No, no tienes ¡°personalidad adictiva¡±
Las actividades excesivas relacionadas con el juego con apuestas, el sexo y el trabajo, ?pueden realmente considerarse verdaderas adicciones?
¡°La vida es una serie de adicciones, y sin ellas nos morimos¡±.
Es mi cita favorita de la bibliograf¨ªa especializada en adicci¨®n, y este comentario lo hizo en 1990 Isaac Marks en la publicaci¨®n British Journal of Addiction. Hizo esta declaraci¨®n deliberadamente provocativa y controvertida para estimular el debate sobre si las actividades excesivas y posiblemente problem¨¢ticas como el juego con apuestas, el sexo y el trabajo pueden realmente considerarse verdaderas adicciones.
Es posible que muchos de nosotros nos consideremos ¡°adictos¡± al t¨¦, al caf¨¦, al trabajo o al chocolate, o que conozcamos a otros a los que podr¨ªamos describir como ¡°enganchados¡± a la televisi¨®n o a la pornograf¨ªa. ?Pero tienen estas suposiciones una base real?
El tema se reduce a c¨®mo se califica en primer lugar la adicci¨®n, porque muchos de los que trabajamos en este campo disentimos respecto a cu¨¢les son sus principales componentes. Muchos sostendr¨ªan que las palabras ¡°adicci¨®n¡± o ¡°adictivo¡± se utilizan tanto en circunstancias cotidianas que han perdido todo su sentido. Por ejemplo, decir que un libro es ¡°adictivo¡± o que una serie de televisi¨®n espec¨ªfica es ¡°adictiva¡± priva a la palabra de utilidad en el ¨¢mbito cl¨ªnico. En estas expresiones, la palabra ¡°adictivo¡± se usa supuestamente de modo positivo, algo que deval¨²a su verdadero significado.
Un sano entusiasmo excesivo te da vida, mientras que una adicci¨®n te la quita
?Entusiasmo sano¡ o verdadero problema?
La pregunta que m¨¢s me hacen ¨Cen especial los medios de comunicaci¨®n¨C es cu¨¢l es la diferencia entre un sano entusiasmo excesivo y una adicci¨®n. Mi respuesta es simple: un sano entusiasmo excesivo te da vida, mientras que una adicci¨®n te la quita. Tambi¨¦n creo que, para ser clasificada como adicci¨®n, cualquier conducta deber¨ªa comprender una serie de componentes clave, como la preocupaci¨®n general por la conducta, el conflicto con otras actividades y relaciones, los s¨ªntomas de abstinencia cuando no se puede efectuar la actividad, un aumento de la conducta con el tiempo (tolerancia), y el uso de la conducta para alterar el estado de ¨¢nimo.
A menudo est¨¢n presentes otras consecuencias, como sentirse incapaz de controlar la conducta y anhelarla. Si todos estos signos y s¨ªntomas est¨¢n presentes, yo llamar¨ªa a esa conducta una verdadera adicci¨®n. Pero eso no ha impedido que otros me acusen de diluir el concepto de adicci¨®n.
La ciencia de la adicci¨®n?
Hace unos a?os, Steve Sussman, Nadra Lisha y yo publicamos un estudio que examinaba la relaci¨®n entre 11 posibles conductas adictivas estudiadas en la bibliograf¨ªa especializada: consumir tabaco, bebidas alcoh¨®licas o drogas prohibidas, comer, apostar, usar Internet, amar, el sexo, el ejercicio f¨ªsico, el trabajo y las compras. Examinamos los datos de 83 estudios a gran escala y establecimos que la incidencia de la adicci¨®n en un periodo de 12 meses entre los adultos estadounidenses variaba desde un m¨ªnimo del 15% hasta un m¨¢ximo del 61%.
Tambi¨¦n consideramos veros¨ªmil que, en un periodo de un a?o, hasta el 47% de la poblaci¨®n adulta estadounidense experimente los signos de inadaptaci¨®n propios de un trastorno adictivo, y que tal vez resulte ¨²til pensar que las adicciones se deben a problemas relacionados con el estilo de vida y con factores personales. En resumen ¨Cy con muchas salvedades¨C nuestro art¨ªculo sosten¨ªa que, en cualquier momento dado, casi la mitad de la poblaci¨®n estadounidense es adicta a una o m¨¢s conductas.
Muchos art¨ªculos cient¨ªficos muestran que padecer una adicci¨®n aumenta la propensi¨®n a sufrir otras. Por ejemplo, en mi propia investigaci¨®n, me he encontrado con jugadores compulsivos alcoh¨®licos, y probablemente todos podemos nombrar personas adictas al trabajo y a la cafe¨ªna. Tambi¨¦n es com¨²n que quienes abandonan una adicci¨®n la sustituyan por otra (lo que los psic¨®logos denominamos ¡°reciprocidad¡±). Esto es f¨¢cilmente comprensible porque el abandono de la adicci¨®n deja un vac¨ªo en la vida de la persona, y a menudo las ¨²nicas actividades capaces de llenar ese vac¨ªo y proporcionar experiencias similares son otras conductas posiblemente adictivas. Esto ha llevado a muchos a establecer que dichas personas tienen una ¡°personalidad adictiva¡±.
?Personalidades adictivas?
Si bien hay muchos factores que predisponen a la conducta adictiva, entre ellos los genes y rasgos de la personalidad como una elevada inestabilidad emocional (ansiosos, infelices, tendentes a las emociones negativas) y la baja concienciaci¨®n (impulsivos, descuidados, desorganizados), la personalidad adictiva es un mito.
Aunque hay muchas pruebas cient¨ªficas de que las personas con adicciones son en su mayor¨ªa muy neur¨®ticas, la inestabilidad emocional en s¨ª no es un factor predictivo de la adicci¨®n. Por ejemplo, hay personas muy neur¨®ticas que no son adictas a nada, de modo que la inestabilidad emocional no sirve para predecir la adicci¨®n. En resumen, no hay pruebas aceptables de que haya un rasgo de personalidad espec¨ªfico ¨Co un conjunto de ellos¨C que sirva para predecir la adicci¨®n y solo la adicci¨®n.
El hacer algo de manera habitual o en exceso no tiene por qu¨¦ ser problem¨¢tico. Si bien hay muchas conductas como consumir un exceso de cafe¨ªna o ver demasiada televisi¨®n que podr¨ªan en teor¨ªa calificarse de adictivas, es m¨¢s probable que se trate de conductas habituales que son importantes en la vida de una persona, pero que en realidad causan pocos problemas, o ninguno. Como tales, no deber¨ªan calificarse de adicci¨®n a no ser que tengan consecuencias psicol¨®gicas o fisiol¨®gicas significativas en la vida cotidiana de esas personas.
Mark Griffiths es director de la Unidad de Juego y profesor de Comportamiento Adictivo en la Universidad Nottingham Trent.?Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s en la web The Conversation
Traducci¨®n de NewsClips
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