubiera permitido disfrutar de sus triunfos, emparentados no con los de futbolistas o ciclistas famosos sino con otros h¨¦roes pol¨ªticamente incorrectos, como El Cordob¨¦s o El Litri.
Pero antes de decidirse contra o a favor del Brexit, hay que resolver la gran carrera. Es Idaho, un hijo de Galileo, quien comanda la prueba con aliento y decisi¨®n hasta avanzada la recta final, en que llega rematando inexorablemente Harzand, que resiste en los metros decisivos por cuerpo y medio el ataque de otro Galileo de nombre marcial, Us Army Ranger, el mas favorecido en las apuestas pero que s¨®lo puede escoltarle en la meta. Ya tiene Sea The Stars el primer ganador de Derby de su descendencia: cr¨¦anme, no ser¨¢ el ¨²ltimo.
La cultivada Mary Shelley fue buena conocedora de los cl¨¢sicos literarios de Espa?a. Apreci¨® a Cervantes, faltar¨ªa m¨¢s, pero tambi¨¦n a Lope de Vega, al que colocaba al mismo nivel de genio dram¨¢tico que a Shakespeare. Pero quiz¨¢ nunca lleg¨® a leer el soneto que Lope escribi¨® al morir su mujer, digno de Quevedo en la forma pero mayor en emoci¨®n. Comienza as¨ª, ay: ¡°Resuelta en polvo ya, m¨¢s siempre hermosa / sin dejarme vivir, vive serena/ aquella luz que fue mi gloria y pena / y me hace guerra cuando en paz reposa¡±. En la poes¨ªa, como en la memoria, tambi¨¦n la muerte vive.
Fernando Savater es escritor.
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