Morir dando a luz
La silenciosa batalla contra la muerte materna en Am¨¦rica Central
Morir dando a luz. Esa es la condena silenciosa a la que est¨¢n sentenciadas anualmente miles de mujeres pobres en Am¨¦rica Central. Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) el pasado a?o fallecieron 977 mujeres durante el parto en Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panam¨¢ y la regi¨®n mexicana de Chiapas. Al menos la mitad de estas madres, deber¨ªan de estar hoy vivas, junto a sus hijos y su familia.
Creado en 1959, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es la principal fuente de financiaci¨®n multilateral de Am¨¦rica Latina y el Caribe. Tiene como miembros a 48 pa¨ªses, 2.000 empleados y su principal misi¨®n es reducir la pobreza en la regi¨®n a trav¨¦s del apoyo de proyectos de desarrollo econ¨®mico, social e institucional, en forma de pr¨¦stamos, donaciones y asistencia t¨¦cnica. Su sede central est¨¢ en Washington.
La mayor¨ªa de esas muertes eran evitables. Sin embargo, la falta de acceso a servicios sanitarios que sufre el 20% de las mujeres m¨¢s pobres de Mesoam¨¦rica las condena a tener el doble de posibilidades de morir durante el parto que el resto de mujeres de sus mismos pa¨ªses. El reto es may¨²sculo, pero tambi¨¦n lo es el espacio que hay para el optimismo y la acci¨®n. Desde el a?o 2011, la muerte materna se ha reducido un 10% en la regi¨®n.
Hace ahora cinco a?os, los siete pa¨ªses de la regi¨®n de Am¨¦rica Central, junto con el estado de Chiapas en M¨¦xico, se conjuraron para disminuir la muerte materna y neonatal y mejorar el acceso a la atenci¨®n de salud con calidad del 20% m¨¢s pobre de sus pa¨ªses. As¨ª naci¨® la Iniciativa Salud Mesoam¨¦rica, que cuenta con el apoyo de la Fundaci¨®n Bill & Melinda Gates, el Instituto Carlos Slim de la Salud y la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n; y con el manejo y el apoyo t¨¦cnico del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El primer paso en la lucha contra la ¡°epidemia¡± de mortalidad materna y neonatal entre las mujeres m¨¢s pobres de Am¨¦rica Central fue documentar la magnitud y causas del problema. Los datos no enga?aban y relevaban las grandes brechas de equidad en el acceso a la salud, especialmente de mujeres y reci¨¦n nacidos.
En el a?o 2010, tan solo 48 de cada 100 mujeres pobres recib¨ªan atenci¨®n m¨¦dica durante el embarazo, comparado con 99 de cada 100 en el 20% m¨¢s rico de la poblaci¨®n y 77 de cada 100 mujeres en la poblaci¨®n promedio. Apenas 50 de cada 100 mujeres pobres eran atendidas por personal calificado durante el parto, comparado con 92 de cada 100 en el 20% m¨¢s rico y 67 de cada 100 en la poblaci¨®n promedio.
La soluci¨®n no pasaba por realizar grandes inversiones, ni construir costosas infraestructuras. Los gobiernos de la regi¨®n se comprometieron a cumplir una serie de indicadores de estado de salud que les obligaban a mejorar sus procesos y la eficiencia y calidad de sus sistemas sanitarios. Era el comienzo de una revoluci¨®n silenciosa, con tintes de movimiento social, que involucraba a ministerios de salud, m¨¦dicos, enfermeras, parteras, voluntarios y l¨ªderes comunitarios.
Cinco a?os despu¨¦s, las historias de ¨¦xito se multiplican a lo largo de toda la regi¨®n. En enero de 2015, Ana G¨®mez sufri¨® una complicaci¨®n durante su parto; viv¨ªa en una aldea de Chiapas, a tres horas en coche del centro hospitalario m¨¢s cercano. Estaba condenada a morir, tanto ella como su beb¨¦. Sin embargo, una radio instalada en el dispensario m¨¦dico de su aldea permiti¨® avisar de urgencia al centro hospitalario. Cuando Ana lleg¨® al Hospital, todo estaba ya listo para atender la urgencia. Una peque?a radio y un protocolo de emergencia bien coordinado y ejecutado permitieron salvar la vida de Ana y de su beb¨¦.
Elizabeth Peralta vive en la monta?osa regi¨®n central de Nicaragua, a varias horas de camino en coche de la principal ciudad. En el a?o 2014, Elizabeth inici¨® su trabajo de parto de manera inesperada en su hogar. Apenas hubo tiempo para trasladarla al hospital. Dos a?os m¨¢s tarde, Elizabeth est¨¢ a punto de dar a luz a su tercer hijo. Dos semanas antes del t¨¦rmino de su embarazo ha decidido trasladarse a la Casa Materna que el Gobierno de Nicaragua ha construido junto al Hospital de Pantasma donde ser¨¢ atendida y monitorizada mientras llega su momento de dar a luz. Un sistema de vales le cubre de manera gratuita el transporte, la estancia y la comida.
Ingrid Violeta Flamenco es la directora del Centro M¨¦dico de Tacuba, una monta?osa y pobre regi¨®n al oeste de El Salvador. Atiende a una poblaci¨®n de 31.000 ciudadanos, que hasta el a?o 2011 se hab¨ªan acostumbrado a convivir con la tragedia de la muerte materna. ¡°Hasta el a?o 2010 fallec¨ªan en nuestra comunidad entre 15 y 20 mujeres anuales dando a luz. Desde el a?o 2011 solo hemos tenido una muerte materna¡±, reconoce la m¨¦dica de Tacuba, que se?ala que la principal causa de este descenso se ha logrado especialmente porque m¨¢s mujeres acuden a un hospital para la atenci¨®n calificada del parto, en lugar de tener sus bebes en casa. ¡°Hemos pasado en cinco a?os de un parto institucional de un 40% a una tasa superior al 90%¡±, explica la doctora Flamenco, quien asegura que este cambio de comportamiento ha salvado decenas de vidas en su comunidad.
Un peque?o equipo de radio en un dispensario m¨¦dico, la construcci¨®n de una modesta casa materna, unos vales de ayuda para el transporte y el alojamiento, unos nuevos protocolos de atenci¨®n de urgencias obst¨¦tricas, una red local de voluntarios que asesoran a las mujeres en asuntos de parto y de planificaci¨®n familia; ¡®estos aparentemente peque?os cambios en los sistemas de salud son los que salvan la vida de cientos de madres y bebes al a?o. Los pa¨ªses de Am¨¦rica Central han encontrado la f¨®rmula para hacer frente al peor, m¨¢s desconocido y m¨¢s injusto de sus retos sanitarios.
? *Emma Iriarte es especialista l¨ªder en salud del BID y Secretaria Ejecutiva de la Iniciativa Salud Mesoam¨¦rica
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